Drabble 9

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Akaza se trasladó de nuevo al distrito de la noche anterior para usar el mismo truco: aparentar ser un niño humano y así poder conseguir ayuda, en esta ocasión no sabía a quién recurrir por lo que simplemente se acercó a una casa cualquiera y tocó la puerta esperando tener suerte.

- Buenas noches, siento las molestias, ¿Podría regalarme algo de pomada para mi gato? -pidió el pequeño Akaza con voz suave alzando a Kyojuro con ambas manos para que lo vieran bien.

- ¡Mi vida, qué hermoso gatito! -exclamó una mujer al abrir la puerta. –¿Qué le sucedió al minino?

- Ehh, cayó mal de un árbol y seguro debe dolerle su cuerpecito, solo quiero algo de pomada para que no pase mucho dolor.

- Eres un niño muy bueno, te traeré pomada, espérame un momento. -dijo ella dejando la entrada, a los pocos segundos regresó con un frasco abierto.

- Adelante, puedes tomar lo que gustes para el gatito.

Akaza tomó un poco del ungüento y en ese mismo instante comenzó a aplicárselo a Kyojuro, dándole un suave masaje en el lomo, alzó la mirada para agradecer amablemente la ayuda, estaba a punto de irse cuando recordó lo segundo que necesitaba.

- Disculpe, ¿Sabe dónde hay otros gatos? Me gustaría que el mío tuviera amigos. -dijo en obvia mentira.

La mujer sonrió enternecida, la inocencia de los niños podía llegar a ser muy dulce.

- A la salida del distrito hay un cementerio, en algunas tumbas se reúnen los gatos sin hogar, pero no deberías ir a esta hora, es peligroso rondar el cementerio de noche.

- No se preocupe, iré de día, muchas gracias por todo. -dijo dedicándole una tierna sonrisa, se retiró tranquilamente con su gato.

Por supuesto no hizo caso, caminó justo hacia el cementerio, detectó que no había personas dentro, por lo que recuperó su apariencia demoniaca y se dirigió rápidamente donde se encontraban un montón de gatos echados, entre ellos estaba lo que quería, hierba para gatos.

Era mejor recolectarla de forma silvestre que pedírsela a cualquier humano.

Kyojuro maulló preocupado al ver el estado de los otros gatos, se veían como mareados.

- No te pasará nada, te daré solo un poco para que te relajes. -aseguró el demonio abandonando aquel oscuro sitio.

De vuelta en casa, Kyojuro lamió y masticó su ramita con gusto y al poco tiempo lo invadió una enorme sensación de felicidad, se puso a maullar, saltar y correr por toda la habitación de Akaza, lo bueno es que él no tenía cosas frágiles ahí, si el gato hacía un desorden lo podría arreglar más tarde, el efecto duró pocos minutos, cuando se le bajó la euforia se tiró en la cama donde Akaza lo estaba esperando.

- ¿Te sientes mejor, mi gatito? -preguntó con dulzura acariciándole la espalda.

Kyojuro maulló feliz en respuesta.

- Me alegro… siento mucho que ese idiota te haya lastimado.

Cuando el gato escuchó la palabra “idiota” recordó enseguida a la Luna Superior 2, necesitaba saber más sobre él, maulló con insistencia.

- ¿Qué? Me refería a Douma, te hizo llorar porque te lastimó con sus horribles uñas.

Emitió otro maullido y movió sus patitas delanteras pidiendo más detalles.

- Supongo que quieres saber más sobre el idiota -se resignó Akaza recordando ese anterior comportamiento de curiosidad.

El gato movió la cola en señal de éxito.

- Sinceramente no sé mucho sobre él en lo personal, se convirtió en demonio después que yo, pero lamentablemente me superó en poder, por eso él es la segunda luna y yo la tercera, todo porque come demasiados humanos, en especial mujeres, en ese aspecto nunca le podría ganar al desgraciado. -admitió con pena y molestia.

Kyojuro maulló intrigado, ¿A qué se refería con eso último?

Akaza respiró profundo, después de considerarlo algunos segundos decidió contarle a su amiguito.

- Quiero decir que Douma me superó porque come principalmente mujeres y yo no lo hago, ni siquiera las lastimo, de hecho podrían neutralizarme en una pelea si los Pilares que tuviera que enfrentar fueran mujeres.

Kyojuro se quedó mudo de la sorpresa, quiso saber más sobre Douma y terminó conociendo la debilidad de Akaza, buscó bronce y encontró oro, sintió unas ganas enormes de salir disparado de la cama y huir de ese lugar para contarle a los demás cazadores lo que acababa de descubrir.

Pero empezó a sonarle la pancita, esa hierba de gatos le había dejado mucha hambre.

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Notas de autor: lo de la hierba en el cementerio es porque alguna vez leí que sería genial que al fallecer uno, su tumba tenga mucha de esa hierba sembrada para que los gatitos siempre te visiten y me pareció un bonito detalle.

Muchas gracias por leer y votar (⁠ ⁠◜⁠‿⁠◝⁠ ⁠)⁠♡

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