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Emilio Lara.

Compré un ramo de flores para ir a recoger a Madelain de su entrenamiento.

Me sentía culpable por lo que estaba haciendo últimamente, no solo había pasado un beso con Alondra, la seguía viendo a escondidas y no precisamente para hacer cosas de amigos.

Al llegar a la unidad donde siempre entrenaba, me lleve una sorpresa al verla salir con su brazo enyesado y su rostro reflejaba molestia.
Me acerqué corriendo con ella.

—¡Amor! ¿Qué te paso?—dije con preocupación dejando de lado el ramo de flores.

—La idiota de Alondra me pasó—exclamó con molestia.—Me aventó muy fuerte para lastimarme.

—No creo que haya sido con intención de lastimarte.

La expresión de su rostro sólo empeoró, se notaba aún más molesta que antes pero con algo de decepción.

—¿Por qué la defiendes a ella?

Suspire cansado de pelear por el mismo tema de siempre: Alondra.

—No quiero hablar de ella ¿si?—me acerqué a ella para besar cortamente sus labios.—Te traje esto mi chula.

Le di el ramo de flores, lo tomó con su brazo sano mientras yo le ayudaba a cargar su mochila.

—Gracias amor—sonrió de manera leve.—¿Crees que me puedas llevar a casa? No creo poder manejar.

Ambos reímos mientras caminábamos hacia el auto.

—Iremos a mi casa ¿esta bien? Mi mamá te invitó a comer.

—Awww ¿en serio?—dijo con emoción.—Hace mucho que no veo a tu mamá y a toda tu familia.

La culpa llegó a mí, Madelain tenía razón, hace semanas que no venía a mi casa y mucho menos pasaba tiempo con mi familia y sabía que era por el distanciamiento que empezábamos a tener.

—Pues hoy es el día—bese su sien.—Vamos amor que ya nos están esperando.

Ambos subimos al auto y comencé a manejar directo a mi casa.

—¿Aún te duele tu brazo?

—Obvio amor—rió.—Pero ya no tanto como antes.

—Mi mamá se va a preocupar al verte así.

—Es que tu mamá me ama.

Tenía razón, mi mamá y toda mi familia la ama y eso me daba miedo, si se llegaran a enterar de que la estoy engañando no quiero ni imaginar cómo reaccionarían.

Al llegar a mi casa, fuimos directo a la sala donde se supone que estarían todos y así fue, mis hermanos y mi mamá estaban viendo la televisión.

—Ya les traje a su chica favorita—exclamé con voz alta.

Los tres voltearon rápidamente, al ver a Madelain sonrieron en grande pero en cuanto notaron su brazo lastimado sus expresiones cambiaron a una de preocupación.

—¡Mi niña!—mi mamá se acercó rápidamente a ella.—¿Qué te paso? ¿Estás bien?

—Estoy bien señora Rosa—sonrió abrazándola.—Tuve una mala caída en el entrenamiento.

Mis hermanos se acercaron impresionados viendo el yeso en su brazo.

—¿Lo puedo tocar?—preguntó Camila haciéndome reír.

—Yo quiero ponerte algo en el yeso—dijo Diego.

Los mire desde un costado como convivían entre ellos, me encantaba ver lo bien que se llevaban entre ellos.

𝐓𝐖𝐎 𝐋𝐎𝐕𝐄𝐒-Kevin ÁlvarezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora