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Madelain Alarcón.

Sin duda el haber terminado con Emilio marco un antes y un después en mi vida, la mayor parte de mis días me la pasaba con él y había sido un golpe muy duro no verlo siempre.

—Me alegra que por fin hayas regresado a los entrenamientos—dijo Sarah conduciendo.

—No tenía muchas ganas pero ya no puedo poner de excusa la lesión.

Me mire por el espejo del auto, todo de mí había cambiado ahora estaba mucho más delgada y mi rostro se notaba apagado.

Habíamos llegado a la unidad donde normalmente entrenamos, Sarah se estacionó y lo pensé dos veces antes de bajarme.

—Cualquier cosa que pase o si no te sientes bien me dices y nos vamos.

—Muchas gracias Sarah, te quiero demasiado—la abrace cortamente.

Bajamos del auto yendo hacia la entrada de la unidad, en cuanto puse un pie en los vestidores quise regresarme.

—¡Madelain!—la mayoría de chicas corrieron hacia mí abrazándome.

Todas excepto una.

—¡Nuestra mariscal estrella regreso!

Su alegría al verme había logrado que sonriera, abrace a cada una de las chicas después de responder sus preguntas sobre como había estado.

—Nos alegra que hayas regresado Madelain, te esperamos en el campo.

Me apresure a cambiarme de ropa al uniforme de entrenamiento, salí del vestidor viendo a Alondra frente a mí.

—Eres muy linda ni se te nota lo infiel.

—¿Tú qué sabes de eso?—dije de mala gana.

—Todo el equipo lo sabe—sonrió logrando que me molestará más.—Lastima que Emilio no sea el único cuernudo.

Contuve mis ganas de querer golpearla pero me había dejado confundida, ¿por qué había dicho eso?

—Ten cuidado no vayas a romperle el brazo a otra de las chicas—dije pasando por su lado y empujándola levemente.

Me acerque con las chicas en el círculo que habían formado, poco después se integró Alondra.

El entrenador dio unas palabras antes de empezar el calentamiento.

—La temporada ya inició así que Madelain ocupo que te adaptes lo más rápido posible.

Asentí ante las palabras de mi entrenador para después todas poner nuestras manos en el centro y hacer una pequeña porra.

Mi atención se centró en la muñeca de Alondra, traía puesta una pulsera roja que me parecía muy familiar.

El resto del entrenamiento fue más difícil de lo que pensaba, ya no estaba acostumbrada a estar la mayor parte del día realizando ejercicios.

O tal vez eran mis pocas ganas de vivir.

Para mi suerte, el entrenamiento había finalizado y por fin podíamos ir a las duchas para después irnos a casa.

—Made, en la noche vamos a ir de antro ¿vienes?

Hice una mueca, mis planes para esa noche era ver películas hasta en la madrugada pero sabía que necesitaba distraerme.

—Sip—sonreí.—Necesito salir y olvidarme de todo.

Salí de la unidad para irme directo a mi casa  para descansar y poder salir en la noche.

Para mi sorpresa, mi mamá estaba en casa lo cual era extraño.

—¡Mamá! ¿Estás aquí?—grité en cuanto abrí la puerta.

Entre a la cocina viendo que efectivamente estaba ahí, haciendo de comer.

—Hola hija—dio la vuelta sonriendo.—¿Qué tal te fue en el entrenamiento?

Sonreí al verla, me gustaba verla en la casa y que estuviera conmigo, aunque no pasaba muy seguido.

—Bien—sonreí poniéndome a su lado.—¿Tú cómo estás?

—Bien mi corazón—besó mi frente.—Llego una sorpresa para ti.

Fruncí el ceño confundida, fui a la sala esperando ver la "sorpresa" de la que hablaba mi mamá.

En la mesita de centro estaba un ramo de tulipanes amarillas.

Me acerque rápidamente para tomar el ramo entre mis manos, admiré las flores y busque algún indicio de quién podría haberlas enviado.

Pero nada, no había ninguna tarjeta con el nombre del remitente.
Muy en el fondo esperaba que se tratara de Emilio.

ꕤ ꕤ ꕤ

Haber ido de antro había sido una mala idea.

Obviamente me había pasado de tragos y ahora estaba en el baño tratando de controlar la borrachera.

Trate de coordinar todos mis movimientos antes de salir del baño, aunque choque varias veces con diferentes personas.

—Perdón, perdón—dijo la otra persona cuando chocó conmigo y tiro mi bolsa.

Me agache tomando mi bolsa para ponerla de nuevo en mi hombro, eleve mi vista viendo a quien más anhelaba ver en ese momento.

—E-emilio.

Su expresión cambio a uno de sorpresa, definitivamente no esperaba verme aquí y yo tampoco a él. Mi cuerpo empezó a temblar y mi estómago comenzó a doler.

—Madelain—rascó su nuca nervioso.—N-no esperaba verte... ¿Qué haces aquí?

Sabía que el alcohol y los nervios que sentía al verlo me iban a traicionar.

—Vine con mis amigas, ¿tú qué haces aquí?

—También vine con mis amigos—sabía que estaba mintiendo, sus gestos lo delataban.

Un silencio incómodo se formó entre los dos, tenía muchas ganas de decirle lo mucho que lo extrañaba y lo mucho que me arrepentía de mis acciones.

—Ammm Emilio, ¿tú enviaste las flores?

Él frunció el ceño confundido, eso me confirmaba que él no había sido quien envío el ramo.

—¿De qué hablas? Madelain no quiero que confundas las cosas, yo no me equivoqué en la relación fuiste tú.

Baje la mirada conteniendo mis ganas de llorar.—Yo sé que me equivoqué y me arrepiento mucho de eso.

—Me tengo que ir.

Paso por mi lado dejándome sola en medio de toda la multitud, solo podía mirar mis zapatos sintiéndome la peor persona de la ciudad.

Sus palabras y su indiferencia me dolían, definitivamente estaba actuando como un chico que no conocía.

Mire en dirección por dónde Emilio se había ido, viéndolo irse junto a una chica de cabello castaño.

Tal vez debí poner más atención a esa chica.

𝐓𝐖𝐎 𝐋𝐎𝐕𝐄𝐒-Kevin ÁlvarezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora