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Camine tranquilamente por el desastre del patio del palacio para entrar directamente a la sala del trono.

Los gritos y el sonido del fuego eran musica para mis oídos.

Nadie es inocente.
Por lo tanto no tenía sentido alguno dejar con vida a alguien.
La gente se engaña pensando que son simples cómplices sin siquiera darse cuenta.

Antes de que yo abriera la puerta,está se abrió dejando ver como un funcionario salía disparado hacia fuera.
Sus ojos estaban en blanco y claramente su piel ya estaba pálida. Su corazón había dejado de latir.

-A la próxima le atinas mejor- le dije a Lucas al ver qué el había sido el causante. El solo volvió a concentrarse en otro hombre.

Recorrí toda la sala observando a todas las personas que estaban arrodillados en el piso con la cabeza baja.
Pero mi ceño se frunció.

-¿Dónde está Hiro?

Heeseung apareció a mi lado y hablo con suma cautela.

-Escapo...

-¡Lo dejaron escapar inútiles!- la bestia dentro de mi hablo antes de que pudiera controlarla, aunque yo también estába molestó.

Cerré mis ojos para que los ojos rojos que había mostrado desaparecieran. Cuando los abrí mire a Minho, quien tenía en sus manos al que parecía ser el consejero de Hiro.

Me acerque a él y sin pensarlo lancé un puñetazo directo a su mandíbula.

-¿Dónde está Hiro?- el solo permaneció callado mientras un hilo de sangre salía de su boca.

Todos permanecían en silencio, mientras yo veía como jugaba con la poca o ninguna paciencia que poseo.
Luego escuché la misma pregunta de parte de Lucas al tratar de sacar información de otros hombres.
Pero solo se escuchaban sus quejidos cuándo eran golpeados.

Esta vez agarre al hombre del cuello y lo alcé.

-¿¡Dónde está!?

Su cara estaba adquiriendo un tono morado,y sus manos apretaban el mío en un intento de zafarse. Pero un minuto después su cuerpo permaneció colgado en el aire.

Tsk.

Lo solté y mire de nuevo a Minho dirigiendome hacia el y pasando por su lado para hablarle.

-Saquen información como puedan, yo iré a buscar su rastro.

Asintió con su cabeza cuándo yo salí corriendo de allí y me transforme en el enorme lobo negro que soy.
Salí de la ciudad y corrí en dirección a la oscuridad de la noche.

-Ese maldito infeliz no debe estar lejos.

Mi lobo interior odiaba a Hiro más que nadie en el mundo, incluso puedo asegurar más que yo. El era la razón por la cual tengo el carácter y el nombre por el que me conocen.

Mis pensamientos se detuvieron cuando un olor familiar llegó a mí.

-Olvidaba que ella pertenece a este reinó.- hablé siguiendo el rastro.

Hiro no me dijo nada,pero el al igual que yo era reservado en sus emociones. Por un momento olvidamos a quien estamos buscando.

Mi pulso se aceleró cuando sentí las presencias de mis hombres cerca de ella. Pase por en medio de varias ramas y me encontré con una escena que calo mis huesos.

-¿¡Que le hicieron!?

Rugi alto deteniendo a todos los lobos que estaban rodeándola. Y cuando ellos se apartaron y bajaron la cabeza vi a una chica agarrando a Yeji y aferrándose a su cuerpo.
Cuando me vió tembló más,pero aún así no la soltó.

Gruñi varias veces al ver qué tenía cortadas y moretones por todos lados. Y sobre todo al ver el vestuario revelador que traía puesto.

Ignorando como la chica se encogía las cubrí y me gire hacia los demás soltando un aullido de que podían irse y seguir con lo suyo.

-P-Por... f-favor...- la chica me habló en voz baja sabiendo que soy un Alfa- no...nos haga daño...e-ella...está herida.

Herida.

Herida.

Herida.

Gire mi cuerpo hacia ella y con mi forma de lobo me acerque a Yeji verificando que respirara.

-¡Oye imbécil! ¡Hay que llevarla o si no morirá!

Sin decir nada más, me escondí detrás de un árbol para transformarme y salir de ahí en dirección a Yeji.

-¿Q-Quien...eres?- la chica me miró aún con temor en sus ojos.

-Voy a llevarla a qué la curen, puedes venir si quieres.- tratando de no ser irrespetuoso agarre delicadamente a Yeji y me pare cargándola en modo princesa.

La chica no dijo nada y todo el tiempo paso su mirada de mi a Yeji. Volví a aullar y un minuto después aparecieron dos lobos.

-Subete, no hay tiempo- le dije antes de yo montarme en uno para ir al reino.

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Perdón por qué fue algo corto.

¡Nos vemos en el próximo!


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