VI

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-No tenemos mucho tiempo- susurró Klaus con la niña en brazos al entrar a la habitación de Cinco. Este aguardaba de pie junto a la cama, de brazos cruzados y con la mirada perdida, como si estuviera meditando otra vez sobre la cuestión.

-Bien.

Despacio se acercó a Klaus y lo tomó de la mano. El toque fue a un tiempo electrizante y mágico y le arrancó a Klaus una sonrisa inmediata. Entonces Cinco se concentró en hacer fluir su energía para abrir el portal y, en menos de tres segundos, ya estaban dentro del hospital.

-Que raro- murmuró Klaus viendo confuso en derredor-. Se ve diferente.

Cinco exhaló largamente, después se volvió hacia la ventanilla de orientación.

-Solo déjala- lo apuró-. Yo me haré cargo esta vez. Nos vemos en unos minutos en el estacionamiento.

Había algo que no cuadraba en todo eso. Pero Klaus decidió no pensar más y en cuanto Cinco se acercó a la ventanilla, fue presuroso hacia el cuarto de las incubadoras.

Por suerte la bebé estaba dormida cuando la sacó de la cuna en el sótano. Reginald Hargreeves era un ser despreciable por poner a Grace al cuidado entero de la bebé. Lógicamente Grace necesitaba sus buenas horas de carga, y mientras tanto no podía apartarse de la toma de corriente. Estaba en modo ahorro de energía cuando Klaus bajó sigiloso. Le daba miedo pensar en lo que habría hecho Reginald si acaso Vanya se despertaba por la madrugada antes de que Grace se cargara y empezaba a gritar.

Al menos ahora estaría sana y salva donde pertenecía. Si la línea temporal seguía su curso como Cinco había calculado, ella retornaría enseguida al presente. Así Reginald estaría contento, Vanya regresaba con la familia y nadie corría ningún riesgo.

¿Verdad?

Klaus tragó pesado al entrar a la habitación. Había solo dos incubadoras vacías. Se dirigió a la primera y colocó con cuidado a la bebé dentro.

-Tranquila, hermanita- la reconfortó al cobijarla-. Pronto volverás a casa.
*

Tal como había dicho, Cinco estaba en el estacionamiento para cuando Klaus dejó el hospital. Todo lucía tan familiar que experimentó un fuerte deja vu al hallarse ahí.

-Vamonos ya, Klaus.

Sin embargo, Cinco volvía a apresurarlo, sin darle tiempo a adivinar a qué se debía esa sensación extraña.

De nuevo estaban en la mansión.

-Ahora vete- farfulló Cinco como demanda. Su semblante apático le impedía a Klaus enterarse de lo que sentía o pensaba.

-Claro- musitó algo desilusionado-. Sobre la cita...

-Ya veremos otro día. Si es que aún quieres tenerla.

Klaus asintió y salió entre desconcertado y decaído. No entendía la conducta arbitraria de Cinco, pero tampoco quería presionarlo.

Daño colateral.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora