MARIPOSAS

34 2 0
                                    

*Amor*

1 de junio. Un día que se ha vuelto normal desde que me gusta aquel chico. Sí, ¿veis a aquel chico que está con todos sus amigos? ¿El que no para de mirarme? Bueno, os cuento. Estoy enamorada de él desde hace unos meses. Soy un año menor que él. Y como he dicho antes, un día normal. Miradas y algún pequeño roce de su parte cuando paso por su lado. Él sabe lo que siento. Pero no se atreve a dar el paso. Cree que lo voy a dar yo. Y aunque me gustaría, tengo mi orgullo. A parte, es él el que se ha hecho el papel de chico malo haciendo que algún amigo suyo me diga que va de chica en chica. Que solo busca líos. Pero no ha sido su mejor idea. Cuando me mira puedo sentir amor. Con un pequeño brillo en su mirada. Eso lo sé porque yo le miro igual. Pero también le miro con odio. No lo hago queriendo, pero cuando me acuerdo de lo que ha hecho, se me hace imposible. Dar el paso... una idea bastante llamativa pero a la vez arriesgada. ¿Y si no le gusto? ¿Y si solo me me mira para ver qué pasa? Pero... ¿y si de verdad le gusto? ¿Y si de verdad me mira de esa manera para darme a entender que dé el paso? Son preguntas que se han vuelto típicas en mis pensamientos. Pensamientos que llevan su nombre. No quiero perderlo. No quiero que me deje de mirar así. No quiero sufrir. Porque aunque mi idea no es esa, sé que de alguna forma lo acabará haciendo. Y no es algo que quiera. Pero también quiero tenerle conmigo. Poder pasar tiempo con él. Poder cogerle de la mano sin miedo a nada. Sentirme libre y disfrutar de este sentimiento. Un sentimiento que no se vive para siempre. Que cuando empieza todo es perfecto, pero cuando acaba es el infierno. Porque el amor puede cambiar. "Del amor al odio solo hay un paso" ¿Os suena, verdad? Si de verdad es amor, es lo más bonito que pueda existir. Pero es delicado. Hay que saber cuidarlo. Filosófico, ¿no? Soy así desde que aquel chico ocupa espacio en mi corazón.

Se está acercando. ¿Hacia aquí? No lo sé. Me giro para ver si hay alguien detrás de mí. Nadie. Va con paso decidido. Derecha, izquierda, derecha, izquierda. Mis amigas me miran y me susurran cosas. No las escucho. Estoy sumida en mis pensamientos. Creo que el patio se ha hecho más grande, porque con cada paso le veo más lejos. Oh no. Fallo mío. Está cerca. Muy cerca. Me coge de la cintura. Me acerca a él. ¿Qué hace? ¿Qué hago? Me mira a los ojos. Ese brillo otra vez. Me quedo sumida en sus ojos. No escucho a nadie más, solo los latidos de su corazón. "Te quiero", me parece escuchar. Él ha movido sus labios. O eso me ha parecido. Se acerca. Un milímetro menos para rozar nuestros labios. Lo tengo más cerca. Un centímetro. Se queda quieto. ¿Espera a que sea yo quien dé este último acercamiento? Bueno, ¿por qué no? Acorto el espacio entre nosotros haciendo que nuestros labios se rocen. Mil mariposas revolotean en mi interior. Me está besando. Y yo le estoy correspondiendo. Solo estamos él y yo. Nos separamos. Me mira fijamente a los ojos y me vuelve a decir "Te quiero", esta vez le escucho. Y no puedo evitar que las mismas consonantes y vocales salgan de mi boca.

RELATOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora