Capítulo 18 - NUNEW

334 39 15
                                    

Las olas chocaban contra la orilla, tranquilizándome hasta estar medio dormido por el sonido. Zee recostó su cabeza en mi regazo, mientras acariciaba su cabello con mis dedos.

La mano de Zee trazó mi estómago, y sus hermosos ojos me miraban con completa adoración.

Estaba mejorando. Se veía mejor. Varios días de descanso, desde enterarse de su familia, habían devuelto el color a sus mejillas. Y estaba hablando más, recordando más.

—Cuéntame sobre ellos, sol —dije en voz baja, sin querer perturbar la embriagadora paz que habíamos encontrado en este cuarto.

Zee alzó la mirada hacia mí, y tragué. Me incliné hacia abajo y presioné un beso en su cabeza.

—Cuéntame sobre tu familia.

—Sólo recuerdo algunas cosas —contestó, volviendo más marcado su acento cuando las emociones tomaron control—. Sólo recuerdo ciertas cosas sobre cada uno de ellos, sobre mí siendo un niño.

—Cuéntame —insistí de nuevo, y enlacé mi mano con la suya para confortarlo.

Zee cerró sus ojos. Pude verlos moviéndose detrás de sus párpados. Su mano apretó la mía y supe que estaba viendo imágenes, recuerdos fracturados, de su mente. Me había dicho que sólo veía imágenes. Sólo sentía ciertas cosas cuando las recordaba.

Pero era algo. Temí que con los medicamentos que le habían administrado por años no tuviera ningún recuerdo. Aún no estábamos seguros sobre el daño de su cuerpo, su mente, pero sólo tener algo a lo que aferrarse, era una bendición directa de Dios.

Zee abrió sus ojos y fijó su mirada en la mía.

—Recuerdo que me gustaba recostarme al sol —dijo con voz ronca, adornando su boca con una pequeña curva en su labio—. Recuerdo a mi hermano viniendo a sentarse a mi lado. —Su mano de repente apretó la mía y su ceño se frunció—. Nos recuerdo estando siempre juntos. Siempre estaba a mi lado, creo. Los dos hijos de papá.

Luché contra el nudo cerrándose en mi garganta. Este hombre. Este hombre de casi dos metros, ciento trece kilos habló con tal ensoñación por su hermano perdido. Con tal dulzura y afecto en su profunda y ronca voz.

—¿Qué más, bebé? —pregunté, aun acariciando su cabello.

Sus ojos se cerraron en los bordes y se obligó a sí mismo a recordar.

—Tenía un hermano pequeño tenía tres dos eran muy pequeños y uno tenía cinco años, Dan. —Tomó aire profundamente y su cuerpo se tensó —.El... me seguía a todos lados, me llamaba su dulzura.

—¿En serio? —pregunté suavemente.

Los labios de Zee se levantaron en una tierna sonrisa.

—Mi dulzura.

La adoración llenó sus ojos cuando lo dijo.

—Tenía cinco años. Cabello sedoso, y unos ojos tan oscuros hermosos. Siempre estaba conmigo. Me dijo que lo protegería cuando fuera mayor, cuando mi hermano y yo lideráramos la familia.

Mi alma se astilló cuando la más pequeña lágrima se deslizó de la esquina de su ojo izquierdo. Su mirada atormentada buscó la mía, cuando conectaron, dijo:

—Lo arrancaron de mis brazos, Nunew. Los guardias, nuestro propio guardia traidor, lo arrancaron de mi cuello. —Tomó aire temblorosamente—. El gritó mi nombre, su mano se estiraba para que lo salvara. —Más lágrimas cayeron, y su mano tembló—. Y cuando dispararon sus armas, y Hangeng me obligó a mirar, los ojos oscuros de Dan aún estaban mirándome, como... como si esperara a que lo salvara.

Número 221 - ZeeNunewDonde viven las historias. Descúbrelo ahora