Por alguna razón el camino de regreso es más corto, para cuando se dieron cuenta, estaban cerca de Kakariko, la princesa había pedido que llegaran de camino a Hatelia, pero ahora que estaban por ahí, la idea ya no le parecía tan atractiva. -¿Sabes, Link? No tenemos que llegar. -dijo Zelda con un puchero. La rubia lucía cansada y cómo no iba a estarlo si habían dormido muy poco antes de volver a partir. -Los caballos están cansados también y podemos ir cualquier otro día, no era nada importante. -Aseguró.
Link no cuestionó a su chica y sólo asintió con la cabeza, siguieron cabalgando con calma hasta Hatelia, en el fondo se sentía feliz de no tener que hacer una escala más y poder llegar más pronto a casa, lo primero que haría sería buscar Princesa de la Calma para adornar el florero de la mesa y después sentarse bajo el enorme árbol que adornaba un costado de la casa y disfrutar de su piscina natural como la llamaba Zelda, un pequeño estanque de agua cristalina.
Zelda por su parte, quizá no lo diría en voz alta, pero qué bien se sentía no tener que cumplir con el deber. Aunque a diferencia de Link, quien sabía llegaría a seguir descansando, ella tenía pendientes los libros que tomó del laboratorio de Prunia para continuar con unas investigaciones, aunque la paz reinaba en Hyrule y no había ni rastros de la calamidad, era una especie de necesidad saber que todo estaba bajo control, muchas veces Link tenía que calmar sus ansias cuando ella se empezaba a preocupar, quizá eran los estragos de haber vivido tanto tiempo en constante guerra, se repetía a sí misma que tenía que disfrutar de lo que estaban viviendo y aunque lo hacía, había ocasiones en las que las preocupaciones se colaban a su mente.
-¿Qué opinas? -preguntó Link sacándola de sus pensamientos.
-¿Qué? -contestó la princesa, quien no había escuchado una palabra.
-De pasar el invierno en la playa. -le repitió su chico. - Podemos alojarnos en la aldea Onaona y olvidarnos del frío.
-Para olvidarnos del frío, podríamos ir con las Gerudo. -sugirió la chica, Link hizo una mueca en respuesta, provocando la risa de Zelda. - Tienes razón, está más lejos. Aunque no podemos evitarlo para siempre, Prunia considera importante que revisemos a las bestias divinas... Quizá podríamos organizar un viaje. -La princesa volvió a reír cuando escuchó a su caballo soplar. Acarició al animal con cariño y negó con la cabeza. - No tan pronto como crees.
Lo más bonito de Hatelia es que el lugar parecía que siempre estaba esperando por ellos, como si nada hubiera cambiado en los días que estuvieron lejos. Así se sentía volver a casa.
Link se encargó de guardar a los caballos, mientras Zelda organizaba las cosas que habían traído del viaje. No le tomó mucho tiempo y mientras él regresaba, la chica se sentó a leer uno de los manuscritos de Prunia.
El rubio entró con sigilo a la casa, no sabía si Zelda dormía ya y no quería despertarla en ese caso, pero lo que vio al abrir la puerta lo hizo sonreír. Siempre que la veía tan perdida en sus investigaciones, una sonrisa adornaba su rostro, no sabía si ella era consciente de lo preciosa que se veía estando concentrada y tomando sus propias notas. El rubio permaneció viéndola unos segundos hasta que la chica sintió la mirada y alzó el rostro para encontrarse con Link viéndola desde la entrada.
-Cualquiera pensaría que eres un acosador. -bromeó y estiró su mano para invitar al chico a sentarse a su lado. Link no lo pensó dos veces y la acompañó. El silencio reinó entre los dos, uno cómodo y cálido. La chica se recargó en él para seguir leyendo.
-¿Podrías leer en voz alta? -preguntó Link. Zelda lo miró confundida, las investigaciones no eran su cosa favorita. - Me gusta escucharte.
••••
Quizá era la comodidad de no tener que vivir al día y no saber si habría un mañana, pero el tiempo se les fue sin ser muy conscientes de la cantidad de días que habían pasado desde que volvieron. Cada uno sumido en sus propias actividades y compartiendo la mayor cantidad de tiempo que podían juntos. Como el invierno estaba cerca, los vecinos pedían ayuda a Link para reparar los imperfectos de sus casas, el rubio aceptaba con gusto y en agradecimiento, estuvo recibiendo cantidades increíbles de comida. Zelda pasaba la mayor parte del día con Prunia y Symon.
Las noches eran similares a aquella en las Termas Goron, otras estaban tan cansados que sólo llegaban a abrazarse para dormir.
La tormenta que había llegado parecía no ceder. Zelda observaba por la ventana de su habitación cómo los relámpagos iluminaban el lugar, era raro que hubiera una tormenta eléctrica, pero asumía que era parte del nuevo orden de las cosas o algo así. Tardó unos minutos en darse cuenta que Link se quejaba por lo bajo mientras dormía. Zelda se volvió para acariciar su brazo con delicadeza. -Estás dormido, Link. -le dijo en un susurro, pero el rubio no dejaba de quejarse, fruncía el ceño y se removía en su lugar. - Sólo es un sueño, Link. -le habló un poco más alto. Nunca había visto al chico de esa manera y aunque no quería preocuparse, no pudo evitarlo. -Link... Link... -lo llamó para despertarlo.
El rubio abrió los ojos con terror, jaló aire con la boca bruscamente y se incorporó tan rápido como pudo, provocándose un pequeño mareo. Sostuvo su cabeza y respiraba agitadamente. Zelda lo veía desconcertada. -Tranquilo, sólo fue un sueño. -le aseguró en voz baja, sentándose en la cama para estar cerca de él. - ¿Quieres contármelo? -Link negó con la cabeza y suspiró cerrando los ojos, sintiéndose aliviado de haber despertado de su pesadilla. Zelda se levantó de la cama con calma para poner la tetera. Quizá un té de lavanda le haría bien a su chico. Link se quedó perdido, viendo un punto en el espacio repasando su sueño. Desde que dormía con Zelda no había tenido uno igual y a ser sinceros, le preocupaba el mal augurio que le dejó instalado en el pecho.
La terrible pregunta ¿Y si esto nunca termina? Rondaba en la cabeza de Zelda. Preparó una taza de té para ella también y subió despacio a la habitación para poner ambas tazas sobre la mesita de noche, Link observaba la ventana, pero la lluvia no le permitía ver con claridad, se volvió cuando sintió a su chica con él.
-Lo siento. -Dijo en voz baja.
-No pasa nada. -Respondió ella con una sonrisa pequeña. -Bebe, te sentirás mejor.
Pero no fue así. Ambos pasaron una noche extraña, despertando cada cierto tiempo sólo para encontrarse con la oscuridad de la habitación, una que sentías te consumía por dentro. Lo mejor en esos casos era volver a cerrar los ojos con fuerza y esperar que en la mañana todo estuviera bien.
El día permaneció nublado, cuando Zelda despertó, estiró la mano para abrazar a Link dando pequeñas palmaditas para buscarlo, abrió los ojos cuando se dio cuenta que éste no estaba en la cama. La rubia que se apresuró a bajar, se encontró con la puerta abierta. Link volvía con una expresión seria en el rostro.
-Hey, buenos días. -Saludó a su chica dándole un beso en la frente. Zelda lo miró desconcertada. Link suspiró e invitó a la chica a sentarse para mostrarle lo que llevaba en la mano. Era una carta. Zelda la tomó para leerla, pero Link fue más rápido. -Tenemos que ir a Kakariko cuanto antes. Es Impa. -Dijo sin rodeos.
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Los designios de la Diosa (Zelink)
Fanfiction📎 Historia Original •Ubicada en algún momento de paz en Hyrule después de BOTW:) •Contenido maduro. •La fotografía de portada no me pertenece, todos los créditos a su autor. •Es un fanfic:) ◇Fluff, smut, piece of life.