Imran sabía lo mucho que lo había pospuesto, que ambos lo habían hecho.
Una parte de él simplemente se había olvidado de lo importante que era, pero la otra, se había obligado a olvidarlo porque lo que podría suceder lo asustaba muchísimo.
Había tratado de sacar el tema una vez. Solo una vez, cuando los embajadores de Ziggdrall estaban de visita. Cuando se había aprobado que las relaciones no convencionales dejaran de perseguirse por el bien de la alianza. Por solo unos cuantos oros.
Recordaba con claridad lo enojado que había estado por la decisión. Solo se necesitaba dinero, solo un poco de dinero y todos los años de meterse con el Beschem por un rumor quedaban olvidados. Ese acuerdo había sido tan hipócrita...
...pero a la vez era una salida. Una oportunidad para él, para ser claro y dejar de esconderse, si es que la persona a la que deseaba, quería corresponderlo ya que no era la única opción... por eso había decidido sacar el tema con Marjane. Por si las cosas funcionaban, al menos, para que su mamá estuviese al tanto de la posibilidad.
Había ido terriblemente mal.
Su madre no lo había dejado siquiera explicarse, siquiera hablar al respecto. Lo había interrumpido y a la vez, le había exigido una explicación de algo que no le dejaba decir en primer lugar. La cosa no había mejorado cuando cada que empezaba a hablar, ella se molestaba más y en ese momento, Ray había llegado para buscarlo y con eso, Marjane se había retirado a su habitación e Imran había perdido la oportunidad de hablar con ella.
Y ahora, Roshan y él avanzaban en dirección a su casa, cuando ya todo el mundo sabía de su listón, que estaban juntos y que serían los siguientes reyes de Dacia.
No había modo de que Marjane no lo supiera. Aun así, después del ataque y destrucción de su tribu, del mes de conquistas, de todo el trabajo y de todas las noticias, en los tres días anteriores desde que habían regresado, ella no había aparecido o siquiera, les había enviado un mensaje.
Ellos tampoco lo habían hecho, pero habían estado bastante ocupados y, a decir verdad, Imran estaba asustado. No pensaba que con todo lo que estaba sobre la mesa, pudiera decirle nada que no fuese de frente, así que ahí estaban ambos, yendo a presentarse formalmente con ella.
Roshan le dio una tímida mirada nerviosa con sus preciosos ojos púrpuras que lo ayudó a calmarse un poco, pero al mismo tiempo, le recordó que existía la posibilidad de que su madre no aceptara al Beschem y pensar en lo decepcionado que estaría, hacía que algo se apretara con fuerza en su pecho.
—Creo que lo mejor es que vaya primero —comentó cuando llegaron a la casa—. No he hablado con ella desde el ataque y creo que sería mejor si no... ya sabes, fuéramos directamente a la pedida de mano —añadió apenado.
Roshan se sonrojó un poco con eso, en parte por escucharlo decir el motivo de su visita en voz alta y en parte por lo inapropiado que sonaba lo que estaban por hacer, pues ambos sabían que existía el riesgo de que saliera mal, aunque ninguno quería resignarse a ello todavía.
—Sí, tienes razón. Lo siento. Puedo... quizás debimos traer algo más —balbuceó, comenzando a preocuparse.
—Roshi, trajimos regalos suficientes. Diría que incluso son... demasiados —admitió, mirando de reojo la bolsa que llevaba donde habían puesto dulces, frutas, ropa y muchas joyas que habían logrado conseguir con los herreros de Ziggdrall y entre los Guerreros.
—Cierto, tampoco hay que abrumarla —suspiró, obligándose a calmarse.
—Saldrá bien —aseguró Imran, aunque él mismo lo dudaba—. Solo quédate aquí mientras la saludo y nos ponemos un poco al día antes de que te presente y hagamos la petición formal —sugirió.
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HIJOS DE DACIA
FantasyCompendio de cuentos canónicos de personajes originarios de Dacia, el reino de los viejos padres al noreste de Ziggdrall y que a día de hoy, era un misterio