Capítulo 6 - ZEE PRUK

302 44 7
                                    

Ven aquí, hijo

Girándome de jugar en el jardín, vi a mi padre que me llamaba a la mesa para comer. Corrí hacia mi padre, y me llevó al porche, donde mi madre, hermanas y hermanos ya estaban sentados. Mi abuela se sentó a la cabecera de la mesa y me guiñó un ojo.

Reí.

Padre rezó una oración y luego nos dijo que comiéramos. Mientras agarré un trozo de pan de la canasta, un fuerte golpe sonó en la casa. Padre miró hacia la casa. Chasqueó los dedos, ordenando a los guardias que fueran a averiguar quién era, pero no se movieron. Miraron a mi padre y sus ojos se estrecharon. Mi hermano me miró y frunció el ceño.

¡Muévanse! -ordenó mi padre.

En cambio, los guardias levantaron sus armas... apuntaron a la mesa. Mis hermanas gritaban, mi hermano pequeño lloraba... pero mi gemelo se acercó y tomó mi mano. Lo miré y él me miró. Apreté su mano.

Sé fuerte -murmuró -mantente fuerte.

¿Qué están haciendo? -preguntó papá a los guardias y se levantó de su asiento, a la vez que decenas de hombres inundaron la casa, todos vestidos de negro. Todos con armas... armas apuntándonos...

Balas... sangre... muerte... sangre... gritos... pistolas disparando... perforando...

rebanando .. muerte... muerte... muerte...

Mis ojos se abrieron de golpe y traté de respirar. Pero todo lo que podía ver era sangre... tanta sangre... sangre asfixiando mi garganta... Jadeé mientras la imagen de sangre corriendo llenó mi mente...

La oscuridad llegó y cuando mis ojos se abrieron de nuevo, estaba caliente, muy caliente. El sudor de mi frente caía a mis ojos. Pero no podía mover los brazos para secarme el sudor. No pude moverlos a pesar que me dolían. Veneno estaba quemando mi carne desde el interior; veneno y algo más se arrastraba lentamente bajo mi piel, arañando para salir.

No pude soportarlo. Mi estómago convulsionó, pero no vomité. Allí no había nada, solo dolor. Mis músculos de mis muslos y espalda estaban tensos, tirando tan fuerte que estaban rompiéndose, tratando de romper a través mi piel. Mi saliva hervía en mi garganta.

No podía gritar, no podía hacer un sonido.

Me acosté en el piso, con los ojos mirando las paredes negras mientras fotos y rostros extrañas pasaron por mi mente.

No podía recordar si los conocía, ¿los conocía?

Entonces un rostro apuñaló en mi cerebro. Mi cuerpo se sacudió. Amo. ¿Dónde está el amo?

La oscuridad vino y se fue. Intenté gritar mientras cuchillos apuñalaron a través de mi estómago y salieron al otro lado. Mi cuerpo temblaba mientras cada hoja cortó, pero no podía moverme. Estaba demasiado caliente, demasiado caliente; pero entonces estaba demasiado frío, demasiado frío por dentro. Mi sangre se convirtió en hielo, tratando de empujar a través de mis venas. Mis músculos se congelaron, estaba atrapado en el piso.

Mis ojos se cerraron de repente, la oscuridad arrastrándome hacia abajo.

Átenlo a la mesa -mandó la voz del hombre. Alguien me tiró en una cama de metal y me ató.

¿Qué están haciendo? Tenía miedo, mucho miedo. Me las arreglé para volver la cabeza, en busca de ayuda.

Luego lo vi en una cama junto a mí. Los ojos marrones del chico me miraron y susurró:

Sé fuerte. Mantente fuerte. -Sus dedos se acercaron tratando de tocar los míos, hice lo mismo, pero no lo logré. -sé fuerte, mantente fuerte murmuró de nuevo.

Número 221 - ZeeNunewDonde viven las historias. Descúbrelo ahora