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Al llegar a la ferretería dejo estacionada la moto mientras memorizo qué voy a comprar. En eso me encuentro a Danny, sonriéndole afectivamente a una chica en el mostrador, paso por su lado sin que me vea y comienzo a buscar la pintura que requiero para la habitación ¿Qué color debería elegir? Blanco... No, se ensucia muy rápido..veámos..

Ahí esta, celeste y trazare algunos dibujos, asi qué lo haré con pintura negra también. Me dirijo hacía el cajero y en ese momento alguien me agarra del hombro no me hallo sorprendida ya que una parte de mi anticipaba este momento en cuánto la vi cuando llegue. No pude evitar ver el escote que hacía relucir sus senos, y el cómo sus labios rojos combinaban con la blusa vino tinto y la falda de cuero negra que le llega dos manos arriba de las rodilla, el verla me hizo arrepentirme de haberla dejado.

Traigue grueso, y ella esbozo una sonrisa de oreja a oreja, -Qué bonita te ves.

—Tú igual, ya se me hace algo tarde... —dije intentando evitar la rodeada de sus brazos alrededor de mi cuello, sin embargo la presión de sus brazos y el olor de su refrescante perfume me marea rantelizando mi acción. —Dan, ya no estamos juntas.

—Pero eso no evita las ganas que tenemos de besarnos, ¿o si? —susurra intentando buscar mis labios.

—No quiero. —deduje débilmente.

—Mírame a los ojos y dilo otra vez. —sentenció mientras tomaba mi barbilla.

No podía hacerlo, si lo hacía estaría negando algo evidente. Realmente no sé si aún la sigo queriendo, mis sentimientos son un desprolijo de sensaciones basadas en la lujuria de verla y querer volver a retomar esas noches obscuras y salvajes que solíamos tener... Extraño eso, esa pasión desenfrenada qué existía entre nosotras, pero una parte de mi extraña quererla porque el quererla me hace sentir segura de estar con ella.

—Muero por besarte Danny, muero por volver a tú casa y pasarla como siempre... Pero no existe ni una pizca de amor entre nosotras. Y quiero sentirme segura, no reemplazable. —confesé alejándome de su agarre.

—Puedo prometerte seguridad Camille. —asegura volviendo a acercarse, —Yo... Yo no sé vivir sin ti, te amo mucho. Y yo... Yo solo quería darme tiempo para asegurarme de ello.

—Cuando uno ama nunca duda Danny, y el hecho de que quisieras darte el tiempo de averiguarlo con otras personas me demuestra que solo era una opción reemplazable que te daba seguridad y por ello volvías una y otra vez a mi pero solo para tomar todo y dejarme tirada como un pedazo de papel arrugado en el suelo, y no, no es justo. —mis ojos comenzaron a cristalizarse, —mi corazón también se apachurra cada vez que te me dejas ¿Sabes?

Danny me miró con un hastío de tristeza y nostalgia, tomó mis manos y susurro, —Prometo hacerlo bien esta vez. Dame una última oportunidad, juro no romper tú corazón.

Unas lágrimas imprevistas comenzaron a escuecer por mis mejillas y las aparte con molestia, quería creerle pero lo ha dicho tantas veces que sus palabras solo son como hojas de papel mojado que se van a volver a deshacer con el tiempo.

—No puedo... Dan

Ella me besa repentinamente y yo no me alejo, me dejó de llevar por la calidez de sus labios mientras siento como me aferro a sus voluptuosas caderas y el sabor de su labial comienza a sentirse ardiente en mi boca, ya conozco esta sensación y no va a terminar nada bien, me apartó antes de que cruzemos el límite.

—No debiste hacerlo. —sentencie.

—No vi que te apartaras...

—Ya basta Danny.

—Ya no salgo con nadie, estoy soltera.

—Pues yo sí. —mentí, para darle un poco de celos.

—¿Con quién, con el tonto ese de la banda? Por favor, si lo odiabas.

Por cada melodia un arte #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora