Anton:
—Mira. Les haré este favor, pero solo porque te debo una— empezó Eider—. Esto puede poner en riego toda mi carrera, así que más vale que la chica no se entere.
—¿Y qué es lo que le voy a decir cuándo despierte? —dije pellizcándome el puente de la nariz.
—Podemos decir que se desmayó y se golpeó— sugirió Adal.
—Le podemos decir eso y que dado al golpe, tiene amnesia temporal o postraumática. Depende de lo que recuerde ella—agregó Eider.
—Si. Pero eso solo si no recuerda todo lo que pasó—murmuré.
—No creo que recuerde mucho dado a que estaba drogada— aclaró Adal.
Nos quedamos en silencio mientras un grupo de personas pasaban por la sala de espera, por donde nosotros estábamos.
—Gracias— le dije a Eider con un gesto de cabeza, él cual lo imitó y se fue.
—Deberías ir por algo de ropa para ella— murmuró Adal. Pero yo no estaba seguro de dejarla sola mientras no despertara. Creo que Adal lo notó cuando dijo—. Yo estaré aquí para cuidarla. Si llega a despertar, te hablaré de inmediato.
Solo asentí y me fui al departamento.
Sabía que Aaron estaba aquí, pero no sabía lo que tramaba estando aquí. Esta era mi última oportunidad para demostrarle a mi padre que no me iba a meter en más problemas. Si se llegaba a enterar que descuide a Ayla de esta forma; ya no habría oportunidad de seguir con la banda y tendría que dedicarme al negocio familiar. Lo peor es que no solamente era yo quien pagaba las consecuencias, sino también Adal y los chicos que también la integraban. Él había iniciado con la idea de la banda. Sus sueños, todo eso se podía perder si se sabía esto. Estábamos a nada de firmar con la discográfica. Y si le contaba todo eso a Ayla y no aceptaba ocultarlo, todo quedaría arruinado. Era la única forma de escapar de nuestro padre.
Si hubiera otra manera de poder hacer las cosas en este momento, claro que lo haría. Si fuera yo solo el que cargara con las consecuencias, lo haría. Pero no eran tan simples las cosas. La vez que intente rebelarme contra mi padre, fue Adal quien pagó todas las consecuencias. No quería que esa historia se repitiera. No podía rebelarme contra mi padre así porque sí, porque no había manera de proteger a Adal de todo esto. Mi padre podría ser un gran bastardo cuando quería, y lo peor es que ya conocía mi punto débil.
—Debí de estar ahí. ¡Carajo! —golpeé el volante por la desesperación.
Subí por las escaleras del edificio del departamento; los ascensores me daban ansiedad justo ahora.
—¿La pudieron encontrar? ¿Cómo está ella? — dijo Claire poniéndose de pie en cuanto me vio por el pasillo.
Demonios, Claire. Se me había olvidado por completo.
—¿Te quedaste toda la noche aquí? —pregunté con cara de horror de tan solo imaginármelo.
—Eso que importa. Responde lo que te pregunté— exigió.
—Esta estable, pero aún no despierta— respondí sacando las llaves para poder abrir.
Aventé las llaves sobre la encimera de la cocina estando ya adentro y fui directamente a su cuarto. Solo abrí la puerta y me quedé ahí, pensando.
—Ella no es como las demás ¿cierto? —habló Claire cruzando los brazos.
Claire tenía un punto. Si fuera otra persona, en otras situaciones; me hubiera importado muy poco el entrar en su cuarto e irrumpir en él. Pero era ella, se iba a quedar con nosotros un largo tiempo. Eso, y con lo que había pasado, de cierta forma no me sentía bien el hacerlo.
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Entre las cuerdas de la guitarra
Ficção AdolescenteAyla, tratando de que salga toda la rebeldía que lleva dentro de sí. Los gemelos Kaulitz, con rumbo al éxito. Pero... ¿Qué pasaría si te dijera que todo esto paso de una manera algo extraña? Pues todos ellos trataban de liberarse de algo o de algui...