III

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Intranquilo, Klaus tomó a la bebé de los brazos de Grace. Asintió a lo dicho por Cinco y fingió ponerse un cierre en la boca.

Mientras tanto Reginald los observaba altivamente, en especial a número Cinco.

-¿Y bien? ¿De dónde y por qué trajeron a este bebé?- demandó en tono severo una respuesta inmediata.

El bebé se despertó con el movimiento, soltando un ruidoso llanto cuando lo sacaron de los brazos de Grace. Cinco se estremeció ante el ruido, un poco preocupado, pero se mantuvo firme y enfrentó a Reginald.

-Esto va a sonar increíble- dijo, tomando una respiración profunda antes de continuar-. Pero robamos este bebé de otro universo para salvar el mundo. No, no estoy bromeando. Puedo explicarlo, solo...dame la oportunidad de hacerlo.

Klaus arrulló al bebé y caminó un poco para volver a dormirlo.

Todo lo que quería era que su padre y Cinco se arreglaran de una buena vez para no estar atrapado en medio de aquella incómoda guerra fría.

Pero cuando Cinco empezó a hablar, Klaus entornó la mirada, pasmado. No era la primera vez que oía hablar de las conjeturas complejas de Cinco sobre un futuro apocalipsis, las implicaciones y riesgos de que uno de ellos creciera.

Por lo tanto ese bebé, ¿Era uno de ellos?

¿Quién?

Reginald se acercó furioso a Cinco, lo tomó de los hombros para forzarlo a mirarlo.

-Sígueme a mi despacho- le ordenó circunspecto.

Cinco se estremeció cuando Reginald lo agarró de repente. Se quedó en silencio por un momento antes de asentir, con los ojos muy abiertos y temerosos al ver al anciano alejándose con pasos atronadores.

-Está bien... ya voy- afirmó, su voz quebrándose un poco, temeroso de pensar en lo que podría pasar... ¿y si Reginald lo lastimaba?

Furtivamente, miró a Klaus, con la preocupación latente en sus ojos azules mientras sacudía la cabeza ligeramente. Luego, siguió a su padre hacia su oficina, con el miedo y la angustia escritos en su rostro.

Ver la expresión aterrorizada de Cinco creó una enorme contradicción en Klaus. No podía dejarle todo el problema con Reginald. Sobretodo porque había sido su "gran" idea la reconciliación.

-Mamá- con cuidado, le entregó a Grace el bebé y esperó a que subieran las escaleras para seguirlos de cerca. Si el asunto se salía de control, intentaría apelar en favor de Cinco. Aunque en el fondo también le temía a Reginald...y mucho.

Reginald irrumpió en su oficina, cerró la puerta de un portazo antes de girarse para mirar a Cinco. Su rostro era pétreo y completamente libre de emociones, hasta que empezó a demudar poco a poco.

-Explicate tú mismo, número Cinco- demandó, su voz alta y fría. Sus ojos eran duros y agudos. Tenía los puños apretados a los costados. Era fácil darse cuenta de que estaba furioso, pero lo que más quería era una explicación de lo que estaba pasando y por qué tenía que perder el tiempo lidiando con esto.

Cinco tragó saliva, dándose cuenta de los problemas en los que estaba metido.

En cuanto la puerta se azotó, Klaus se mordió las uñas. Primera mala señal. La segunda fue oír la atronadora voz iracunda pidiéndole explicaciones a Cinco.

"¿Qué hago?" Pensó angustiado, acercando su oído a la puerta para oír la respuesta de Cinco.

Hubo una larga pausa que solo hizo que Klaus temiera lo peor. Fue entonces que escuchó un fuerte estruendo y un grito ahogado de Cinco. Luego, hubo otro largo silencio, que desembocó en un fuerte golpe, como si una mano hubiera golpeado la mesa.

Daño colateral.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora