Libro compuesto por 20 relatos ficticios, de distintos géneros y extensiones.
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Historias, sin conexión entre ellas, que te harán llorar, enamorarte o asquearte. Activarán tus emociones, y a flor de piel sentirás cada frase, como si fuera tu realid...
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¿Alguna vez has probado la sangre? ¿Fue por gusto o deber? ¿Lo has hecho más de una vez? ¿Que te pareció? ¿Cálida, desagradable, suave? ¿Qué opinas de los que la bebemos por gusto, cada vez que nos provoca, porque nos parece deliciosa y siempre en grandes dosis? Pensarás que soy un enfermo, de seguro.
La primera persona que me dijo "enferma" fue mi ex novio, cuando llegue al motel con unas inyectadoras llenas de sangre que me robe del hospital, para divertirnos. Me abandono en aquel lugar a mitad de la noche. Creía que era el indicado. Ambos teníamos muchas fantasías y creatividad, nos la llevamos muy bien, por eso decidí aumentar el nivel de nuestra confianza y destapar mi mayor deleite ante él. Muy lejos de deprimirme, tome mis inyectadoras y las vacíe en la bañera, para darme un lujoso baño rojo, sola y desnuda.
Se preguntarán cómo nos conocimos, casualmente dos amantes del oro rojo. Sencillo. Ella fue acusada por otra enfermera, con una vida aburrida y mucho tiempo libre para entrometerse en la vida ajena, de robar sangre de la reserva en la clínica donde trabajaba. Yo escuché del caso y lo solicité. De allí partió todo, sin conocernos ni hablar de nada, entendió que yo era como ella. Su otra mitad.
Yo solo deseaba no caer presa y encontré a mi alma gemela. Creo que Fabio y yo, nos complementamos, desde vidas pasadas. Seguramente somos una misma alma dividida en dos. Quizás el fue Vlad "El Empalador" y yo su fiel servidora y amante, la que lo lavaba después de destripar a sus enemigos. Es poco compresible nuestra unión, pero es así de intensa. Yo ya no vivo sin él, y me gusta pensar que el sin mi tampoco.
Valen y yo hemos mejorado nuestras tácticas de cacería. Sin riesgos. No queremos más manchas en nuestra moral o chismes en nuestros trabajos. Obtenemos nuestro elixir de personas sin razón existencial en este planeta. O escorias sociales. Cómo los delincuentes culpables que salen libres por una pequeña mala gestión de mi parte. A veces nuestra adicción resulta bastante beneficiosa para algunos.
Nuestra primera vez fue con mi querida compañera, la que me acuso aquella vez y gracias a la que conocí a Fabio, una solterona sin familia a quien le importe. Ella fue nuestro ensayo y error. Cometimos el error de dejarla sin una gota de sangre en su cuerpo, lo que levanto muchas sospechas, y nos tocó desaparecer antes de siquiera empezar. Hasta muerta esa mujer fue un problema para mí. A Fabio le pareció favorable todo, porque así pudo crear un plan de ejecución más limpio e indetectable.
Nos tildaron de vampiros despiadados y sin remordimiento, mi Valen entro en pánico y debí moverme rápido. Si supieran que los hemos salvado de traidores, violadores y asesinos, con nuestra "salvaje adicción y naturaleza", nos respetarían, agradecerían e incluso apoyarían a qué sean más seguidas las cacerías. Limpiamos la cuidad sin que nos paguen. Los cazadores se vuelven nuestras víctimas.
Ya tenemos 5 años en esto y hemos perfeccionado mucho. No dejar rastro, pero si dejar sangre. Nada de drogadictos, enfermos, prostitutas o vagabundos. Tampoco cazamos tan seguido, con uno nos basta por un tiempo, eso hace que, Fabio, estudie el panorama y decida los próximos pasos, y que las investigaciones se enfríen un poco.
Valentina aún se asusta. Cuando ve en las noticias que buscan a dos asesinos en serie, ella quiere huir y abandonar todo. Pero no es conveniente, aquí manejo mucho más a las personas y a mis contactos. Y a mis presas. Por lo tanto, debo controlarla a ella también.
Como hago parte del gremio médico, siempre procuro que no sufran, que Fabio no se irrite y les haga daño. Mi trabajo con ellos, es anestesiarlos y sacar su sangre sin errores, es como si realmente no murieran si no que se quedaran dormidos, hasta siguen calientes cuando, mi compañero, se los lleva. Ese es su trabajo, capturarlos, llevarlos al punto de encuentro y luego, desaparecerlos de nuestro camino.
Nos hemos reunido con otros cazadores, con más experiencia y habilidades, los cuales nos han enseñado detalles y otras técnicas un poco más agresivas, pero Valentina no ha querido probar ninguna ni dejarme hacerlo. Creo que en parte le agradezco que me mantenga un poco controlado, porque así no se comenten errores, sin embargo, por otro lado... creo que tampoco le conviene mucho, porque a fin de cuentas está reteniendo a una bestia que está en mí, y que se cansará de estar encerrada en esta pequeña jaula... y su primera práctica y alimento puede ser, mi querida Valentina.