VIII

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El alba llegó con un clima fresco y un viento suave que acariciaba la piel. Zelda dormía plácidamente abrazando a su chico y éste había abierto los ojos con pereza, tenía que hacer un viaje largo y siendo sinceros, le pesaba saber que estaría lejos de la rubia y su bebé, pero si Zelda necesitaba la seguridad de que todo estaba en orden con las bestias divinas, eso haría el caballero por ella. Las viejas costumbres no se olvidaban después de todo.

Link despertó a Zelda con un beso en la frente. La chica se removió y sonrió adormilada. -Buenos días. -saludó con una voz ronca.

-Buenos días a ustedes. -Respondió Link agachándose para darle un beso en el vientre a su chica.

Zelda soltó una risita y acarició el cabello del rubio en señal de cariño. -Aprovechando el viaje, ¿Quieres que traiga algo? -preguntó Link incorporándose. Zelda negó con la cabeza. En ese momento no podía pensar en comida porque las náuseas mañaneras habían aparecido de repente. -Zel, ¿Segura que quieres que vaya?

-Sé que estoy pidiendo demasiado. -dijo suspirando y abrazándose a sí misma. - Pero tengo miedo, Link. Hemos perdido a muchísimas personas, a algunas quizá ni siquiera las conocimos y con otras compartimos gran parte de nuestras vidas, ahora que el bebé viene en camino, no puedo imaginar qué sería de nosotros si volviese a ocurrir algo como la calamidad o la gran inundación, como en los textos antiguos...

-Oye, está bien, recuerda que hice una promesa de protegerte. - Le recordó su chico con una sonrisa.

La chica suspiró conflictuada, una parte de ella quería tener la certeza de que todo estaba bien, pero la otra sólo quería tener a Link abrazándola y cumpliendo sus antojos sin necesidad de preocuparse por algo más. Los ojos de la princesa se pusieron cristalinos al pensar en eso. Link lo notó de inmediato y se acercó a ella con cautela. -Hey, tranquila. No serán muchos días, Prunia me dijo que pudo reparar la tableta, podré ir y volver hoy mismo. -Le contó con una voz dulce, en realidad eso era una sorpresa para su novia, pero quería que Zelda estuviera cómoda mientras él estaba fuera.

-¿En serio? -preguntó con los ojos brillantes.

-Sí, me lo dijo la última vez que la vi. Revisaré todas las que pueda antes de que oscurezca para volver contigo. ¿Está bien?

La chica asintió en respuesta y abrazó a Link con fuerza. -Sé que estoy siendo irracional, pero quiero darle a nuestro hijo la paz que no tuvimos nosotros.

Link sonrió con una sensación cálida en el pecho, escuchar a su novia hablar de su hijo era algo que lo llenaba de pequeñas descargas eléctricas de felicidad. -Haré lo que sea necesario para que él o ella puedan vivir tranquilos. -Aseguró y selló su promesa besando a Zelda en los labios a modo de despedida.

El chico se puso en marcha empezando por su parte menos favorita, Vah Naboris le había causado muchos problemas, así que lo mejor era asegurarse que todo estuviera bien ahí, lo cierto es que Link sabía que no había nada malo con las bestias divinas, pero podía entender el miedo de su chica. No sólo eran las pesadillas de Zela las que los despertaban de vez en cuando, el rubio tenía sus propios sueños donde se veía a sí mismo atrapado en un laberinto, perseguido por guardianes y toda clase de monstruos tratando de acabar con él, constantemente se preguntaba, si algo llegara a pasarle ¿Quién cuidaría de Zelda? Por eso reunía todas sus fuerzas para poder regresar sano y salvo a casa.

Ahora con un bebé en camino, lo mejor era no dejar ningún huequito de duda de que todo estaba bien en el reino. Era parte de su necesidad de proteger a su mujer y de darle la tranquilidad que muchos años careció.

Para el final del día, Link llegaba al dominio de los Zora. Recibido calurosamente, caminó hasta la sala del trono donde estaba Sidón, éste saludó al rubio efusivamente, cuando Link le comentó de su encomienda, el príncipe no dudó ni un segundo en acompañarlo, después de todo, tener el honor de luchar al lado de Link era algo que quería hacer en cada oportunidad que tuviera.

Los designios de la Diosa (Zelink)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora