208 - Solo 10 minutos...

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Vanesa: Bueno, Mónica, pero por favor trata de entenderme, conoces el ritmo de trabajo durante las giras y lo pesado que puede ser una semana tras otra, si me quede en Málaga es porque necesito despejarme, estar con mi familia, además según recuerdo no confirme que pasaría por ti, iba a tratar y ... -trato de excusarme mientras ella me observa fijamente-

Ok, Linda... Discúlpame, ¿sí? -sonrío y tomo su mano que descansa sobre la mesa- me equivoque en confiar que Dey podría llevarte a casa, solo es eso...

Mónica: Pero Vanesa, eso es solo una parte, entiende que yo solo quiero que seas honesta, dejar de sentirme sola o excusarte con mi familia y amigos cada vez que llego sola una y otra vez a una reunión.

Si algo cambio dímelo, hace semanas que prácticamente no paras en Madrid, incluso dejamos de ir a la nueva casa, y te juro que no lo entiendo, si ya no quieres vivir conmigo, si...

Vanesa: Que no, Moni... te prometo que no es así, quizá se ha juntado todo, y por mi exceso de trabajo me descuide, pero ya te pedí disculpas... -le digo tomando su mejilla- anda, ¿discúlpame, ¿sí? Bien sabes que soy muy torpe, pero te amo, de eso no puedes dudar... ahora, dejemos de discutir y cenemos tranquilas, por favor te lo pido...

Aunque en algo sí que tienes razón, extraño a mi mujer, y me muero de ganas por terminar esta cena, regresar a casa y llevarte a nuestra cama para hacerte el amor...-sonrío discretamente mientras acaricio su pierna por debajo de la mesa-

Mónica: ¡Vanesa! ¿Es así como vamos a terminar esta conversación? -respondo sonrojada al sentir su mano acariciando mi piel dejando de lado el nudo cerrado que estoy conteniendo en mi garganta- está bien... -tomo su mano y la dejo discretamente sobre la mesa, intentando sonreír- vamos a casa ahora.



Mónica

Apenas cerramos la puerta del departamento para ir a cenar como Vanesa había sugerido, la realidad me topo de frente con la atmósfera que nos rodeaba.

Por un aparte, ella intentaba hacer algún comentario que rompiera la tensión que podía palparse en el aire, mientras yo, sumergida en mis pensamientos, la escuchaba como en la distancia preguntándome cómo es que llegamos a esto.

Habíamos decidido caminar hasta un pequeño restaurante cercano a casa, con la idea clara de que, en estas circunstancias, el pasar así fuera unos minutos juntas, en un espacio tan pequeño como un auto, sería un trago incómodo que ninguna quería pasar.

Cuando ya habíamos salido del edificio, mientras cruzábamos el parque, fue Vanesa quien busco discretamente mi mano, entrelazando nuestros dedos viéndome directamente a los ojos buscando mi aprobación con solo una sonrisa tímida, que yo correspondí, sin decir una palabra, simplemente abrazando sus dedos entre los míos respondiendo a su caricia.

Una vez llegamos al restaurante donde cenaríamos, finalmente nos encontramos de frente, hablando...

O al menos eso es lo que yo hubiera esperado, sin embargo, mientras yo trataba de explicar todas las emociones y soledad que había estado sintiendo, no solo cuando no llego por mí a casa de Dey, sino en las últimas semanas, ella parecía solo escuchar un reclamo, sin notar que yo realmente me estaba quebrando.

Escuchaba la voz de Vanesa tratando de encontrar sentido a lo que hablábamos, y mientras ella trataba desesperadamente de justificarse y disculparse, yo, esta vez, no logre encontrar honestidad en sus palabras.

Fue así como, una vez más, calle para no hacer más grande algo que quizá estaba exagerando, y debía ser así, porque a pesar de todo, si de algo aún estoy segura, y nunca he dudado, es que, por parte de las dos, aun nos seguimos amando.

Entrelazadas... AlgebraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora