Capítulo 2

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Minho comía muy gustoso de aquel ciervo, al igual que del pan recién hecho.

—¿Te a gustado verdad?— preguntó Jisung quien se encontraba a su lado, la mesa era pequeña. Pues estaban en la cocina —Soy un gran cocinero.

—Demasiado bueno— sonrió y levantó el pulgar, el vampiro rió ante aquel acto. En verdad que ese chico era un pequeño niño, sintiendo que el mundo había avanzado demasiado—¿Tú no has comido?

—No puedo comer mucha comida humana— se encogió de hombros —Si puedo comer, pero realmente no es de mi agrado.

—Es demasiado lo que has preparado, no servirá en algunos días— Minho miraba toda la comida, aún estuviera hambriento jamás terminaría con un festina así el solo.  Jisung asintió comprensivo.

—Tienes razón, pero los niños se lo comerán— se encogió de hombros. Espantando así a Minho.

—¿Aquí tienen niños?— Jisung miró los ojos del mortal y casi se partía de risa ante la ocurrencia del contrario. Minho bajó la mirada y se puso rojo.

—No nos los comemos encebollados como tú crees— se burlo. El humano se puso aún más rojo si era posible, mientras Jisung comenzaba a reír —En tú mundo son monstruos, aquí son niños— comenzó aplaudir —¡Niños vengan! ¡Vengan! ¡Ya está la comida!— comenzó a medio gritar, después de un corto tiempo gruñidos y pisadas demasiado fuertes se comenzaron a escuchar, Minho miro la entrada de la cocina como si estuviera dentro de una película de terror esperando al antagonista.

Unas seis pequeñas creaturas se asomaron, Minho tan solo hizo una línea con la boca.

Eran unas creaturas de al menos un metro de altura, sus brazos eran largos tanto así como sus garras que se arrastraban por el piso, también sus pies eran grandes y sus piernas delgadas. Vestían cada quien una playera grande de diferentes colores llamativos. Su rostro se componía de una cabezota con sus ojos saltones y una nariz larga y puntiaguda. Además de que los colmillos chuecos resaltaban.

—Ellos son mis niños— sonrió encantado Jisung, presentando así a sus pequeños —Son muy buenos, por lo tanto no hay porque temerles.

El pelinegro tan solo asintió, después de un momento por fin les hablo —¿Hola?— saludo dudoso, todos lo miraron y sonrieron. Su sonrisa no era muy bonita, de hecho daba miedo. Tanto que sentías que te comerían de un bocado si los dejabas de ver.

Todos aquellos seres comenzaron a reír al saber lo causaban, Jisung los miraba con amor. Todo de verdad era una locura.

—El es Minho, se casó con el gruñón— todos miraron al humano y luego asintieron.

—¿Pueden hablar?— preguntó al no ver respuesta, ni tampoco alguna pista de que tuvieran voz. Jisung con la cabeza afirmó.

—Son algo tímidos, hace más de dos años que no tenemos visitas nuevas, por lo tanto tienen miedo de que no te agraden, pero vamos, ellos son la cosita más bella que los vas adorar— Jisung se encogió de hombros —El es malvavisco, le gusta el rosa por lo tanto ese es su nombre— la creatura hizo una reverencia como si de una obra se tratara —azul y el es amarillo— presento a otro par —son gemelos, por lo tanto nunca se separan. El de allá es Luciérnaga es el de negro, mariposa el de morado y nuestra linda niña la de verde es caramelo.

—Yo soy Minho— cada uno le sonrieron para seguir su camino. De una puerta que estaba ahí sacaron una mesa de su tamaño, además de sillitas donde cada uno se sentó, de pronto todos los platos comenzaron a volar llegando cada uno frente a ellos, Jisung en ese momento se paró y llevo la olla llena de ciervo recién hecho, una charola con un pan para cada quien y comenzó a servirles un vaso con agua

—Son un desastre al comer, por eso decidimos que para ellos eran mejor los de plástico que los de porcelana.

Minho asintió, vio como el mayor se sentaba a lado de Caramelo y comenzaba a picar su carne.

—Cuando mis hijos llegaron a la adolescencia, mis niños llegaron a esta casa. Ellos tienen la maldición de siempre serlo, además de torpes— se encogió de hombros —Changbin pudo romper una que un humano pidió para ellos, según habían matado a su hija. Pero solo la ayudaban... Los brujos son unos malditos, no hables con ningún

Divago, aún teniendo enojo dentro de él al recordar todas las penurias que habían pasado sus pequeños niños.

—¿Que maldición quito?— preguntó ahora Minho, demostrándole así que ponía atención al relato, el vampiro sonrió.

—Estaban condenados a tener llagas sobre ellos, eran tan dolorosas que muchas veces sangraban al tratar de esconderse. Ellos son creaturas curativas pero por su aspectos son tachados de monstruos— Jisung se quedó quieto un momento, tomo a Caramelo y azul rápido y los quito a una gran velocidad de ahí.

Un pedazo de la pared salió volando, con ella dos cuerpos peleando. Minho por inercia cubrió su rostro y se hincó ahora viendo el escenario que ese par daban, sintiendo que por el susto su corazón saldría de su pecho.

—¡MALDICIÓN! ¡NO EN MI COCINA!— gritó Jisung tan pronto Hyunjin trató de liberarse del agarre de su padre.

—¡EL LO SABÍA! ¡SABÍA QUÉ...!— gritó Changbin queriendo de nueva cuenta sacudir un poco más a ese malcriado hijo suyo, la mirada de Jisung cambio, se tornó oscura y sus lindos ojos miel se volvieron rojos que te hacían perderte en ellos.

—¡Ya basta!— las pequeñas criaturas corrieron a refugiarse detrás de Minho, quien apenas estaba reaccionando de la impresión.

—¡Pero Sung!— el nombrado negó, rendido suspiró Changbin. Soltando de la camisa a Hyunjin.

—Veo que despertaste— Minho miro dónde Hyunjin aún seguía tendido, mirándolo con una sonrisa un tanto coqueta —Pensé que tanto era el deseo de tu muerte que dejarías que tu alma se fuera.

—Creo que no lo haré por un tiempo— Hyunjin asintió, seguía en el piso observando a Minho hasta que una sonrisa se apareció en su rostro.

—Veo que te queda bien ese camisón— las mejillas del humano se tiñeron de rojo mientras se cubría el pecho, un silbido salió de la boca del vampiro —Demasíado bien.

El humano enseguida entendió esa referencia, cubrió su parte baja y salió corriendo.

Una carcajada salió de la boca del vampiro, mientras las dos mayores negaban con la cabeza.

—Él me ayuda y yo cumpliré mi promesa— declaro ahora a sus padres, Changbin se exaltó y enseguida hablo.

—Él se tiene que convertir, por el tratado que sellamos— Hyunjin tan solo sonrió.

—Nuestra palabra debe de ser cumplida— replicó las palabras con las que fue criado,  la mirada de Changbin se tornó obscura —Desde el día que me convertí en príncipe me lo dijiste, esa es mi palabra y la de él.

—Aun así... —Changbin guardo silencio al ver los ojos de su hijo, el dolor que reflejaban.

—Le daré una larga vida hermosa, cuando sea su momento lo mataré— en ese momento se escuchó como Minho caía por las escaleras al tratar de subirlas corriendo — O bueno, si no antes se mata.

Esposo Mío (Editado) HyunhoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora