Capítulo 5

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Fenris se libera de sus cadenas. Tiene el poder de abrir portales con sus garras, así que no lo duda y salta en uno, para poder buscar a su ama, en cualquiera que tenga un indicio de ella. Mientras tanto, la muchacha, ya se ha escapado de varios ataques contra su persona, la gente la quiere matar. Al parecer su rostro es idéntico al de otra chica, la cual se nota que todos odian.

En el patio de la institución, se cruza con Crawford. En esta ocasión, sí tiene la mirada que reconoce, así que corre a enfrentarlo sin titubear. Él mantiene la compostura, sentado tranquilo en la banca y tirando migas de pan a los pajaritos. Ella se sobresalta cuando las aves dejan de ser bonitas y se convierten en bichos horrorosos.

Iugh, no puedo describir eso.

—¡¿Qué tramas?! —expresa alterada—. Eres tú, ¿cierto?

—Me estoy vengando de ti, ¿recuerdas? —dice tranquilo, luego hace una pequeña risa—. Tú ahora estás en uno de los lugares que me llevo y transformo, ¿lo entiendes?

Ánima queda estupefacta, luego observa el internado.

—¿Es... real?

—Es lo que es, es mío. —Vuelve a reír.

Gira su vista hacia su hermano otra vez.

—No puedes, vas a lastimar a alguien.

Se levanta de la banca, ella retrocede, él se aproxima, con tan solo unos pasos y mucha seriedad.

—Yo sé lo que hago, y pronto lo entenderás.

—¡Es una locura! —Intenta razonar con Crawford.

—¿Sabes? La verdad absoluta no existe. —Hace una gran sonrisa retorcida—. Menos aquí.

—Pero...

—No hay un lado ni otro, eso es lo que es.

—No puedes juntar dos realidades distintas. —Mantiene su vista en él—. Confundirás a las masas.

—¿Dos? —Se carcajea—. Para nada, hermanita, yo quiero todas, necesito todas, es mi plan maestro.

—No lo entiendo, no tiene sentido —expresa traumatizada.

—¿Acaso tiene sentido que seamos hermanos? —declara algo que la hace quedar en shock—. ¿Quién te dijo que lo somos?

—Yo... —Su boca tiembla—. No sé, ¿nuestros padres?

—¿Qué padres? —exclama serio.

—¿Qué?

—Te lo dijo la nada y el todo, y es lo que crees porque nunca te lo cuestionaste, así es la imaginación, así es la locura, así es el mundo real, así es todo y todo es lo mismo.

¡Me explotó la cabeza y yo soy el Narrador! No puedo seguir escuchando, me estoy confundiendo igual que la protagonista.

Iré a tomar un tecito y en el próximo capítulo les sigo. Estoy estresado de tanta confusión. Hasta no me di cuenta de que no puedo beber nada, pues no soy real, ¿o sí? Auxilio, tengo traumas psicológicos y soy el contador de la historia. Sufro, tráiganme un especialista en narradores traumatizados. 

 

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Organización CrawfordDonde viven las historias. Descúbrelo ahora