Thanks, Gizmo

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Los siguientes días fueron extraños.
Seguían hablando de vez en cuando, pero ya no era lo mismo. 
Casi todas sus interacciones sucedían en el instituto y pocas veces conversaban si se llegaban a encontrar en los pasillos de los departamentos.
Cuando su grupo de amigos se reunía, parecía que todos se daban cuenta de que algo pasaba entre nosotros, cuando hacían algún comentario gracioso ninguno de los dos se reía porque estaban demasiado concentrados en intentar ignorar su tensión mutua.
Pero no podían ignorarse para siempre.

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Eran las 3am y Violet seguía sin poder dormir.
Sal se había vuelto importante en su vida en estos meses, y al estar tan alejada emocionalmente de él, lograba afectarle.

No podía dejar de culparse a sí misma por dejar que la curiosidad le ganara sin pensar en cómo se sentiría Sal.
Ya había intentado volver a acercarse a él varias veces, pero no parecía querer relacionarse con ella y realmente no podía culparlo.
Y sin poder aguantarse más, tomó una decisión final.

Iría a intentar hablar con él por última vez, y si no notaba interés de su parte, sólo lo dejaría en paz y no volvería a intentar hablarle.
Le faltaba paciencia para esperar al día siguiente, sabía que probablemente no estaría despierto a esa hora pero no le importaba nada más que intentarlo en ese momento o literalmente se volvería loca.
Y así fue; salió descalza, en bragas, con una camisa vieja que apenas la cubría y con toda la decisión que pudo reunir hacia el departamento de Sally.

Tomó la llave escondida bajo el tapete de entrada y abrió la puerta, no se había detenido hasta llegar a la entrada de su habitación de la que vió poca luz saliendo por debajo. Estaba despierto y este era el momento de solucionar todo de una vez.
Colocó su mano en la cerradura y le dió una vuelta, firmemente abriendo la puerta.
Pero toda la seguridad que había acumulado hasta ese momento se desvaneció por completo.
Sintió como se le detenía el corazón y quedaba ahí plantada, inmóvil.
Sal no se encontraba solo.

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N̶o̶ t̶h̶o̶u̶g̶h̶t̶s̶. H̶e̶a̶d̶ e̶m̶t̶y̶Donde viven las historias. Descúbrelo ahora