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Klaus subió decidido a la segunda planta de la mansión no bien terminó su cena.

Había pasado una hora desde que Cinco se encerró en su recamara, molesto por la decisión de su padre sobre el tema de los viajes en el tiempo. Había sido un preludio de cena frustrante, con Cinco irritante y Reginald ignorandolo todo el tiempo. Klaus había sido testigo en primera fila, puesto que su lugar estaba al lado de su apuesto hermanastro.

Quizá no era prudente lo que hacía, pero al fin se decidió a llamar a su puerta.

-Eh, Cinco. Estas bien?- preguntó nervioso antes de entrar.

Sentado sobre la cama, Cinco miró hacia arriba y suspiró, frotándose las sienes.

-Sí, estoy bien. Solo estoy... estoy un poco enojado, ¿sabes?- resopló, cruzando los brazos-. Es solo que... Él nunca escucha. Como siempre. Siempre se trata de "no podemos arriesgarnos a estropear el continuo espacio-tiempo" o alguna basura así- murmuró, tratando de imitar el acento elegante de Reginald que usaba cuando hablaba con otras personas de elevado prestigio, socios en su mayoría-. Es tan molesto.

Klaus no pudo evitar reír al oírle imitar la voz de su padrastro. Tuvo que cubrirse la boca para ahogar las carcajadas cuando escuchó a Pogo caminando por el pasillo.

Precavido, decidió cerrar la puerta por si acaso.

-Oh, vamos- trató de animarlo- Eres muy inteligente, ¿Por qué no intentas hablar de nuevo con él? Quizá mañana te escuche.

Cinco dejó escapar un suspiro de molestia, rodando los ojos.

-Sí, claro, iré a hablar con él mañana. Y luego me dirá lo mismo que me dijo las otras cien veces que lo intenté- su rostro se puso serio cuando miró a Klaus, frunciendo el ceño-. No tengo ninguna duda de que sabes lo terco que puede ser. No hay forma de convencerlo, Klaus. Él no cederá.

Odiaba admitirlo, pero Cinco tenía razón en todo, como de costumbre.

-¿Y si traes algo de tu próximo viaje para que él vea que no es tan malo?- sugirió, golpeándose el mentón con los dedos-. Algo como un objeto valioso o qué se yo.

El rostro de Cinco se quedó en blanco por un momento antes de iluminarse, una sonrisa astuta apareció en sus labios.

-Tú, hermano mío, eres un genio. No sé qué haría sin ti- admitió entre dientes, poniéndose de pie y dándole una amistosa palmadita a Klaus en el hombro-. Volveré, y traeré algo.

Se dio la vuelta y salió de la habitación, dirigiéndose a buscar lo dicho.

Ni bien salió de la habitación, la preocupación empezó a asediar a Klaus.

¿Había hecho lo correcto?

Siempre que intentaba ayudar, terminaba estropeando las cosas.

-Eh, Cinco, espera...¿No quieres que te acompañe por si acaso?- corrió a alcanzarlo antes de que fuera tarde para detenerlo.

Cinco se detuvo, dio media vuelta para mirarlo con cierta molestia.

-¿Es en serio?

Dejó escapar un suspiro de frustración.

-Está bien, está bien. Sí... no debería ir solo de todos modos. Ven conmigo- invitó, girando y volviendo en dirección a su habitación.

Klaus suspiró aliviado al saberle de vuelta. No podía dejarle ir así como así. Reginald lo mataría y además...quería ser parte de su aventura.

-No sé muy bien como funcionan tus poderes, pero...intenta transportarme contigo...¿Podrás?- arqueó una ceja, expectante.

Cinco lo observó confundido por un momento antes de asentir.

Daño colateral.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora