Poco después del funeral de Impa.
El silencio se hizo presente en ese laboratorio y la mirada de Zelda parecía perdida en un punto en el espacio. Frunció el ceño y llevó la vista a Prunia, preocupada. - ¿Cómo pasó esto? -preguntó en un susurro.
-De verdad espero que sea una pregunta retórica porque no te quiero responder científicamente. - Habló Prunia para aligerar el ambiente, había funcionado, pues la princesa suspiró y esbozó una pequeña sonrisa. - ¿Estás bien?
-No lo sé... -contestó Zelda caminando por el lugar. -Es decir, Link y yo no hemos hablado sobre tener hijos, tampoco hemos sido muy cuidadosos, pero... ¿Y si él no quiere?
-Link te ama con su vida entera, si llegas con un stalcaballo o un bebé a casa, lo aceptará con gusto. -dijo Prunia mirando a la princesa con cariño. - Además, no creo que no se le haya cruzado por la cabeza.
-¿Tú crees? -preguntó mordiéndose el labio inferior. La científica asintió con la cabeza. - Mi padre siempre quiso nietos... -dijo colocando sus manos sobre su vientre. -Decía que no había felicidad más grande para una familia que tener niños riendo en el castillo. En Hatelia hay muchos niños, bueno, cuando mi bebé pueda jugar con ellos, serán adolescentes.
-Y tendrá muchos amigos adultos. -Comentó Prunia con una sonrisa emocionada. - Le enseñaré a usar el telescopio y a interpretar textos antiguos.
-Seguro se divertirán un montón. -respondió Zelda con humor. -Me hubiera gustado que Impa lo conociera o la conociera. -Suspiró. -Aunque algo me dice que ella lo sabía.
Prunia se acercó a su amiga para acariciar su brazo en señal de ánimo. - Impa sabía muchas cosas y estoy segura que esto era una de esas cosas. ¿Cuándo le dirás a Link? -preguntó con una sonrisa.
-Quisiera hacerlo pronto... -respondió pensativa.
-¿Pero? -preguntó Prunia alzando una ceja, conocía esa expresión y algo le decía que Zelda no estaba sólo preocupada por su embarazo.
-Nada. Sólo me encargaré de unas cosas antes. -dijo con seguridad.
•••••
Fuente de la Sabiduría, Lanayru.
Zelda no sabía a ciencia cierta si el instinto materno es algo que las madres desarrollan para asegurar el bienestar de sus hijos o si su paranoia le estaba ganando. Después de esa plática con Prunia fue que se encerró en sus investigaciones y trabajo. No sabía si lo hacía para asegurar que su bebé viviera en paz o si estaba tan asustada por estar embarazada que evitaba pensar en eso aumentando su carga laboral. Las dos eran bastante válidas, pero cuando notó la expresión de sorpresa de Link y esa mirada llena de amor que el rubio sabía darle, entendió que no había nada de qué preocuparse.
-¿Lo dices en serio? -preguntó el chico emocionado, observando a la princesa detenidamente.
-Sí. -contestó con una sonrisa.
Link era un chico que no solía hablar mucho, prefería observar y analizar, pero desde que había conocido a Zelda eso había cambiado, algo tenía la princesa que le inspiraba tanta paz y confianza que sabía que podía expresarse libremente sin temor a ser juzgado, pero en ese momento, las palabras se quedaban cortas para lo que él sentía. Abrazó a su novia con fuerza y dejó un beso sobre la cabeza de la chica, suspiró feliz y agradeció a la Diosa por la noticia que acababa de recibir. Lo había tomado por sorpresa, pero aún había tiempo suficiente para preparar la llegada del bebé. Link soltó a Zelda despacio y se hincó frente a ella para abrazarla por la cintura y pegar su rostro al vientre de la chica. Dejó un besito sobre éste y acarició con amor. Zelda por su parte, pasó sus dedos entre los cabellos de Link.
