02: Familia por elección.

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Jungkook se sienta en una piedra al costado del camino frente a un pequeño café, mirando cómo el agua rosa fluye por la calle, pensando en la suya. Namjoon vierte otro balde de agua en el suelo de baldosas del café, mientras que Hoseok y otro par de chicos más usan las escobas para esparcir los charcos. Jungkook tiene un descanso de cinco minutos y luego volverá para ayudar a los chicos nuevamente.

El café fue atacado hace una hora, y cuando los muchachos, al escuchar los disparos, corrieron hacia aquí, los atacantes ya se habían ido. Según testigos, una camioneta se acercó al café, desde donde abrieron fuego contra la ventana. Después de que la camioneta desapareció, inmediatamente, los residentes de las casas vecinas corrieron a la calle, y ahora, después de haber visto los suficientes charcos de sangre, se dispersan.

Además del objetivo de los atacantes, murieron dos clientes y un mesero. Los familiares ya se llevaron los cuerpos de las víctimas, y los muchachos están ayudando al dueño del café a reparar las secuelas del ataque. Jungkook más tarde se enterará por su padre de lo que sucedió y quién atacó al hombre de su cartel, pero por ahora, vuelve a ponerse de pie para alcanzar su escoba.

La vida en el barrio vuelve a su curso normal, como si nada hubiera pasado, el llanto ha cesado hace mucho tiempo. En las calles donde la muerte se convierte en el pan de cada día, no hay lugar para las lágrimas. Jungkook sabe que aquellos que están presentes limpiando, en una hora pueden teñir el asfalto de rojo y quedar como solo un recuerdo en su memoria. Vivir en Calderón les enseñó a apreciar cada momento con tus seres queridos, y también hizo que Jungkook se acostumbrara la Muerte, a quien sentía caminando a su lado y escondiéndose en su propia sombra.

—Hace poco hice una renovación, invertí mis últimos ahorros —se lamenta el propietario del café, un alfa de cincuenta años llamado Bono, mientras se sienta en una esquina—. La tienda de Yibo también fue atacada la anterior semana y ya no tiene clientes. ¿Qué me espera a mí?

—Tío Bono, no entres en pánico —Hoseok intenta animar al hombre—. Todos olvidarán esto pronto. Nos morimos como moscas, pero aún así tenemos ganas de comer; tus tortillas de queso son exquisitas.

—Gracias, hijo, me consuelas —responde el alfa más grande, dejando ver la edad asomándose por las arrugas en sus ojos cuando sonríe—. Siempre tengo algo delicioso para ti.

Los muchachos se arrinconan en las paredes cuando entra la gente del cartel de Amaho. Alfas hoscos y altos, cuyos brazos y cuellos están cubiertos de tatuajes, se acercan a Bono y uno de ellos, aparentemente el líder, saca una silla y se sienta frente al hombre.

—Tendré un auto como este —dice Hoseok a Jungkook, mirando con deleite el Mercedez nuevo estacionado afuera.

—Querías un Lamborghini —Namjoon se acerca.

—¿Crees que algún día podamos hacernos tan ricos? —Hoseok lo mira con incredulidad.

—No creo que debamos menospreciar nuestro sueño. Deberíamos soñar en grande —dice Jungkook con firmeza—. No es por nada que te haces llamar Psycho, me parece que puedes con eso y más.

Jungkook sigue mirando afuera y no nota que los ojos de su amigo se iluminan con sus palabras.

Después de interrogar a Bono, los hombres de Amaho se retiran. Los chicos ya están terminando de limpiar cuando Lay irrumpe en el café. Lo primero que hace es golpear a su hijo en la cabeza y luego, atrayéndolo hacia él, lo abraza con fuerza.

—Estaba aterrado —se lamenta el omega—. Tenía tanto miedo de que hubieras venido a almorzar y que te hayan alcanzado las balas.

—Bueno, papá, ya  viste que estoy bien. No me avergüences frente a los chicos —se queja Hoseok, tratando de escapar del abrazo que por poco le asfixiaba.

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