— ¡Hyunjinnie! Pasa
Un Minho en camisa color marrón pastel desabrochada y boxers negros era lo que Hyunjin se encontró en cuanto pasó al salón.
— Un gusto recibirte, secretario... — dijo Minho con cierto tono burlón
— Si al menos vamos a trabajar lo mínimo que puedes hacer es… vestirte
— Déjame que me lo piense… estamos en mi casa, por lo que las normas las pongo yo. ¿No te parece razonable?
Procedió a acercarse al rubio, y su corazón iba a mil por hora.
Un montón de latidos en su corazón y miles de mariposas inundaron el cuerpo de Hyunjin.
— Vayamos a… ver ese papeleo que hay que resolver hoy
Minho rodó los ojos y puso una mueca de desacuerdo, pero ese era el trato, ser su secretario sin romances ni nada de por medio.
Se sentaron en aquél sofá gris y amplio para colocar todos los papeles que tenían que dejar resueltos en aquella noche, y empezaron manos a la obra.
Hyunjin se encargaba de pasar todos los cálculos y todas las redacciones y proyectos que le hacía, aunque después de un tiempo, los ojos les pesaba a ambos.
Estaban cansados, pero solo faltaban 4 papeles.
Pude notar el sueño que el castaño tenía.
— Minho… ¿Por qué no te vas a acostar? Queda muy poco, ya me encargo yo de hacerlo todo y me iré.
— Hyunjin… en realidad es mi trabajo, que me ayudes no significa que lo hagas tú todo, me sentiré mal si hago lo que me dices…
— Pero mírate… estás cansado, viniste de un viaje y mañana tienes que hacer otro…
— Está bien, pero Hyunjinnie… por favor, no te vayas
— Pero Minho… tengo mi propia casa.
— Pero es tarde y no quiero que cojas el coche tan tarde, o si no quieres dormir aquí deja los papeles que no hicimos, ya se encargará Jisung de hacerlos mañana por la mañana.
“Otra vez ese nombre…”
- ¿Jisung? ¿Quién es?