CATORCE

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A pesar de todo, la asesinaron. No supe cuándo se fue del apartamento de Ruby, ni en qué problema la habían involucrado. No habíamos tocado el tema de ella nuevamente. Nuestras vidas parecían haber retomado su curso normal y pasamos un par de semanas relativamente tranquilas. Rosé había regresado a pedir lo suyo y se lo dieron, en cambio a mí, sin pedirla, me sirvieron mi mierda diaria y me la comí, y a Ruby la veíamos pensativa mientras Roseanne la pasaba muy bien y yo mal. 

Una mañana en que habíamos amanecido en su apartamento, llegó el periódico con la foto de Jisoo y la noticia en las páginas judiciales. Yo la vi primero, Ruby y Rosé todavía no se levantaban. Leí la noticia que acompañaba a la foto, se referían a Jisoo como una muy peligrosa delincuente que había sido dada de baja en un operativo de la policía; volví a mirar la fotografía para confirmar lo leído, era ella, con nombre y apellido, además de un número en su pecho para que no quedaran dudas de que era muy peligrosa y tenía antecedentes. 

Corrí hacia el cuarto de ellas pero la sensatez me detuvo. Tenía que pensar en Ruby, pensar en cómo darle la noticia porque no sabíamos cual sería su reacción. Primero tendría que hablar con Rosé, planear algo entre las dos, pero ella seguía durmiendo. Pegué mi oreja a la puerta por si escuchaba algún indicio de que habían despertado, pero no escuché nada. El tiempo pasaba y  ellas sin despertar. Pero cuando no pude aguantar más, fui y les toqué la puerta, Roseanne contestó con una palabra a medio decir. 

—Rosie —dije desde afuera—: te necesitan al teléfono.

Apenas hablé corrí hasta la sala y levanté la extensión, justo a tiempo antes de que Rosé colgara al no haber nadie en la línea. Alcancé a escuchar su último «¿hola?». 

—¡Rosé! —le dije ensordeciendo mi voz—. Sal, por favor, necesito que hablemos. 

—¿Y dónde estás? —dijo casi dormida.

—¡Estoy aquí, idiota! —el tono del teléfono no me dejaba hablar—. Pero no vayas a decir que se trata de mí. 

—¿Y por qué no entraste? —volvió a preguntar. 

—No puedo, imbécil. Ven aquí, tenemos que hablar. 

—Déjame dormir.

—¡Roseanne! —el tono comenzó a sonar ocupado, enloquecedor para mi desesperación—. ¡Rosé! Mataron a Jisoo. 

En un par de segundos, como si la conversación no se hubiese interrumpido, mi amiga apareció en la sala, con el cabello revuelto y con los ojos muy abiertos a pesar de la hinchazón. 

—¡¿Qué dijiste?! 

—Mira...

Rosé agarró el periódico antes de que yo pudiera poner el dedo sobre la foto. Se fue sentando en cámara lenta mientras leía, se frotaba los ojos para quitarse la borrosidad que deja el sueño, y cuando terminó me miró con estupefacción. 

—Anda, vístete que el asunto es serio —le dije. 

—¿Y quién se lo va a decir? 

Esa pregunta ya me la había hecho yo. Para nosotras lo grave no era la muerte de Jisoo sino la reacción de Ruby. La conocíamos bien, sabíamos que una muerte de esas iba a desencadenar muchas más y que no era extraño que esta vez nos incluyera a nosotras dos. 

—Pues tú —le dije—. Tú eres la novia.

—¡¿Yo?! Ruby es capaz de matarme. Tú sabes que yo a esa tipa no la quería. Díselo tú, contigo tiene más confianza.

Otra vez la misma historia. «Contigo tiene más confianza», como si esa confianza me hubiera servido para algo, todo lo contrario, me estorbaba, me ponía en el lugar de las amiguitas de kinder; además, la idiota de Rosé me daba y me quitaba a Ruby cuando le convenía. ¡A la mierda con la confianza!

RUBY TIJERAS | Adaptación JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora