🧶|1|🐈

1.3K 189 16
                                    


Debatiendo seriamente sobre cómo debería ir vestido para su cita médica del mes, Park Jimin volvió a torcer una pequeña mueca en sus abultados labios al no tener la cooperación de su felino acompañante.

Llevaban ya media hora atascados en la discusión de si debía llevar el conjunto rosa pastel o el conjunto verde esmeralda, pero como era costumbre cada mes, la cara de fastidio que traía Señor Gato no ayudaba en nada al problema.

—Vamos, Señor Gato —le insistió Jimin, casi suplicante—. Al menos dame un gruñido como respuesta. ¿Crees que me veré bien así?

El doncel volvió a lucir por segunda vez el conjunto rosa pastel y esperó pacientemente un gesto de aprobación por parte de su amigo peludo. Sin embargo, este solo volteó la mirada y se recostó sobre su cama, dándole la espalda por completo.

—Gracias por tu ayuda, Señor Gato —espetó indignado el doncel, resignado a seguir probándose más atuendos cuando ya iba muy tarde a su cita con el doctor Min.

Retocó un poco su maquillaje de tonos cálidos y suaves para no llamar demasiado la atención y se giró hacia su amigo, quien aún seguía dándole la espalda, y torció una tercera mueca sobre sus pomposos labios.

—No entiendo por qué siempre te pones así cuando me toca ir al médico. Sé que no te gusta quedarte solito en casa, pero no puedo llevarte conmigo. En el hospital no aceptan animales.

Señor Gato movió sus orejas como pequeñas antenas al escucharlo, girándose sobre sí mismo y estirando todo su cuerpo como un contorsionista. Observó de reojo al doncel, quien estaba concentrado mirándose en el espejo mientras se acomodaba los lentes de contacto.

Sin poder entender la fascinación que tenía su humano con aquel extraño portal que reflejaba imágenes, el felino bigotudo decidió relajarse y se volvió a contorsionar sobre la extensa cama, comenzando a ronronear mientras su mal humor disminuía.

Y es que, al final de cuentas, no podía estar mucho tiempo enojado con su humano favorito. Después de todo, él era su protector y cuidador divino, enviado por los mismos dioses gatunos para ser su guardián celestial.

—¿Ya dejaste de estar enojado conmigo? —le preguntó Jimin al escuchar su suave ronroneo. Eso era una buena señal, así que se giró para verlo más entusiasmado—. Si me pongo un poco de brillo labial, ¿crees que le guste a Yoongi hyung?

El felino paró de golpe todo su ronroneo al escuchar otra vez aquel horrible nombre. Cambió de gesto restrictivo y comenzó a gruñir de nuevo, mostrando su mal humor.

—Supongo que eso es un no.

Resignado a seguir probándose más estilos de maquillaje para verse bonito ante su apuesto doctor, Jimin no tuvo más opción que continuar con su preparación para salir cuanto antes a su cita médica que estaba programada para las 9:00 AM.

Iba un poquito tarde, apenas eran las 8:50 AM. Tenía cinco minutos para salir de casa y otros cinco más tomar un taxi hasta al otro lado de la ciudad. No era para tanto.

Dejando toda ventana y puerta cerrado con seguro, el futuro padre soltero se despidió de su pequeño amigo, que yacía sentado en la puerta de entrada, deseándole buena suerte en su cita con el tan afamado doctor Min.

—Bien, Señor Gato —le habló Jimin, terminándose de poner los zapatos para salir—. Hasta que regrese del hospital, quedas a cargo de la casa.

—Meow~ —respondió Señor Gato, moviendo ligeramente la punta de su cola, aceptando la orden de su amo.

De esta manera, haciéndole un último ademán de despedida con sus manos, el doncel de casi ocho meses de embarazo cerró la puerta con llave y se dio media vuelta para acudir a su cita médica del mes.

Entre ronroneos y caricias [YM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora