Como si de una maldición se tratase, a la muerte de la bebé Guadalupe le siguió la de Raulito, un pequeño de cinco años que hablaba muy poco. Daniel lo había marcado cuando este era un guagua, ya que desde que había nacido, había desarrollado una fuerte conexión y sentimiento de protección con él. Raúl siempre andaba detrás suyo, se sentaba a su lado para comer en la mesa, en el sillón cuando veían la tele y en el transporte público. Incluso, cuando estaban en el colegio, durante los recreos, Raúl se iba siempre dónde Daniel, quien lo dejaba ubicado en una banca frente a la cancha. Este se quedaba viendo a su hermano mayor jugar a la pelota, pensando que era la persona más genial del mundo.
A veces parecía ser que Raulito solo sabía una frase:
"Dani, dueme' comigo".
Daniel dormía abrazándolo, era muy miedoso. Eso fue lo que dejó en paz cuando éste falleció; que se fue en el sueño, sintiéndose protegido por los brazos de su persona favorita. Su héroe. Su mejor amigo. Su hermano.
"Pulmonía".
-Eso dijeron.
Por el rompimiento del vínculo, Daniel ese tiempo enfermó gravemente, y tuvo el primer episodio depresivo de su vida.
Cuando Joseph terminó de oír esa parte de la historia, tomó un pequeño sorbo de vino que lo ayudó a pasar el nudo que se había formado en su garganta. Daniel tenía una forma especial de contar las cosas, haciendo hincapié en detalles que podían resultar insignificantes para comprender lo relevante de la historia, pero eran su manera de forjar esta.
»-La cuenta volvió a reducirse. Quedamos mi mamá, el Bastián, que en ese entonces tenía diecisiete, la Isidora y la Valeria, que tenían once. Ya no nos daba la economía para nada, por lo que sacamos nuestras pertenencias y nuestros muebles de la casa y se las dejamos a una vecina amiga de la familia. Nos fuimos de Angelmó y... mi mamá nos llevó a vivir a un campo camino a la ciudad de Osorno, donde al menos podíamos comer y beber agua todos los días.
-Pero... -dudó Joseph.
-En... forma animal -murmuró Daniel, interrumpiéndolo, encogiéndose en la silla y apartando la vista.
Era sabido que algunos metamorfos en algún momento de su vida o incluso desde su nacimiento optan por mantenerse en forma animal por un tiempo definido, indefinido o para siempre, pero hacerlo por necesidad, era demasiado lamentable. La impresión por el testimonio de Daniel era demasiada.
El joven subió la vista lentamente y miró a Joseph, para ver que expresión estaba haciendo, y anque el hombre estaba claramente pasmado, lo animó a continuar.
-Sigue. Tranquilo.
Daniel asintió, y se acomodó derecho otra vez.
-La familia de la casona del campo siempre estuvieron convencidos de que éramos unos perros que habían ido a votar...
A su madre, cuyo animal era una perra grande y lanuda color plomo, la llamaron Lola; a su hermano Bastián, Zarapito, por su pelaje beige atigrado; a su hermano Isidora, cuyo animal se parecía mucho al de él, incluso más que su propia mellizas, Laucha, por lo pequeña y menuda; y a Valeria Sandy, Daniel nunca supo por qué. Ella, Isidora y Daniel se parecían mucho en general, pero Valeria siempre fue más grande, más ágil y más fuerte.
-Los integrantes de las familias de quiltros no nos parecemos mucho entre sí -explicó Daniel, como un inciso.
»Daniel tuvo varios apodos antes de uno definitivo: "Laucha macho", "Mamón" (por lo cariñoso) y "Garzo"; este último, porque amaba perseguir a las garcitas chicas por las tardes en el pequeño estero del campo.
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CAPU - La Mordida De Muriel
WerewolfAl irse de su pueblo natal, Daniel emprende un viaje hacia la Patagonia, donde espera encontrar a su tío. Pero sus planes se ven alterados fugaz e irremediablemente cuando tras el ataque de unos lobos queda vinculado a uno de ellos. Y eso no fue lo...