5 | Algo más como una dirección

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Perdonad el retraso!! Es que no tuve tiempo el domingo pasado, pero ya tenéis dos nuevos capítulos disponibles ;)

***

Me prometí a mi misma que la cuidaría.
Quizá no sea la mejor persona y guarde secretos, pero al menos no soy como ellos.

—Fragmento recuperado de Em

—¡Dalia! ¡¿Puedes bajar?!

La voz de mi madre me sobresalta, mientras reviso el último reportaje para enviarlo definitivamente a Hanna Stev para que le dé el último visto bueno. Hoy me ha tocado trabajar desde casa y aunque creo que hace un tiempo, me habría encantado trabajar desde aquí, ahora no lo agradezco y desearía estar en la empresa de periodismo.

Estos días siento que mis padres están más...amables, por decirlo de alguna manera, aunque que creo que amable, tampoco seria la palabra correcta. No sabría como decirlo, siento que están felices por algo que no me comparten pero que a la vez sienten la necesidad de tratarme distinto, ¿más cariñoso quizá? 

Ni idea, cierro los ojos un momento intentando olvidarlo y quitándole importancia, mientras tecleo en mi ordenador las letras del nombre Hanna para poder enviárselo de una vez por todas.

Como si solo pensar en mis padres, ellos me habían escuchado, escucho la voz de mi padre alta y clara:

—¡DALIA!

Me sobresalto y me llevo una mano al corazón, lo noto palpitar muy rápidamente.

¿Hacia falta gritar tanto?

Teniendo en cuenta de que las paredes son tan finas que se escucha absolutamente todo, no, no hacia falta 

Me levanto en cuanto, de nuevo escucho la voz de mi padre gritar mi nombre. Camino a grandes pasos y abro el manillar de la puerta.

—¡Voy, voy! —digo mientras camino por el pasillo donde reina un silencio tan característico

En cuanto voy bajando cada escalón de las escaleras, me doy cuenta de que...

Alerta charla

Eso mismo.

Esta situación se me hacía conocida. Frunzo el ceño y miro a mis padres confusa.

Están sentados en el sofá principal, el que esta delante de la televisión del salón, y me sorprende encontrar a papá sentado ahí, y no en su butaca de siempre, que parece ya ser suya por la cantidad de horas que se ha pasado ahí leyendo o trabajando desde que era pequeña, y eso que tiene un mini estudio que comparte con mamá. Están sentados juntos, y...se dan la mano. No se cuantos años hace que no veo esa muestra de afecto en ellos, y eso hace que me tense de inmediato.  

—¿Pasa algo? —me sale de pronto

—No, no pasa nada —explica mi madre y da toquecitos a un hueco al lado suya—, siéntate.

Hago caso a lo que me dicen y los observo con incertidumbre. Sin despegar la mirada de ellos decido sentarme al lado de mi madre. Y empiezo a jugar con el cordón de mi sudadera nerviosamente.

Después de un silencio que me resulta eterno, mi madre comienza a hablar en voz baja y con rodeos:

—Dalia...veras cielo, hemos pensado que...nos gustaria comen...

—Vamos a viajar a Francia —me explica mi padre con la expresión seria, sin darle mas vueltas—. Nos vamos a vivir ahí.

Abro la boca para responder pero no se que decir. Aprieto los labios en una fina linea.

La Memoria de la Primavera | CORRIGIENDO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora