Silencio [Minsung] 📻

17

Estaban limpiándose en el baño cuando Jisung le hizo una pregunta.

—Lino... —Jisung se apoyó sobre la mesada, jugando con el borde de su remera—. Recién... ¿Dijiste que soy tuyo?

—Yo no diría algo así.

—Lino.

—Estábamos teniendo sexo, no tomes en serio nada de lo que dije.

Jisung se cruzó de brazos y lo miró mal. Minho terminó de secarse las manos antes de devolverle la mirada. Jisung suspiró.

—No importa —dijo—. ¿Puedo hacerte otra pregunta?

— ¿Puedo evitarlo?

— ¿Querés salir conmigo?

— ¿Qué? —Minho levantó las cejas.

—Salí conmigo. Empecemos de nuevo.

— ¿Por qué?

— ¿Por qué no, Lino? ¿No te gusto?

Minho no contestó.

—A mí me gustás.

Minho se rió.

—Lino, ¿podés decirme qué sentís? ¿Podés ser sincero conmigo?

Jisung apoyó las manos sobre los hombros de Minho y trató de mirarlo a los ojos, pero Minho fijó la vista en la jabonera. Las cosas que Jisung estaba diciendo le revolvían el estómago.

—No, no sé qué te estoy pidiendo... Ni siquiera podés ser sincero con vos mismo.

Jisung se fue. Minho lo dejó ir.

Jisung no fue a clase el día siguiente. Minho pensó que el salón se sentía vacío sin él.

No fue a clase el día siguiente a ese, tampoco. Minho pensó en mandarle un mensaje para preguntarle si estaba bien, pero decidió no hacerlo.

El tercer día, Minho pensó en pasar por el gimnasio para verlo, pero se le ocurrió que era un buen momento para intentar cumplir su promesa de no volver a pisar ese lugar.

El cuarto día, Minho se dio cuenta de que la música de al lado no había molestado durante la última semana. Bien; algo bueno tenía que salir de toda esta locura.

El quinto día, Minho no pensó en Han hasta que pasó algo.

Les ordenó elegir una pareja para hacer un ejercicio, y Felix fue corriendo hacia Changbin. Hyunjin, que estaba esperándolo con los bracitos abiertos, se enojó. Minho nunca lo había visto enojado. Hyunjin era una persona súper expresiva: lloraba por cualquier cosa y hablaba a los gritos y se reía con todo el cuerpo, pero Minho nunca lo había visto demostrar una emoción tan genuina.

— ¡Felix! —Hyunjin dijo. Todo el mundo volteó a mirarlo—. No.

— ¿No? —Felix estaba confundido. Hyunjin respiró hondo.

—No vayas con él. —Las manos de Hyunjin estaban temblando y apretó los puñitos para disimularlo—. Sé mi pareja, Felix.

— ¡Oh! ¡Okay! Hagamos el ejercicio juntos.

—No. Sé mi pareja.

— ¿Oh? —Felix inclinó la cabeza a un costado.

—Hace años que estoy enamorado de vos, Felix. —Minho sabía cuánto le había costado a Hyunjin decir esas palabras antes, y ahora lo estaba haciendo—. No quiero seguir siendo amigos, nada más. Quiero que estemos juntos.

Su labio temblaba y sus ojitos estaban llenos de lágrimas, pero Hyunjin había logrado decir lo que no había podido decir nunca.

Felix se rió. Saltó sobre Hyunjin, atrapando su cintura con sus piernas, y lo besó.

Y Minho –débil, estúpido, Minho– ni siquiera podía ser sincero consigo mismo.