-Hola, bebé, soy papá. ¿Cómo te la estás pasando ahí dentro? Yo estoy muy feliz porque mamá me acaba de decir que vienes en camino. Te amamos. -Habló a la pancita de su chica, aunque estaba seguro que era demasiado pequeño para escucharlo, Link quería que su hijo supiera que lo amó desde el primer momento que supo de él. La princesa soltó una risita emocionada y sintió como sus ojos se llenaban de lágrimas de felicidad. Se había olvidado completamente de sus preocupaciones, de sus miedos y de todo lo demás, en ese momento sólo existían ellos tres frente a la estatua de la Diosa.
Link se incorporó para abrazarla de nuevo. Acunó el rostro de ella entre sus manos y la besó con ternura. - Es la mejor noticia que me has dado. -le dijo en voz baja sin poder dejar de sonreír. -Quiero que las únicas lágrimas que derrames estos meses, sean de felicidad, Zel. Me encargaré de que seas la embarazada más mimada que haya existido. -Aseguró con una voz dulce.
La pareja regresó a casa con tranquilidad, acordaron mantenerlo entre ellos -y Prunia- unas cuantas semanas más, para disfrutar mutuamente de ellos con privacidad. Aunque el rubio estaba ansioso por ver a sus amigos y contarles la noticia.
No hacía falta decirlo, pero Zelda estaba dispuesta a disminuir su ritmo de trabajo para no afectar al embrioncillo que crecía dentro de ella. Se aseguraría de dormir y comer bien, pues sabía que debía cuidarse mucho.
Esa noche, Link cocinaba la cena mientras Zelda leía una nueva edición de Los Chismes de Mirene. Quizá no lo admitiría en voz alta, pero era muy fan de esas revistas. Nunca había tenido tiempo de entretenerse con algo tan banal, pero ahora que iba a darse un descanso, qué mejor que una lectura sencilla y picante para pasar el rato.
La chica tenía antojo de algo ligero y dulce, por lo que su novio estaba preparando unas brochetas de vegetales y hongos con miel.
-Huele delicioso. -dijo alzando la vista por encima de la revista cuando el aroma llegó a sus fosas nasales.
-Espero que les guste. -contestó Link. Le emocionaba hablar en plural.
-Papá es un excelente cocinero. -dijo Zelda hablándole a su pancita. -Y muy consentidor.
Link rio con ternura, definitivamente ver a su chica hablándole al bebé de esa manera, aceleraba su corazón y se volvía loco de felicidad. No podía esperar a que su pancita creciera y que de verdad pudiera escucharlos y sentirlos.
-¿Puedo pedirte un favor? -preguntó de pronto la princesa.
-Claro, mi reina, lo que quieras. -se apresuró a responder el chico.
-¿Podrías ir a revisar a las bestias divinas?
-¿Eso te dará paz? -Preguntó el chico con calma. Ella asintió. - Entonces mañana mismo lo haré.
-Gracias.
-No tienes nada que agradecer, haría lo que fuera por ustedes, para que estén tranquilos. -Aseguró el rubio. Zelda respiró tranquila de nuevo. Sonrió a su chico y cerró la revista para ayudarle a poner la mesa y cenar juntos. Era la primera vez que cenaban sabiendo que eran tres y Link no desaprovechó la oportunidad para seguir hablándole al bebé, preguntando si le había gustado la comida, si mamá estaba masticando bien, si quería postre. La risa de Zelda resonaba en la casa con cada ocurrencia de Link. Iban a ser unos meses encantadores, podía presentirlo. Adoraba la idea de ver a su chico tan enamorado del bebé que aún no nacía, no podía evitar preguntarse cómo sería cuando el embarazo estuviera más avanzado o cuando naciera. Era demasiado pronto para preguntarse si sería niño o niña, pero en secreto, Zelda deseaba que fuera un niño parecido a Link.
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Los designios de la Diosa (Zelink)
Fanfiction📎 Historia Original •Ubicada en algún momento de paz en Hyrule después de BOTW:) •Contenido maduro. •La fotografía de portada no me pertenece, todos los créditos a su autor. •Es un fanfic:) ◇Fluff, smut, piece of life.