De bruces sobre la orilla, Joseph sostenía con su mano derecha el antebrazo izquierdo de Daniel, mientras con su otra mano agarraba la empuñadura del corvo que había enterrado en la esquina inferior izquierda de la cueva. Tenía el pecho comprimido y los nudillos blancos por tanta fuerza que estaba ejerciendo al sostener el peso del jóven. Cuyos pies flotaban en el vacío. Cuya mente, al igual que el paisaje, estaba en blanco. Veía con sus ojos negros y abstraidos a Joseph, sin entender cómo había alcanzado a agarrarlo.
—Da... Daniel... Sube... —dijo Joseph entre dientes, como tosiendo, con la cara roja y las venas de la frente marcadas.
Daniel sintió un pitido en sus oídos. Aunque no hubiera caído, tenía la convicción de que se estaba muriendo. Se había decidido tanto a concretar la voluntad de su tío que era como si hubiera muerto antes que su cuerpo realmente fallara.
—Ya po' weón... —chilló Joseph—. Por favor… Encon… —Se vio interrumpido por una agitación de desespero—. Encontré algo…
«No quiero morir, no quiero morir, no quiero morir», pensó Daniel.
No quiero morir, no quiero morir, no quiero morir, lloró Capuchino en su interior.
Silencio blanco. Hasta el silencio era blanco.
«Tío Gastón… Llegaré a su lado… Así que espéreme un poco más. Total, igual moriré en un año», decidió.
Agarró firmemente el antebrazo de Joseph con su mano derecha y encajó el pie en una rugosidad del risco para subir. Joseph gruñó desde su garganta y fracturó la mano de Daniel al apretar esta tanto. Echó todo su peso hacia atrás, cayendo de espaldas, y agarró la de Daniel firmemente, quién quedó encima de él.
El pecho del hombre subía y bajaba, y Daniel, a ese mismo compás. Como tenía la mano posada en el pectoral derecho del hombre y la oreja apoyada ahí también, podía sentir lo agitado que estaba su corazón. Joseph jadeaba cansado, y Daniel temblaba, mientras comenzaba a sentir el intenso dolor en su mano y de una herida en su cadera.
Joseph afianzó inconscientemente el agarre de su garra en la espalda baja del joven.
Ahí…
Fue cuando sintió la primera mariposa en su estómago. Recién salida de la crisálida, chiquita y revoltosa. Al principio había sido una oruga. Larva fastidiosa, que Josi por más que masticaba volvía a regenerarse.
𓃥 𓃦
Holaa, muchas gracias por leer.
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Los leoo ☺️💌
—Dolly
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CAPU - La Mordida De Muriel
WerewolfAl irse de su pueblo natal, Daniel emprende un viaje hacia la Patagonia, donde espera encontrar a su tío. Pero sus planes se ven alterados fugaz e irremediablemente cuando tras el ataque de unos lobos queda vinculado a uno de ellos. Y eso no fue lo...