7. "Sky"

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Pasó un mes. Todo iba bien. Eran abrazos, besos, risas, lo mejor.
Todos los días al salir de la escuela, él me llevaba hasta mi casa y luego regresaba a la suya. Siempre pasábamos por un pequeño parque. Ese día caminábamos agarrados de la mano cuando, a lo lejos, vi un pequeño cachorro. Así que solté su mano y corrí a verlo.

Era color negro, pequeño y peludo. Estaba atado a un árbol por una corbata. Comenzó a saltar y mover la cola cuando me acerqué a él. Lo acaricié y me lamió la mano.

-Ha estado allí desde hace unas tres horas. -nos dijo una señora detrás de nosotros- un hombre lo amarró y se fue. Me parece que no va a regresar...

-¡No podemos dejarlo aquí!- chillé hacia Naem.

-¿Lo quieres llevar a tu casa?

-Mi mamá jamás me dejará quedármelo. - realmente me entristeció la idea.

-Pues, vamos a intentarlo.

Volví hacia el perro y lo desaté.
Seguimos caminando mientras el pequeño cachorro nos acompañaba.

-¿Cómo va a llamarse? -le pregunté.

-Sam.

-¿Sam?

-O bueno, ¿cómo, entonces?

-Como quieras.

-Quiero que se llame Sam y a ti no te parece.

-Está bien, "Sam" - dije mientras me incliné hacia el perro y él movió la cola.

Llegamos a la entrada de mi casa. Mis manos sudaban de lo nerviosa que estaba.

-Bien, debo irme, pero me avisas si te dejaron tenerlo, sino... - tomó tanto aire que pensé que estaba apunto de desmayarse- ya veremos que hacer.- terminó.

-Claro, gracias.

Me dio un beso y sonrió. Se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia atrás.
Tomé muchísimo aire antes de entrar. Mi madre era muy estricta, no sabría lo que iba a decirme... o al perro.
Abrí la puerta lentamente y asomé la cabeza para ver si estaba en la cocina.

-¡Maaaaaaaa!

Nada.

-¡Mamaaaaaá!

A lo lejos se escuchó su pequeño grito.

-¡Ana!, ¿¡eres tú!? ¿¡Qué pasa, amor!?

Genial. Era hora de meter al perro a la casa.

-¡Traje a un amigo! -le dije nerviosa.

-¡Excelente! ¡Dile que pase!

-¡Díselo tú misma!

-¡Adelante, amigo de Ana!

"Sam" entró corriendo hacia donde estaba mi mamá. Iba a toda velocidad. Tan rápido que no podía evitar resbalarse con el azulejo.

Entonces escuché el grito de mi mamá.

-¡ANA! -salió de su habitación casi echando humo por las orejas - ¿¡PUEDES EXPLICARME QUÉ ES ESTO!?

Intenté actuar lo más relajada posible.

-Un perro, mami, ¿no los conoces?

Me incliné y acaricié la cabeza de Sam.

-¡No estoy jugando, Ana!

-Tampoco yo. -Levanté a Sam en mis brazos- esto realmente es un perro. ¿Lo ves?

Mi mamá me miró enojada, respiró y cerró los ojos como tratando de calmarse.

-Lo quiero fuera de mi casa lo antes posible. No me importa como, ni a donde lo envíes, sólo sácalo de aquí. ¿Eso sí lo puedes entender, verdad?

-Pero, ma...

-Sin peros -me interrumpió.

-Esta bien.

Se dio la vuelta y me quedé sentada en el piso junto a Sam, que estaba jadeando por haber corrido tanto.

-Bien, amigo, creo que no nos quieren aquí -suspiré-, pero tranquilo, yo no te abandonaré. Al menos no con una corbata.- bromeé como si el perro me entendiera.

Me levanté y me dirigí a mi cuarto. Sam me siguió. Me senté en la cama y él se paró frente a mí. Me quité la sudadera, que aún estaba caliente y la enrollé a un costado de mi cama.

-Puedes recostarte aquí, junto a mí.

Pareció como si me hubiese entendido. Hizo exactamente lo que le dije. Después de unas cuantas vueltas, se echó.

Me recosté de lado y lo miré. Mi teléfono vibró.

"Hola, princesa. ¿Tu mamá aceptó al perro?" Leí en el mensaje de Naem.

"Hola, amor. No, lo quiere fuera lo más pronto." Respondí.

"Iré por él en cuanto pueda."

Como ya habíamos salido de vacaciones, sólo podía ver a Naem fuera de la escuela (que no era una gran idea, ya que a mi mamá no le agradaba), así que tuve que esperar a que llegara a mi casa. Y cuando menos lo esperé, me quedé dormida.

-Ana, despierta.

Abrí los ojos al sentir que una mano pasó los dedos por mi espalda. Era mi hermana mayor Natalia.

-¡Cielos! Estas helada. No me toques.

-Debes comer algo -dijo entre risas.

-Sí, iré en un segundo.

Eran ya las 20:00 cuando terminamos de comer. La comida era mi segunda parte favorita del día, mi hermana y yo siempre platicábamos. Sobre la escuela, sobre su trabajo, esta vez, el tema de conversación era el cachorro.

-¿Sam? ¿Es en serio? -me preguntó con cara de desagrado.

-Sí, lo mismo pensé. -respondí agitando la mano en el aire, dándole la razón. -¿Tú cómo le pondrías?

-Humm... -se quedó pensando unos minutos y luego sus ojos brillaron, le acababa de llegar una idea, era obvio. -¡Sky! -casi gritó.

-¿Cielo? -dije confundida.

-No, torpe. Sé que significa lo mismo, pero "Sky"...- (hizo comillas con los dedos) -suena mucho mejor que "Cielo".

-Me gusta.

Ambas mirábamos al pequeño, que estaba esperando que un pedazo de carne cayera de nuestros platos para lanzarse sobre él.

Apenas había estado una tarde a su lado y ya lo amaba. Algo que sólo sucede con las mascotas...

La Prueba.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora