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Jisung fue el último en irse.

— ¿Tengo algo en la cara? —preguntó Minho. Sentado en el piso, atándose los cordones, Han no paraba de mirarlo.

—Meh... Nada extraordinario.

Minho sacudió la cabeza.

—Apurate, tienen que entrar los de la próxima clase.

Jisung fijó la vista en sus cordones y se mordió el labio.

— ¿Lino?

—Ese no es mi nombre.

— ¿A qué hora terminás hoy?

—A las nueve.

—Cenemos juntos. —Jisung frotó sus manos en un gesto nervioso—. Puedo pasar a buscarte, voy a estar acá al lado. —Se rió—. Bueno, eso ya lo sabías.

— ¿Por qué?

— ¿Por qué no?

Ugh. Han Jisung era frustrante.


Minho estaba secando su cuello con una toalla cuando vio a Jisung asomarse por la ventana y saludar con una mano. La puerta estaba abierta, los últimos alumnos estaban terminando de salir. Cuando se quedó solo, Minho se acercó a la entrada. Jisung se paró frente a él.

—Hola —saludó—. ¿Me vas a cerrar la puerta en la cara?

—Lo estoy pensando.

— ¿Puedo pasar antes de que te decidas?

Minho le dio la espalda y caminó hacia el fondo del salón, donde había dejado sus cosas tiradas en el piso. Jisung lo siguió.

—Tu local no es igual al mío —dijo—. Vos no tenés los salones laterales.

—No.

—Y yo tengo los baños del otro lado.

Minho levantó sus cosas y caminó hacia la oficina.

— ¿Te interesa la arquitectura? —preguntó.

—La verdad que no. Estaba intentando sacar conversación.

Jisung se rió. Minho no pudo evitar sonreír. Guardó en la mochila una pila de papeles que tenía que revisar cuando tuviera tiempo libre y sacó una remera limpia.

—Wow —susurró Jisung cuando Minho se cambió la remera—. Eh... —Se aclaró la garganta. Sus cachetitos se habían puesto colorados—. Supuse que ibas a estar cansado y no ibas a tener ganas de salir. Así que compré comida. La dejé al lado, podemos comer ahí. O acá. O podemos salir a comer, en realidad. Como quieras.

Minho pestañeó.

—Comer al lado me parece bien.

Jisung sonrió.

Después de apagar las luces de su salón, activar la alarma y cerrar con llave, Minho lo siguió hasta el gimnasio. Se cruzaron con Chan en la puerta.

— ¡Buenas noches! —Chan saludó, y tiró las llaves del local haciendo que Jisung las atrapara en el aire.

El gimnasio era extraño cuando estaba vacío. Se notaba ordenado, cada cosa acomodada en su lugar; el ambiente muy quieto y en silencio. Las únicas luces prendidas eran las del área del mostrador. Minho se sorprendió de que oliera a desinfectante.

Jisung sacó los paquetes de comida de las bolsas sobre el mostrador.

—No sabía qué te gustaba, así que compré uno de cada uno. —Eligió una de las cajitas y se sentó en una silla.

— ¿Puedo agarrar este?

—El que quieras —respondió Jisung. Minho se sentó en la silla al lado de él—. ¿Querés escuchar música?

—Dios, no, por favor. Me gusta el silencio.

Jisung se rió.

—Sí, me enteré.

Minho se concentró en su comida por un minuto, hasta que levantó la vista para mirar a Han. Soltó una carcajada.

—Parecés... —Minho echó la cabeza hacia atrás mientras reía—. Parecés una ardilla cuando estás comiendo. O sea, más de lo normal.

Jisung tenía las mejillas infladas; Minho quiso morderlas. Jisung tragó antes de hablar.

—Me ofendés, Lino.

—Es verdad.

Jisung puso cara triste, pero sus ojitos estaban sonriendo.

—Me gustó tu clase —dijo—. Innie nos dijo que era divertido y yo no le creí.

— ¿Y?

—Meh. Está bien. —Jisung se levantó y se paró frente a Minho—. Puedo enseñarte a pelear, si querés.

Minho lo miró a los ojos antes de volver a concentrarse en su comida.

—Nah. Estoy bien.

Jisung le sacó la cajita y la dejó sobre el mostrador. Se acercó hasta que sus rodillas tocaron las de Minho y Minho las separó, abrió las piernas para que Jisung se acomodara entre ellas.

Jisung sostuvo el rostro de Minho con ambas manos, inclinándolo hacia arriba. La media sonrisa volvió a dibujarse en sus labios. Minho no se contuvo.

Silencio [Minsung] 📻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora