6. "La propuesta"

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4 de marzo.
Las cosas estaban mucho mejor ahora. En la escuela, mis calificaciones habían sido mejores que el período anterior y con Naem todo iba cuesta arriba.

Sonó el timbre para el descanso. Mis amigas y yo bajamos la escalera hacia el patio. Me disponía a mandarle un mensaje de texto a mi mamá para asegurar que pasaría por mí y no tener que caminar sola a casa cuando choqué con alguien.

-¡Fíjate, idiota! -casi grité sin levantar la vista del teléfono.

Mi respuesta fue una pequeña risa. "Ay, Dios, ¿qué acabo de hacer?"
Naem me estaba mirando fijamente con una sonrisa extendida por su cara.

-Disculpe, señorita, pero no es correcto caminar sin mirar, puede a alguien empujar.- dijo como en tono de burla.

-Lo siento, joven. -seguí el juego.

-Hoy será el partido final, ¿irás a verme jugar, cierto?

-Sólo con una condición.

-¿Cuál?

-Que me dediques un gol.

-No será problema.-sonrió y se hizo a un lado para dejarme bajar.

Sin darme cuenta, mis amigas se habían adelantado y yo me había quedado sola. Al menos ya no tendría que pedirles que me acompañaran a ver jugar a Naem.

Compré un refresco y unas papas, y me dirigí hacia la cancha. Me senté en la tercera grada y abrí la bolsa de papas para comer. Que nutritivo.

Naem estaba parado en la mitad de la cancha. Me miraba y sonreía. No se dio cuenta de que el partido había comenzado sino hasta que le pegaron con el balón en la pierna. Su sonrisa desapareció y miró alrededor confundido y yo me eché a reír.

Naem era un excelente jugador. Era muy ágil y se sabía todo tipo de jugadas. Yo no entendía mucho eso del fútbol, pero verlo jugar me encantaba.

Carlos se la pasó a Brian, Brian a Joel, Joel a Naem, Naem hizo una jugada para burlar al defensa y tiró hacia la portería. Todos comenzaron a gritar. Él corrió por la cancha y se paró frente a mí. Hizo un corazón con las manos y me señaló. Sentí mi estómago revolverse. ¿Acaso era vómito?
Mis mejillas comenzaron a enrojecerse y se pusieron calientes. Todo el mundo me miró y como si hubiesen visto a un cachorro intentado saltar, se escuchó: "Aaay".
Sonreí y le envié un beso.

El partido terminó. Todos estaban emocionados, el equipo de Naem era el ganador. Cuando lo vi salir de la multitud, dejé el refresco a un lado y me levanté, casi corrí a abrazarlo. Él me tomó por la cintura y me levantó. Me dio unas cuantas vueltas y luego me puso de vuelta en el suelo.

-Eres el mejor.

-Todo esto es gracias a ti. An, tú me inspiras a serlo.

Sentí ruborizarme de nuevo. Cuando él ponía sus ojos sobre mí, el tiempo se congelaba y sólo estábamos él y yo, "dos locos hablando de amor".

Nos despedimos y me dirigí directo al baño. ¿Así se sentía el amor? ¿Como unas tremendas ganas de vomitar?
Me lavé la cara y comencé al subir las escaleras. Todos estaban asomados en el barandal, "¿qué pasa?", pensé. Miré escaleras abajo como buscando lo que todos miraban, pero no encontré nada. Cuando volví a mirar al frente, estaba allí, justo frente a mí. Sostenía un cartel en las manos.

"¿Quieres ser mi novia?
A) Sí.
B) A.
C) B."

"¡Dios! Cuanta imaginación tiene este chico."
Mis piernas comenzaron a temblar y mi corazón latía más rápido que nunca. El aire comenzó a faltarme y sólo podía ver su sonrisa...

-¿Eso significa que no puedo decir que no? -sonreí.

-Exactamente.

Se acercó y me besó. Sus labios eran cálidos y suaves. Perfectos.
El mismo sonido del partido se extendió por nuestro alrededor: "Aaaaay".

Me abrazó y me acompañó se mi aula.

-Después vendré a verla, señorita. -Su voz era suave y tenue.

-Será todo un placer.

Nos despedimos y caminé al interior de mi salón.

-Hey, chica, parece que acabas de ver al presidente. ¿Por qué tan sonriente? -preguntó Perla casi gritando.

"Gracias por avisarle a todo el mundo", pensé.

Me acerqué a ella y desenrollé el cartel.

-¡AY, DIOS MÍO! -Mirna gritó.

-Shh... basta, no quiero que se haga un chisme de esto.- le dije bajando la voz y poniendo un dedo sobre mi boca.

-Entonces... -suspiró Perla- ¿es oficial?
-Claro que es oficial, tonta. ¿No acabas de ver el cartel? -Mirna de nuevo.

-¿Y qué tal si le dijo que no, sabelotodo?

-Si le hubiese dicho que no, no llevaría una sonrisa más grande que la del gato de Alicia.

-Chicas, tranquilas.- Las detuve antes de que pudieran comenzar a golpearse.- Sí, es oficial. Pero no quiero que toda la escuela de entere, ¿pueden guardarme el secreto?

Mi primer error.

-Por supuesto- dijeron al mismo tiempo con la mano extendida en el aire, como si fuese un juramento.

La Prueba.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora