11. "Te amo"

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Eran dos increíbles meses los que llevábamos juntos. Todo era perfecto, Naem era el chico más lindo y lo mejor es que era mi novio.
Mi teléfono comenzó a sonar. Era él. Le había asignado un ringtone especial.

-Hola, cariño.

-Hola, princesa, ¿cómo estás?

-Bastante bien ahora que te escucho, ¿y tú, amor?

-Yo me siento bastante bien, ¿tienes planes para esta noche?

-No, ¿por qué? ¿Piensas planear algo para nosotros?

-De hecho, ya lo hice. Ponte algo lindo y paso a recogerte a las 21:00.

-Claro, mi cielo. Te amo.

-Te amo más.

Colgamos y corrí al armario. No sabía de lo que se trataba esto, así que me puse algo casual, pero elegante. Un vestido blanco, entallado, me llegaba a las rodillas. Cuello circular y un escote profundo en la espalda. Zapatos de tacón blancos. Mi saco negro y mi cartera blanca. Estaba casi lista y aún me sobraba media hora. Decidí recostarme y pensar en qué sería lo que Naem había planeado. ¿Cena romántica? ¿Concierto clásico? ¿Una simple caminata por el bosque? Él era tan impredecible...

Sonó el timbre y bajé lo más rápido que pude.

-¿Naem? -preguntó mamá.

-Sí, llegaré un poco tarde, no me esperes despierta.

-Bueno, pero yo lo haré -bromeó papá con una sonrisa torcida.

Abrí la puerta y allí estaba. Llevaba puesto un smoking negro con zapatos de charol. Tenía las manos detrás de la espalda.

-Luces... preciosa -me dijo mirándome de arriba a abajo, casi boquiabierto.

-Cierra la boca, cariño, hay mosquitos -jugué tomando su mentón y dándole un beso.

-Tengo una sorpresa para ti -extendió sus manos al frente. Un girasol, la flor que más me gustaba. Era tan perfecta.

-Oh, mi amor... Gracias.

Me metí a mi casa y puse el girasol en un jarrón con agua. Salí y Naem me extendió si brazo derecho para que lo tomara. Bajamos las escaleras de la entrada y llegamos a su auto. Me abrió la puerta, me ayudó a subir y la cerró. Estaba tan nerviosa...

-¿Y a dónde iremos? -pregunté después de un rato en silencio.

-Tranquila, saltamontes, no querrás parecer ansiosa -dijo tranquilo.

-Esta bien, esta bien...

Llegamos a un pequeño restaurante donde, al parecer, era también un karaoke. Nos sentamos en una mesa frente al escenario y ordenamos. Pasaron varias personas a cantar, pero todo estaba muy tranquilo. Terminamos de comer y nos quedamos hablando un rato. Naem quería que yo pasara a cantar, pero eso no iba a suceder.

De repente, Naem se levantó de su asiento y fue detrás del escenario. Miré a todos lados sin saber qué ocurría y entonces, escuché esa voz...

-Esta canción esta dedicada a un chico que hizo que mi vida cambiara por completo. Quien me hizo conocer el amor.

Giré y vi a Luna allí sentada en un banquillo con la guitarra entre los brazos.

-Sé que estas escuchando, Naem. Así que gracias por venir. No me defraudaste.

Mi corazón se aceleró. Estaba a mil por hora. ¿Había tenido el descaro de llevarme sólo para escucharla a ella? ¿Sería capaz?

Luna comenzó a cantar. Yo me levanté y casi corrí al baño. ¿Dónde estaba Naem y qué estaba sucediendo aquí?
Luna terminó de cantar, todos aplaudieron. Escuchaba todo desde adentro. Incluso aquella conversación.

-¡Wow! ¡Eres increíble! Fue hermosa esa canción, gracias.

-No, gracias a ti por venir a verme.

-Te prometí que lo haría.

-Naem, ¿te pido un favor? Jamás me olvides. Nunca olvides a aquella chica que se enamoró de ti con cada plática, cada abrazo, cada beso....

¡DIOS MÍO! ¿QUÉ CARAJO ESTA PASANDO? Sentía que iba a vomitar. Tenía un nudo en la garganta.

-No lo haré, Luna. Jamás olvidaré a esa chica de la cual yo también me enamoré...

Eso fue todo. No escuchaba más. Me asomé un poco y los vi abrazándose. Sentía tanta vergüenza, ni siquiera quería salir de ese baño.

Después de un rato, salí y vi a Naem sentado en nuestra mesa. Sin decirle una sola palabra, sin siquiera mirarlo, tomé mi abrigo y mi cartera y me dirigí a la entrada. Él casi corría detrás de mí. Salí dispuesta a tomar un taxi.

-¡Ana! ¿A dónde vas? ¡Se supone que venimos juntos!

-¿¡Venimos juntos!? ¡No, Naem! ¡Tú viniste a verla a ella! Yo sólo vine como tu juguete... ¡Adiós!

Paré el taxi y me subí. Las lágrimas cada vez eran más y más gruesas. Mi corazón latía demasiado rápido. Mis manos y piernas temblaban.

Llegué a mi casa, entré casi corriendo. Mis padres ya estaban dormidos, así que traté de no hacer tanto ruido. Me cambié y me recosté en mi cama. Abracé mi almohada con toda mi fuerza. No podía dejar de llorar. ¿Acaso se estaba burlando de mí? ¡Lo odio! ¡La odio a ella! Ambos eran unos imbéciles. ¡Y más imbécil yo por confiar en él!

Lloré hasta quedarme dormida. No asistí a la escuela al siguiente día. Desperté muy tarde con los ojos sumamente hinchados. Revisé mi teléfono. 46 llamadas perdidas de Naem. 23 mensajes. Todos iguales.
"¿Amor, estás bien?", "¿Qué pasó anoche?", "Princesa, responde, estoy muy preocupado." Y el mejor: "Sé lo que sucedió, lo arruiné todo. Por favor disculpame, Ana. Soy un idiota, pero te amo..."

Bajé a buscar algo de comer.

-Hola, primor, ¿qué tal tu cita anoche? -mamá preguntó.

-Fatal. Ni siquiera quiero hablar de ello, sólo quiero comer. ¿Qué hay de desayunar? -me senté en una silla del comedor y jalé una manzana del frutero.

-Será almuerzo, querida, ya pasan de las tres... -me miró con compasión y se sentó a mi lado -Cariño, Naem vino a buscarte 7 veces esta mañana, estaba desesperado. ¿Qué ocurrió en esa cita?

Perfecto, aún más lágrimas. Abracé a mi mamá y rompí en llanto mientras le contaba. Estaba tan destrozada.

-No quiero volver a ver a ese idiota cerca de mi casa. Y si tú lo perdonas, la idiota serás tú -las palabras de mi madre siempre eran tan sutiles -Nadie que haga llorar a mi niña vale la pena. Mándalo por un tubo.

-Te amo, mami -dije sonriendo.

-Y yo a ti, mi vida -me apretó entre sus brazos y me sirvió algo de comer. Era la mejor madre del mundo.

La Prueba.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora