𝐋𝐎𝐕𝐄𝐑 | kevin de bruyne

05

Es una lástima que la valentía le durara solamente unos segundos.

—¡Tengo que irme, perdón! —gritó antes de salir corriendo de nuevo al vestuario.

Cuatro palabras son mejores que cero, ¿no?

La joven hizo una mueca y volvió a sus cosas. Aún no podía desarmar el equipo.

¿Qué le impedía acercarse a ella? No es como que hubiera una pared invisible o algo así.

Quizás le parecía tan fea que le daba asco acercarse. Quizás le parecía una chica aburrida. Quizás le parecía una chica boluda. Quizás le parecía la peor chica del mundo.

Pero solo era un "quizás", no sabía si era un "sí" o un "no".

Al menos sabía que sí sentía algo por colorado realmente. Porque dudo mucho que alguien por el que no sentís nada te rompa el corazón, ¿o sí?

( . . . )

—¿Qué hizo qué? —preguntó el delantero con los ojos bastante abiertos—. Es un idiota.

—Él no tiene la culpa, yo le dije que no sentía nada por ella...

—Y por eso tú también eres un idiota —suspiró rodando los ojos.

—Y si con eso te parezco un idiota, no puedo imaginar como te voy a parecer al saber lo que hice después —rascó su nuca un poco nervioso.

Pensaba que su amigo lo mataría al enterarse. Pero si lo mataba, ¿de quién se reiría después?

—¿Qué has hecho, Kevin De Bruyne? —miró directamente a los ojos del colorado.

—Después de hacer contacto visual, salí corriendo. Huí de nuevo.

—¡Eres un completo idiota multiplicado por veinte mil!

—¡Lo sé! —gritó el ciudadano—. Fue tan estúpido. Ella me sonrió con esa hermosa sonrisa que tiene. Y yo salí corriendo como siempre.

El Toffee simplemente rió, confundiendo al colorado.

—Perdón —se disculpó al ver la reacción de su amigo—. Es que la forma en la que lo dices... es graciosa —al terminar de decirlo comenzó a reír de nuevo—. Te pareces a los chicos enamorados de las películas.

—Perfecto. Te cuento mi gran problema y en vez de ayudarme te ríes de mí. Eres un gran consejero, Romelu —decía con ironía.

—Yo te conté que mi perro murió y ni siquiera me escuchaste. No te quejes ahora —Lukaku rodó los ojos.

—¿Perro? ¿No era tu hámster? Y por cierto, te pedí perdón más de tres veces —se defendió Kevin.

—¿Lo ves? Ni siquiera recuerdas que mascota era —frunció el ceño.

—Bien, tú ganas —se rindió De Bruyne—. Lo siento por quinta vez —rodó los ojos.

El jugador del Everton sonrió sin mostrar los dientes.

—Bien. Escúchame Romeo —se levantó de su asiento en dirección al colorado.

( . . . )