Para el final del primer trimestre del embarazo de Zelda apenas comenzaba a notarse un pequeño bultito en su vientre. Prunia bromeaba con ella diciendo que parecía que había comido demasiado. Los malestares mañaneros desaparecían después de desayunar y el clima era perfecto, según Zelda, para justificar el cansancio que la hacía dormir durante la tarde. Aunque a Link no le molestaba en lo absoluto que su chica descansara, al contrario, era quien estaba haciendo el trabajo pesado ¡Claro que se merecía su descanso!
La despertó un dulce aroma que reconocería en cualquier lado y parecía que encendía en ella una necesidad. Link se había vuelto un experto en hacer manzanas confitadas y por alguna razón era lo que más se le antojaba después de despertar de su siesta. Bajó con una sonrisa en los labios y se paró justo detrás de su chico para observar lo que hacía.
-Huele muy bien. -dijo como quien no quiere la cosa.
-Lo sé. -contestó él siguiéndole el juego, aún sin mirarla, pero podía apostar todas sus rupias a que Zelda había puesto una cara de cachorrito, abriendo mucho los ojos y apretando los labios. El rubio sabía que su chica despertaba sólo por las manzanas.
-Me gusta mucho ese postre. -comentó de nuevo.
-Sí, a los vecinos también, por eso les preparé unas cuantas para repartir. -respondió Link girándose para encontrar la mirada ofendida de su chica con la boca muy abierta y sin poder creer lo que escuchaba.
-¿No son para mí? -preguntó incrédula. Link no pudo evitar soltar una carcajada alegre y asintió con la cabeza, se acercó a darle un besito en la frente y puso el plato en su lugar en la mesa para que la chica pudiera merendar.
-¡Diosas, qué rico huele! -exclamó olfateando el platillo y cerrando los ojos para luego soltar un suspiro satisfecho. Link sonrió al verla y se sentó frente a ella para platicar un poco mientras Zelda comía animadamente. - Prunia quiere encargarse de la fiesta de bienvenida del bebé. -comentó luego de comer un gran trozo de manzana.
-¿Qué tiene en mente? -preguntó Link interesado.
-No me dijo mucho, dijo que la aldea Onaona podía ser una buena opción...
-¡No! -exclamó Link. -No, no, la aldea Onaona no.
-¿Por qué no? -preguntó Zelda confundida.
-¿Qué tal en Kakariko? -Sugirió el rubio.
La chica lo miró con sospecha unos segundos, pero luego de pensarlo le pareció mejor idea. -Tienes razón... Kakariko es un buen lugar. -comentó aún no del todo convencida.
-¡Sí! Además, está cerca, ¿A quiénes quieres invitar? -Link hablaba con prisa, como si quisiera evadir el tema del lugar.
-No lo he pensado mucho, si te soy honesta... Prunia, Apaya, Riju, Yona...
-Bueno, piensa en esa lista y le dices a Prunia, ¿De acuerdo?
Zelda estaba por preguntar por qué el misterio, cuando Link siguió hablando sobre las aldeas que visitó y cómo todo estaba en completo orden, lo que había cambiado y muchas otras cosas que ya le había contado a la chica, pero en ese momento necesitaba desviar su atención.
Un par de horas después estaban ambos en la cama, quizá no iba a decirlo en voz alta, pero una de las cosas que más le gustaban a Link del embarazo hasta ahora, era que la intimidad entre ellos se había vuelto mil veces mejor. No es que antes no lo fuera, pero quizá las hormonas de Zelda le daban un plus a la situación y ambos querían aprovecharlo al máximo.
Luego de un intenso orgasmo, el rubió dejó caer la cabeza en la almohada, Zelda jadeaba tratando de regular su respiración y sonreía enormemente, se acomodó de lado para poder ver mejor a su chico y se acercó para acurrucarse entre sus brazos, Link estaba recuperándose también con una sonrisa satisfecha en el rostro.
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Los designios de la Diosa (Zelink)
Fanfic📎 Historia Original •Ubicada en algún momento de paz en Hyrule después de BOTW:) •Contenido maduro. •La fotografía de portada no me pertenece, todos los créditos a su autor. •Es un fanfic:) ◇Fluff, smut, piece of life.