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Teniendo que ponerse el abrigo de Yoongi para ocultar toda la humedad de su pecho manchado, Jimin se sintió de alguna manera, más cómodo y reconfortado a su penosa situación.

Yoongi le había dicho que si su deseo era regresar a casa, así sería. Con esa calma de tener su palabra jurada, es que había dejado de alterarse y ambos comenzaron a dirigirse a la salida de la tienda.

Llamar la atención de algunos cuantos curiosos fue inevitable. Las intensas vibraciones que emitía el doncel con su liberación hormonal, afectaba a todo aquel que estuviera cerca. Los diversos mensajes químicos que enviaba su cuerpo al exterior del mismo mediante sus secreciones corporales, mareaba y sofocaba a todos a su alrededor.

Y Yoongi no era la excepción. Al estar sosteniendo directamente el cuerpo del doncel mientras caminaban, los efectos eran más fuertes en él.

Aún así, podía soportarlo. Extrañamente, los mareos no le surtían efecto como al resto, pero si el calor y la terrible pesadez.

—Lo siento, hyung —expresó Jimin al verlo suspirar varias veces seguidas con leve agitación.

—No te preocupes, esto no es nada —respondió Yoongi, ocultando inmediatamente su fatiga—. Si tú puedes soportarlo sin quejas, entonces yo también puedo.

Provocándole una pequeña risita por su tierna valentía ingenua, el doncel se abrazó con más confianza a su torso y siguieron caminando en silencio. La prioridad era llegar cuanto antes al coche, puesto que si su segunda liberación llegaba en pleno centro comercial, iban a estar en serios problemas.

La humedad en la ropa interior del doncel se había expandido más que antes, lo que quería decir, que aún seguía secretando fluidos a grandes cantidades y no lo podía detener.

Por más que intentará mantener a raya el descontrol de sus hormonas, estás lo empeoraban al emanar con más fuerza fuera de su cuerpo. Ante lo cual, su único ruego era llegar cuanto antes a casa, para liberar todo lo que se estaba reteniendo en su espacio seguro, en su hogar.

Al salir del centro comercial, Yoongi agradeció infinitamente que no hubiera nadie cerca en la zona de estacionamiento. De este modo, nadie más iba a ser afectado por la segunda liberación del doncel que ya estaba a punto de reventar en cualquier momento.

El ciclo se iba a repetir otra vez: debilidad en sus piernas, contracciones musculares dolorosas, pesadez general y, por último, el golpe de calor que lo haría secretar grandes cantidades de fluidos de su recto.

Lo cual no era algo bueno, ya que en el peor de los casos, al no poder detener su avance a tiempo, el doncel sufriría otra descarga más potente para luego caer en una terrible descompensación.

—Yoongi hyung... —probó llamarlo el doncel al sentir repentinamente algo nuevo en medio de sus molestias.

—¿Qué pasa? ¿El dolor es más intenso? ¿Sientes contracciones? —El doncel negó dos veces y se aferró con más fuerza a su pecho, esperando un momento de calma para poder continuar.

—El bebé... —manifestó con la respiración un tanto agitada—, se despertó.

Deteniendo de golpe sus pasos apresurados, Yoongi se quedó helado ante la contundente confesión.

—¿Sientes contracciones? ¿Te duele en alguna parte? —le volvió a cuestionar, tratando de ocultar su innegable preocupación.

—No, pero temo que le afecte lo otro... —expresó Jimin, ocultando con pena su rostro entre sus ropas.

Entre ronroneos y caricias [YM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora