Capítulo 14

607 71 49
                                    


Edward despertó con Angie entre sus brazos tras haber pasado una noche increíble, precisamente sobre la alfombra donde habían cenado. Aquel doncel se encontraba tan desnudo como él, por lo que sonrió de satisfacción ante el perfecto escenario.

Después de un breve debate mental, se incorporó cargando al chico y fue hacia la cama dejándolo ahí cuidadosamente, pudo ver que tenía unas leves marcas en las piernas por el forcejeo de la noche en que pretendió atacarle, algo que aún se recriminaba.

Cuando cubrió su cuerpo con una sábana, Angie comenzó a despertar. Sus ojos celestes se abrieron reflejando la luz del día en su mirada y una tierna sonrisa dedicada a Edward.

Sin embargo, su expresión cambió súbitamente cuando comenzó a sentirse mal, corrió hacia el baño tal como ya se había hecho costumbre y bastante frecuente, encerrándose para vomitar. Edward se preocupó de nuevo, pero solo pudo esperar junto a la puerta que el chico cerró, acercándose hasta verle salir para ayudarle a volver a la cama.

—Angie, ¿realmente crees que esto no es nada? —cuestionó recordando lo que el chico dijo el día anterior.

—Sí, estoy bien, no te preocupes, pronto me acostumbraré a estar en el barco. —murmuró mientras tomaba un poco de agua que él le ofreció.

—Está bien, confiaré en que sabes mejor que yo cómo te sientes. —se resignó sentándose a su lado y besó su frente tratando de reconfortarle.

—Edward, creo que deberíamos hablar de nosotros. —murmuró Angie desviando la atención del malestar que acababa de presentar, mostrándose serio en cuanto continuó. —Me gustas y lo que hacemos es agradable, incluso más que eso, pero, siento que algo te incomoda y me preocupa, no quiero actuar de una manera que pueda molestarte.

— ¿A qué te refieres?

—Bueno, anoche fue la primera vez que me permitiste tocarte, es decir, más que solo sostenerme de ti. Hay cosas que no entiendo y me gustaría poder hablarlo contigo.

—Déjame adivinar, ¿quieres preguntarme sobre la cicatriz?

— ¿Te molesta? —preguntó inquieto.

—Ciertamente sí, me molesta bastante. —admitió Edward mirándole demasiado serio. —No hay mucho qué decir al respecto, aunque, si te parece desagradable será mejor que lo digas ahora.

— ¡No! Por supuesto que no, ¿cómo podría ser desagradable? Solo es una herida, no tiene nada de malo.

—Entonces, ¿a qué viene todo esto?

—En realidad, es porque me preocupa. —murmuró Angie mirando su pecho por un momento antes de volver a ver su rostro. —Es una cicatriz muy grande, el pensar cómo es que resultaste herido y el peligro que pudiste haber corrido entonces, me asusta un poco.

— ¿Quieres saber cómo pasó?

— ¿Tú quieres contarme?

—Ahora mismo no creo que sea un buen momento. —respondió tomando eso como una alternativa para evadir completamente la inseguridad que ese tema le causaba. — ¿Qué te parece si mejor salimos del camarote para que camines un poco? Todo este tiempo aquí encerrado puede que te esté afectando.

— ¿En verdad? —preguntó Angie mostrándose feliz ante esa sugerencia, que si bien, no resolvía sus dudas, le hacía sentir el interés que Edward mostraba en su bienestar.

—Solo mantente cerca, recuerda que la última vez que estuviste por ahí durante el día, recibiste un gran golpe y caíste al mar.

—Tendré cuidado, estaré bien.

Entre espadas y cadenasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora