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—Vamos a empezar con el calentamiento. Rotamos el cuello, movimientos suaves.

Minho estaba parado frente a sus alumnas, manos sobre la cintura. Era un placer dar la clase a las ocho de la mañana, descalzo sobre los pisos de madera recién lavados, con el perfume a lavanda y las notas de piano en el aire.

—Hacemos círculos con los hombros hacia atrás... Y para el otro lado.

Las señoras que asistían a esta clase no tenían la intención de ser bailarinas, lo que buscaban era mantener el cuerpo en movimiento, socializar, romper la rutina. Minho había pensado que dar una clase tan básica sería un desperdicio de sus habilidades, pero la disfrutaba más de lo que quería admitir, y le quedaba el resto del día para enseñar niveles más avanzados.

—Vamos a sentarnos con las piernas cruzadas. Tomo aire, me estiro hacia el techo. —Toda la clase siguió sus movimientos—. Exhalando, b...

Un golpe. Risas. Alguien hablando a los gritos del otro lado de la pared.

—No le hagan caso. Me estiro y exhalando, bajo. Relajo el peso del c...

Otro golpe.

— ¿Será que hay algún problema? —preguntó una señora que todavía no se había sacado los anteojos. Minho suspiró.

Música. Todos se sobresaltaron.

Minho miró con odio en la dirección de la que venía el ruido, como si pudiera silenciarlo a fuerza de intimidación. El volumen de la música subió y el sonido hizo temblar los espejos.

Minho perdió la paciencia.

—Ya vengo.

Silencio [Minsung] 📻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora