Capítulo 18

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Renjun salió de su habitación quince minutos más tarde, vestido con una camiseta negra y un par de jeans ajustados que mostraban sus largas piernas. Cuando se inclinó para coger su teléfono que estaba sobre la mesa de café, Jeno frunció los labios y miró hacia otro lado.

—Seguramente no regrese hasta la mañana —dijo Renjun. —¿Puedo llevar tu coche?

Jeno se dirigió a la puerta.

—Te llevaré.

—¿Qué? ¡No! —Renjun lo alcanzó en el camino hacia la entrada. —¡De ninguna manera!

—¿Por qué no? —inquirió Jeno, subiéndose en su coche. —¿Crees que nunca he estado en un club gay?

—No es eso... —replicó Renjun, subiéndose en el asiento del copiloto. —Joder, esto es raro, Jen. No te quiero allí mientras yo... —se sonrojó y apartó la mirada, parecía avergonzado.

—Dame la dirección —exhortó Jeno en voz baja.

Renjun se la dió y Jeno encendió el motor con su cara cuidadosamente inexpresiva. Renjun tenía toda la razón, no era un pequeño virgen ingenuo cuya virtud necesitaba protección, podía cuidarse solo, y si quería chupar el pene de un extraño, no era asunto de Jeno.

—¿Estás bien? —consultó Renjun, mirándolo con cautela.

—Por supuesto.

Renjun se encogió levemente de hombros.

—Pareces un poco molesto.

Jeno quedó tan sorprendido que casi choca con el choche que venía en su dirección. Mierda, era incapaz de recordar la última vez que alguien había acertado en adivinar su enfado, y además se lo había hecho notar. ¿En qué momento había pasado a ser tan transparente?

—Estoy preocupado —respondió con la mirada fija en la carretera. —Los polvos de una noche a menudo pueden salir mal, no quiero que te hagas daño.

Renjun suspiró.

—Supongo que es algo dulce por tu parte, pero por última vez: No soy un bebé. Estaré bien. Prométeme que no interferirás.

Jeno no dijo nada.

—Jen —insistió Renjun.

—Lo prometo —contestó lacónicamente. Y no volvieron a hablar durante el resto del trayecto.

El club estaba muy concurrido, pero afortunadamente, la música no era demasiado ruidosa. Jeno pidió una cerveza que no tenía intención de beber, se apoyó en la barra y siguió a Renjun con los ojos; aquellos jeans eran jodidamente obscenos, hacían que Jeno se sintiera incómodo y nervioso. Tuvo que resistir el impulso de encontrar una manta y envolver a Renjun para que nadie pudiera mirarlo.

—¿Novio? —gritó una voz masculina sobre la música.

Jeno miró al hombre, alto, rubio, irrelevante, antes de volver a mirar a Renjun; estaba bailando con alguien ahora, el tipo tenía alrededor de veinte años, un atleta típico, todo físico y sin cerebro.

—No —respondió al darse cuenta de que el rubio todavía estaba esperando su respuesta. —Sólo un niño al que tengo que cuidar.

—Eso debe ser una mierda —dijo el rubio con simpatía. —¿Cómo te cargaron con el deber de cuidar niños?

Jeno no respondió. Entonces el atleta estaba en todo Renjun, sus manos se deslizaban desde su estrecha cintura hasta su culo. Incrementando el agarre de su cerveza, Jeno se recordó a sí mismo que no era de su incumbencia, Renjun no era un bebé y le había prometido que no interferiría.

【𝖚┃ 𝖕┃ 𝖉 】||ɴᴏʀᴇɴ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora