—¿Quién más ha visto este video?
—20 mil personas, por lo visto. Y parece que va en aumento.
Iizuna deja de mirar el video que se reproduce en bucle en su teléfono para mirar a Motoya que luce inquieto, pálido y algo nervioso. Lo mira durante unos largos segundos que podrían ser insignificantes si tan solo no lo mirara de la manera en la que lo está haciendo.
Mastica un poco más la goma de mascar que tiene en la boca y hacer una bomba para luego reventarla con la lengua.
Lo hace de una forma grotesca que incomoda aunque Motoya, que lleva rato lidiando con ese tipo de trato, debería estar acostumbrado ya.
9 años para ser exacto, Incluso un poco más.
Desde los inicios de la banda Iizuna siempre ha sido una persona con la que es muy difícil de lidiar. Muy voluble y fácil de irritar aunque verdaderamente lo que irrita es su personalidad de diva. No es del tipo de persona que te da gusto ver y con la que quieres entablar una conversación. O quizá sí, siempre y cuando Iizuna mienta y te diga que si estás cerca de él podrás tener un beneficio a cambio. Que finja que es la personificación de la amabilidad mientras pone su mejor sonrisa ensayada para agradar a todos.
En eso es un maestro. A él y a Kiyoomi los engañó por completo el día en que lo conocieron.
Pero volviendo al asunto, para Motoya ya van 9 años en los que tiene qué lidiar con él en un contexto que se sale, por mucho, del habitual que sería tratar con él como un ex miembro de la banda y como el hijo del CEO de la disquera bajo la que están firmados.
La goma de mascar hace plop unas dos veces más en las que Motoya traga grueso sosteniendo su teléfono.
Esperaba —le rogaba a los dioses de hecho— que el video que le habían pasado de casualidad a él por mensaje privado fuera un espejismo. Que no fuera real. Y que, sobretodo, Iizuna no diera con él.
El castaño iba a encontrarse con los demás chicos luego de haber terminado el concierto en Inglewood para comenzar a moverse a Los Ángeles, que era el siguiente sitio al que se dirigían. Todos ya se habían adelantado a él y Motoya habría podido alcanzarlos de no ser porque Iizuna lo interceptó y no tuvo más remedio que seguirlo hacia uno de los autobuses en los que transportaban al staff y otros instrumentos no tan exorbitantes de tamaño.
No tuvo opción.
Así como no tuvo opción su primo cuando, tras finalizar el concierto y bajaron del escenario, recibió una cachetada de parte de Iizuna y delante de todos.
Motoya reaccionó tarde pero pintó el mismo gesto de consternación que los demás miembros al ver que se avecinaba otra confrontación de ellos dos. No...Esa no parecía otra de sus tantas confrontaciones típicas de los ex tóxicos que terminan y regresan a cada rato. Motoya sabía perfectamente a qué se debía el enfado y el odio con el que Iizuna miraba a Kiyoomi en ese momento y cree que para el resto también era demasiado obvio el motivo de ese arrebato.
Lo último que supo de ellos dos es que tuvieron una fuerte discusión, seguramente dentro de ese mismo autobús en donde Iizuna lo mandó a llamar.
La evidencia en sus manos no pretendía llevársela a él como cada una de las cosas que Motoya estuvo forzado a mostrarle o conseguir sobre Atsumu desde el día en que este decidió dejar la banda y Kiyoomi cayó en una profunda depresión.
No era el sueño de Motoya volverse el informante de nadie, mucho menos de Iizuna pero en aquél momento, bajo amenazas y con las promesas de que sus deudas de dinero podrían ser resueltas si aceptaba trabajar para él muy aparte del trabajo que de por sí ya hacía como miembro de la banda, lo hicieron tomar una decisión apresurada y quizá, estúpida.
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There's no way 【Haikyuu-SakuAtsu】
FanfictionAtsumu Miya es un nómada digital a tiempo parcial cuando la señal del internet es buena y también el padre soltero de tiempo completo de Senri Miya, un niño encantador de ojos dorados y cabello rizado que para tener tan solo ocho años conoce más est...