Epílogo I

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Fenris

En un momento la había encontrado y al siguiente la perdí. Todo ese fuego parecía irreal, un truco. Sé que el humo evitó que me cruzara con Ánima. Espero que no sea demasiado tarde. La busco de manera incansable por el lugar en llamas. Mi ama y señora me necesita, lo presiento.

Cuando todo se calma y el humo se disipa, la visualizo caminando por el bosque, avanzando como perdida, yendo en círculos y tambaleándose. Corro hasta ella, estando con mucha preocupación. Una vez que la alcanzo, la escucho, murmura cosas extrañas y divaga sin control.

—¿Ánima, me escuchas? —La agarro de los hombros.

Alza la vista y me empuja, luego se ríe. Sus cabellos negros caen sobre su rostro, entonces una sonrisa se forma detrás de sus hebras. Vuelve a reír y se cubre la boca, para frenar su risa.

—¿Tú lo sabías?

—¿Qué? ¿Qué cosa? —expreso, confundido.

—Sí, lo sabías —repite y afirma—. Creas portales, tienes que saberlo, sí o sí.

—Ánima, no te estoy entendiendo.

—Lo sabías. —Llora y se ríe, cae de rodillas al suelo—. ¿Por qué no me dijiste? Es muy importante, me necesita, todos lo hacen.

—¿De qué hablas? Explícate —exijo.

Se mueve rápido el cabello de la cara y me mira. Observo sus ojos mojados y con ojeras, como si hubiera llorado una eternidad. Aunque eso es posible, en el espacio-tiempo.

—Que no es mi hermano, que todo es real. Cuando digo todo es todo, hasta la nada.

Quedo en shock, luego reacciono.

—O sea, lo sabe —repito sus palabras.

—¿Lo admites? —Me mira, desconcertada.

—No lo veo como tú ahora, mucho menos como Crawford, pero puedo entenderlo, mas no aceptarlo, pues me pasaría lo que a ti, y no me veo listo —declaro, luego hago una pausa casi extrema—. Lo que me hace reflexionar, sobre su razón de estar tan tranquilo. Aunque es probable que todo se deba a la lógica de este lugar.

Ánima se carcajea, sin parar de mirarme.

—¡¿Qué lógica?! ¡¡No he llegado a ninguna conclusión, no he llegado a nada, y nada es todo!! —Muchas lágrimas mojan su rostro, entonces se lo cubre con ambas manos—. Ayuda, Fenris, entender la nada no tiene sentido, necesito borrar esta información de mí. ¡¡Quítame esto, quítamelo!!

Suspiro, triste.

—Supongo que tengo que hacer, lo que todo siervo debe cumplir, cuando nos encontramos en este punto. —Me agacho y pongo mi mano en su hombro, luego le sonrío de manera cariñosa—. Si realmente lo entiendes, entonces sabes que no nos hemos ido.

—¿De la Organización Crawford? —expresa con la mirada perdida—. Entonces... —Reacciona, y alza la vista hacia mí—. Ni mierda, no va a pasar. —Se levanta del suelo de forma abrupta, entonces hago el mismo movimiento, luego declara—: ¡¡Es su apellido, es verdad, así que lo voy a seguir!!

—Reacciona, Ánima, caes en su juego.

—Siempre fue su juego. —Sale corriendo, así que la sigo.

No puedo acabar con su mente, pero los entes supremos se encargarán de ella si no lo hago, y eso es peor, sin embargo, me preocupa más lo que pueda hacer ahora. Corre por la carretera, pero no entra al castillo, se dirige directo al acantilado, así que no me queda otra que gritar.

—¡Ánima, no lo hagas! —le ruego.

—Nada y todo es real, por lo tanto, tú no sabes qué va a pasar, pero yo sí, pues esto no acaba con el sufrimiento, pero tiene más verdad de lo que crees. Adiós, Fenris.

No llego y se tira.

Cosas que nunca sabré: ¿Es real la muerte aquí? ¿En este sitio en realidad vive? ¿Hay un cuerpo al final del camino? ¿O simplemente desapareció en un portal como yo hubiera hecho?

No lo sé, ella no tiene esa habilidad, pero solo me queda confiar, pues siguió el camino del organizador de este circo.

El señor Crawford. 

Organización CrawfordDonde viven las historias. Descúbrelo ahora