Capítulo 19

473 58 13
                                    


François intentaba calmar a Edward, aunque en medio de la discusión el capitán salió furioso de aquella cabina en dirección a los aposentos principales.

—Ambos desertaron, entonces los buscarán para matarlos. ¿Cierto? —preguntó Diego a los guardias tras ver la reacción de su propio hermano.

—Sí, pero creemos que valió la pena. —admitió uno de ellos. —Ustedes son piratas, ¿no es así? Sin embargo, se nota que ese hombre realmente está preocupado por el joven a quien ayudamos, estamos dispuestos a confiar en que podrán cuidarlo, si vuelve a manos de ese hombre seguramente morirá.

—Agradecemos lo que hicieron, les ayudaremos a dejar esta ciudad, si tienen familia pueden traerlos y los llevaremos a un lugar seguro. Si les interesa también está abierta la posibilidad de que se unan a nosotros, nuestro capitán está en deuda con ustedes por haber permitido que Angie escapara.

—Nosotros no tenemos familia. —dijo Oliver mirando a su hermano. —Realmente fuimos forzados a formar parte de la guardia del duque al ser huérfanos.

—Nos sería realmente agradable poder ser parte de su tripulación. —agregó Carlos al ver la misma intención en Oliver. —Cando éramos niños presenciamos cuando los hombres de ese duque mataban a nuestra familia.

—Hasta ahora no hicimos nada en su contra, deseábamos vengarnos, pero nunca encontramos el momento oportuno, solo somos nosotros dos contra el séquito de ese miserable.

—Lamento lo que han pasado. —comentó François tras haber escuchado todo, él personalmente sabía lo que era ver a un familiar ser asesinado, en el pasado fue testigo de la muerte de sus hermanos en manos de un infeliz, se quedó solo vagando sin rumbo hasta que conoció a Edward poco después de aquel suceso.

—Si realmente está en pie esa oferta, nos gustaría pertenecer a la tripulación del capitán Edward.

— ¿Han escuchado algo sobre él? —preguntó Diego al notar una peculiar emoción al mencionar el nombre de su hermano

—Sí, mucho en realidad, su nombre es acompañado de temibles mitos, Edward, o el famoso hijo de Belial. En realidad, imaginábamos a un hombre muy diferente a quien hemos tenido el honor de conocer.

—No lo subestimen, nuestro capitán no se encuentra exactamente en su mejor momento, las historias sobre él son bastantes ciertas, así que traten de mantenerse al margen hasta que puedan conocerlo mejor. —advirtió François.

—Especialmente ahora. —dijo Diego mirando en dirección al pasillo por el cual Edward se marchó. —Está furioso por lo que sucedió, tal vez solo intenta averiguar con Angie todo lo que no le ha dicho.

—Lamentamos mucho no haberle ayudado antes. —comentó Oliver, refiriéndose al momento en que aquel doncel escapó. —Dentro del castillo no se podía hacer mucho para sacarlo de donde el duque lo mantuvo todo este tiempo.

—Lo entendemos. —respondió François suspirando agotado de solo imaginar el enorme problema que se avecinaba.


Faltaba poco para que amaneciera, Edward estaba en su camarote donde había pasado horas observando fijamente a Angie, quien durmió profundamente todo ese tiempo.

Le dolía ver cada moretón, rasguño, corte o cualquier rastro de tortura que fue ejercida en su frágil y delicado cuerpo, no podía soportar siquiera imaginar el dolor que debió sentir, el miedo y la angustia constantes durante todo ese tiempo.

Sabía que no era capaz de comprender el sufrimiento de Angie en su totalidad porque no estuvo a su lado, se atrevió a abandonarlo permitiendo que eso sucediera. Estaba desesperado por verle despertar y hablar con él, pero no tenía idea de cómo comenzaría esa conversación.

Entre espadas y cadenasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora