Roier y cellbit llevaban ya un tiempo juntos, de hecho estaban en proceso para mudarse a la misma casa. Querían poder compartir el máximo tiempo posible.
Amaban que sus niños se llevaran tan bien, y fueran tan amigos entre sí, al final de cuentas eran hermanos y eso los hacía más unidos aún.
Hoy comenzaban a mover las cosas de casa de Cellbit a la de Roier, a los cuatro les gustaba más, era más espaciosa y hogareña.
En el camino se encontraron con Bad quién los saludo animado.
—Hey, chicos—saludó—Roier ¿Sabes a quién vi hoy por la mañana?—se dirigió solo al chico de bandana.
—No pos no soy adivino, amigo. ¿A quién?—preguntó desinteresado.
—Spreen, me dijo que volvió ayer por la noche—comentó.
Cellbit miró inmediatamente al castaño, él le había comentado todo lo que había pasado con ese chico, a quién no conocía.
Sabía lo de su traición a su novio, pero también sabía todo lo que roier sentía por él. Le gustaría admitir que ese sentimiento de desconfianza no lo inundó por unos momentos, pero no sería verdad.
Y es que estaba consciente que lo de ellos nunca tuvo un final definitivo, ese chico solo se fue un día sin dar explicaciones, dejando un corazón roto, que él estaba reparando ahora.
Roier se quedó unos segundos en silencio, lo vio agitar la cabeza como ahuyentando sus pensamientos y volver a la realidad.
—Oh, pues espero esté bien. Nos vemos, amigo.—y siguieron su camino.
El silencio se hizo presente todo el resto de la mudanza. Cellbit le hablaba, pero roier solo respondía con frases cortas.
Su guapito parecía en otro mundo, y eso lo tenía muy preocupado.
—¿Todo está bien?—estaban cenando por fin.
—Sí, todo bien, Gatinho.—respondió con una sonrisa.
Quería creerle, pero sabía que el tema "spreen" era muy complicado para roier.
No desconfiaba de su novio, pero le costaba entender el porqué de su comportamiento.
Pasados unos minutos, alguien intentó abrir la puerta principal. Se asustaron un poco, pero roier supo de inmediato de quien se trataba.
Caminó hacia la entrada y abrió la puerta.
—Hola, capo ¿porqué no podía abrir la puerta?—entró a la casa sin invitación.
Cellbit al instante dedujo quien era ese chico pelinegro con orejas de oso. Spreen.
El híbrido de oso no se había dado cuenta de su presencia, se movía por la casa como si fuera la suya propia.
Vio a su novio suspirar y carraspear su garganta.—Spreen—le habló—para, ¿qué haces aquí?
—Volví ayer, y quise venir a verte, te traje es...—al fin vio al ojiverde.—Oh, hola. ¿Quién sos?
Era una rosa, el de ojos verdes la vio. Vio la rosa en su mano antes de que lo mirara y la guardara de inmediato en su bolsillo.
Roier, simplemente fingió no verla. Ya no la quería.
El de bandana se acercó a la mesa en donde comían, tomó la mano del mayor y habló de nuevo:
—Cellbit, este es spreen—lo apuntó—Spreen, este es Cellbit. Mi novio.
Se lo dijo mirándolo fijamente a la cara, sin titubeos, sin dudas. Firme.
Los recién presentados se miraron unos segundos, Spreen lo desafío con la mirada, Cellbit lo notó. Pero no apartó los ojos.
Cell se levantó de la mesa, se acercó al pelinegro afreciendo su mano para estrecharla en forma de saludo.
Spreen no lo hizo, solo lo dejó con la mano estirada, ignorando su saludo.—Bueno, es mejor que me vaya—avanzó a la puerta—Nos vemos, capo—solo miró a roier.
—Spreen—lo llamó el castaño—ya no estás en el registro de la puerta. Tus cosas que quedaban aquí las tengo en una caja, ahora te la traeré.
Subió la escalera dejándolos solos.
—¿Cellbit?—preguntó como si hubiera olvidado el nombre—¿Hace cuanto están juntos?
Habló muy bajo, para que roier no pudiera escucharlos aunque quisiera.
—Hace unos meses—respondió tranquilo—Hoy nos mudamos juntos, de hecho.
Cellbit lo vio apretar el bolsillo, donde había guardado la rosa anteriormente.
—Que bien por ustedes, mucha suerte.
—Gracias, spreen. Que bueno que hayas vuelto.
Que mentirosos se puede ser a veces. Ninguno se deseaba el bien, spreen no quería que tuvieran suerte, y cellbit no estaba feliz con su regreso. Pero fingir siempre ha sido más fácil para las personas.
—Cellbit—lo llamó, acercándose más—Cuídalo y no le hagas daño—llegó a su oído—O te mato.Se alejó de nuevo.
—No lo haré, no soy como tú—lo desafío.
Spreen iba a responder, pero roier venía bajando las escaleras.
—Aquí está todo—le entregó la caja—Es hora que te vayas, spreen. Que estés bien.
El mismo roier le abrió la puerta.
—Ya voy, amigo. Ahí nos vemos.
Salió de casa, dejándolos solos nuevamente.
Roier dio un suspiro muy grande, y por fin pudo relajarse. Volver a respirar nuevamente.
—Perdón por dejarlos solos, ¿te dijo algo?—No—mintió—no me dijo nada.
Su chico se acercó y besó sus labios tiernamente.
—Sabes que estoy contigo, ¿cierto?—preguntó separándose un poco.
—Lo sé, mi guapito—volvío a besarlo.
—Que bueno, mi amor. Porque eso no cambiará nunca, tendrás que aguantarme toda la vida, Gatinho.
Se sonrieron, besándose nuevamente.
—Te aguantaría esta y mil vidas más, bonito—confesó.
Siguieron cenando juntos, durmiendo juntos, viviendo juntos. Tal y como debía ser.
Estaban decididos a seguir así, ni siquiera el pasado podría arruinar y remover lo que habían construido con tanto cuidado y amor.
O, eso esperaban...
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Goma de mascar | spiderbear oneshots
Fanfiction| SE SHIPPEAN CUBITOS | Oneshots de c!roier y c!spreen 🕷🐻 Actualizaciones casi diarias, ¡disfruten! Estos escritos los subo primero en mi tw: @spxrø por si quieren seguirme por ahí.