Despertó de súbito. Y al no reconocer el techo de granito blanco frente a sí, se preguntó dónde estaba. Quiso incorporarse, pero al intentarlo reveló un dolor agudo en todo el cuerpo, un malestar general.
Y sentir el entumecimiento de su pierna izquierda lo alertó.
Cuando a duras penas logró sentarse en la cama, observó donde estaba: una habitación rústica y acogedora a simple vista. Su intuición le indicó que era de día y descubriendo un reloj digital en la pared del frente, vio que eran las diez de la mañana de un día lunes tres de mayo. Al lado izquierdo de la habitación había un closet vacío cuyas puertas estaban abiertas, al lado de este se encontraba una puerta de madera abierta que daba a un living cuya puerta de entrada también se encontraba abierta. Vio los árboles a lo lejos.
Apretó la sábana que lo cubría contra su pecho, sintiendo frío.
Estaba en una cabaña en medio del bosque.
Sintió incertidumbre y miedo. Sintió también olor a café, mantequilla en pan amasado y un olor a sudor que al juntarlo con el rumor de un hacha talando dedujo provenía de una persona.
Miró la ventana a su izquierda, cubierta por un visillo blanco y una cortina roja.
Se apoyó con sus brazos y se arrastró al borde de la cama, gimiendo de dolor en el acto. Cuando corrió la cortina y el visillo, apretó los ojos por la luz que por un momento dañó su retina. Cuando se acostumbró a la claridad de la mañana, miró el exterior: hacia el frente se extendía una zona llana de unos treinta metros y más allá el bosque. A la derecha estaba la otra parte de la casa y unos metros a la izquierda había un corral donde paseaban pollitos, gallinas y gallos, que picoteaban cáscaras de verduras y frutas en una fuente.
A unos veinte metros, había un hombre cortando leños. De él provenía el sudor y el olor que estaban haciendo enloquecer a su animal interior de excitación y curiosidad. Su parte animal nunca había sido especialmente sensata, por lo que como siempre sintió más emoción que miedo. Sin embargo, él sí sintió el miedo latente ante ese desconocido y la situación. Nunca había contemplado tan fuertemente la posibilidad de ser la víctima protagonista de un capítulo de Mea Culpa.
Abrió los ojos con impresión cuando observó al hombre bifurcar únicamente con sus brazos un tronco más grueso que su propio contorno a simple vista. Acto seguido, se limpió el sudor de su frente con un guante, levantó la cabeza en su dirección y lo miró.
Ambos se quedaron pasmados.
El hombre en el bosque pareció sorprenderse mucho. El que se encontraba en cama sintió el impulso de saludarle con su mano, pero al intentarlo se contrajo por una punzada en su pecho que lo hizo desplomarse otra vez.
Momentos después, sintió unas pisadas rodear la casa y luego vio al hombre entrar por la puerta principal cargando como diez leños en sus brazos que dejó en el living al lado de una estufa negra. Luego desapareció de su vista otra vez y escuchó una llave abrirse y unas manos lavarse.
Comenzó a incorporarse otra vez, haciendo acopio de todas sus fuerzas. Los dolores eran tan agudos que ni siquiera podía definir con claridad sus procedencias.
—¿Estás bien? —le preguntó el hombre cuando entró a la pieza, situándose frente a la cama.
El postrado volvió a quedarse pasmado y lo invadió una oleada de timidez.
Confiar. Confiemos.
Asintió, intentando mantener un rostro sereno.
—¿Tu pie? —El hombre apuntó la parte baja de la cama—. ¿Está bien?
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CAPU - La Mordida De Muriel
VârcolaciAl irse de su pueblo natal, Daniel emprende un viaje hacia la Patagonia, donde espera encontrar a su tío. Pero sus planes se ven alterados fugaz e irremediablemente cuando tras el ataque de unos lobos queda vinculado a uno de ellos. Y eso no fue lo...