Libro compuesto por 20 relatos ficticios, de distintos géneros y extensiones.
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Historias, sin conexión entre ellas, que te harán llorar, enamorarte o asquearte. Activarán tus emociones, y a flor de piel sentirás cada frase, como si fuera tu realid...
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He sido hija, nieta y bisnieta. He sido niña, mujer y ahora anciana. Y en todos esos procesos he sido madre, abuela y bisabuela. Hay tantos años y experiencias, en este cansado cuerpo, que ya no solo mis hijas me llaman, Mamá Mercedes, sino todo el pueblo donde he estado desde antes de tener canas.
He sido la partera de todos los niños que ven jugueteando en las calles y de los jóvenes enamorados de la plaza. Algunas han aprendido rápido y están a nada de ser las parteras de las próximas generaciones. Mientras que otras desean conocer como hago cada preparado herbal para cada gripa o malestar, así como el uso de todas las plantas de mi jardín.
He parido a tres hijas, pero he criado, creo que no menos de 100. Supongo que la afinidad de otras madres conmigo fue por mi forma de hacer las cosas diferentes. Me tocó trabajar mucho en romper límites, patrones y miedos, transmitidos desde mis antepasadas, para liberar a mis hijas de esas cadenas. Y al parecer era lo que muchas querían, pero ninguna se atrevía.
Honro, respeto y agradezco, a diario, a mis ancestras y maestras. Sin ellas no estaría aquí. Y eso mismo he transmitido a las hijas de mi carne y a las de la vida. Creo que lo único que existe mejor a enseñar y guiar a las nuevas generaciones, es el ser madre.
Moldear vidas que forjarán el futuro, es una gran responsabilidad y riesgo. Pero saber que algunas familias tendrán generaciones sanas y libres de cargas, lo recompensa todo. Agradezco a todas las madres que me permitieron estar aquí, y agradezco a todas las madres de tu familia, porque gracias a todas ellas pudiste llegar a lo que eres hoy.
Les deseo con amor que sean madres, a todas aquellas que lo deseen y a las que no lo deseen, deseo que aún así puedan transferir sus conocimientos, vivencias y superaciones a hijas del camino o hermanas de la vida. Para que sigamos creciendo y evolucionando, unidas, con una conexión única como la de una madre con su cría.
