5. "La primera cita"

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14:45.

Naem llegaba en quince minutos y yo aún no decidía que ponerme. "¿La camiseta blanca? No, no me veo tan bien. ¿Y la rosa? Traía una casi del mismo color en la mañana. ¿Y la azul? No tiene mangas y mis brazos no me gustan tanto..." Al final opté por ponerme una camiseta negra, tenía el estampado de un atardecer y un gran escote en la espalda. Pantalón de mezclilla azul y mis viejos y amados converse blancos.

14:55.

¿Y si quería hablarme? Aún no he cepillado mis dientes. ¡Dios! Mi cabello es un desastre! Espera... ¿Ese es un barrito? ¿¡Por qué a mí!?

Sonó el timbre, ¡YA ESTÁ AQUÍ!

Me eché un último vistazo en el espejo y corrí hasta la puerta. Traté de respirar antes de abrir. Me calmé y tomé las llaves.

-¿No llevarás un suéter? -preguntó mi madre desde la cocina.

-No, no hace frío.

-No muy tarde. -me gritó.

-No muy tarde. -repetí.

Salí de mi casa y bajé las escaleras del jardín a toda velocidad -incluso estuve a punto de caerme- caminé hacia Naem y lo saludé.

-¡Hey!

-Hola de nuevo, Ana.

-¿Y entonces a dónde iremos? -pregunté ansiosa.

-¿Conoces el cielito?

-¿No es una cafetería? -pregunté algo confundida.

-Así es. Iremos allí.

-Claro...

Caminamos hasta su auto y me abrió la puerta.

-Gracias, gentil caballero. -le dije en un tono de burla.

-Por nada, hermosa dama. -me respondió siguiendo mi juego.

Cerró la puerta y fue al otro lado del auto, se subió y encendió el auto.

-¿Podrías ponerte el cinturón? No quiero que te asustes.

-¿Asustarme de qué?

Arrancó el auto y aceleró. Iba a una gran velocidad, parecía un conductor profesional, estilo "Fast and furious". Solté un pequeño grito y él comenzó a reírse.

-De eso, exactamente. -se burló.

Tardamos media hora en llegar a la plaza. Era 14 de febrero, había mil personas allí, parejas besándose y chicos solteros en grupos de cinco o más personas.

-¡Vaya! Aquí se respira amor. -comenté con cara de asco.

-Tanto que asusta.

Seguimos caminando y llegamos al elevador. Naem se detuvo en la puerta:

-El cielito está en el último piso, así que entra.

Nos metimos al elevador y presionó el piso más alto. Con tanta gente aquí me sorprendió que el elevador estuviese vacío. Me distraje en mis pensamientos cuando sentí un ligero roce en mi mano izquierda. Era la mano de Naem. ¿Debía hacerlo? No pensé más y la tomé. Se giró para ver nuestras manos entrelazadas y sonrió, pero en ese instante me soltó.

-Si vamos a parecer novios, hay que hacerlo mejor.

Levantó su brazo derecho y me rodeó el cuello con él. Me estremecí y él lo sintió.

-¿Está bien o es demasiado? -me preguntó algo preocupado.

-Así está perfecto. -le respondí entrelazando mis dedos en su mano que colgaba.

La Prueba.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora