Capítulo 9

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Lee Jeno, o mejor dicho, el hombre conocido como Lee Jeno, raramente se sentía quisquilloso para hacer lo que sea que debía para que una misión tuviese éxito, habían pasado años desde que algo le había hecho vacilar.

Eso era el por qué una parte de él estaba incrédula de que se hubiese negado a considerar la opción que podía hacer su misión mucho más fácil de completar. Era inútil negar que prestando al chico a Johnny era la forma más fácil de saber dónde guardaba el USB, sin mencionar que cambiarla por la memoria falsa resultaba más sencillo si el objetivo estaba... distraído.

Distraído. La mera idea hizo que los dedos de Jeno le picasen por un arma, un cuchillo. Cualquier cosa.

Carajo, aquello era inaceptable, el chico no debía importarle, él había hecho cosas mucho peores en nombre de la Reina y el País que sacrificar la salud mental de un adolescente. No era como si Johnny fuese a matar o dañar físicamente al chico, era sólo sexo, un intercambio de fluidos corporales.

Resultaba ridículo pensar que Jeno nunca había tenido que follar gente que aborrecía para el éxito de su misión, así que, ¿Por qué no dejaba que el chico lo hiciera? Le había advertido a Renjun que no era un trabajo para personas con estómago débil, el niño había ignorado su advertencia, y ahora debía lidiar con las consecuencias, tan simple como eso. Excepto que sin importar cuánto se lo dijera a sí mismo, nada cambiaba; sabía que no podía permitir que Renjun lo hiciera, fin de la historia. Y eso lo irritaba. Aquella... sobreprotección era inaceptable, peligrosa.

—Estás muy callado —dijo Renjun, inclinándose más cerca de él con su mano enredándose en la parte superior del brazo de Jeno.

El Agente 11 miró alrededor de la cubierta, buscando por cámaras de seguridad; no podía ver ninguna, pero incluso si se hubiese perdido alguna, era extremadamente improbable ser escuchados con la música alta que sonaba en el bar, y no había pasajeros cerca de ellos, no pudiendo resultar más seguro. Regresó su mirada hacia el chico, encontrándose con unos ojos ansiosos que lo estudiaban.

—¿Sucede algo malo? —consultó Renjun.

Jeno negó con la cabeza, difícilmente podía decirle al chico lo que estaba pensando, Renjun probablemente se sentiría horrorizado si se enterase que Jeno había estado tratando de convencerse a sí mismo de hacer lo más inteligente y usar su cuerpo para obtener la información que necesitaban. Por otro lado, tal vez debía decirle. Se había dado cuenta de que el niño había desarrollado un crush por él, debería cortarlo de raíz y liberar a Renjun de la ilusión de que era una especie de caballero de brillante armadura. La mera idea casi hizo reír a Jeno, él no era nada más que un arma, algunos podrían llamarlo asesino a sangre fría, doble cara, bastardo manipulador... No estaban equivocados.

—De acuerdo, el silencio es siniestro —dijo Renjun con una risita y con sus ojos brillantes por la curiosidad.

Dios, el chico era asquerosamente entrañable, a Jeno le agradaba... De verdad le agradaba, y esa era el problema principal, nunca le había pasado.

Había aprendido a mantener distancia emocional de otras personas durante sus misiones, no eran más que blancos y daño colateral. Pero aquel chico... Renjun le miraba como si pensara que él era el sol, no un cínico agente del gobierno con muchas caras y manos ensangrentadas. Le dolía querer hacer algo cruel, para limpiar esa mirada en el rostro del niño. Excepto... que le gustaba, no era más que una fantasía, pero le gustaba, joder, le encantaba que Renjun pensara que era mejor hombre de lo que era en realidad.

—No deberías tener un crush por mí —dijo Jeno.

Jeno solía pensar que los chicos no se sonrojaban de forma bonita, pero de alguna manera, Renjun sí lo hacía; para crédito del muchacho, ni siquiera intentó negarlo.

—Lo sé —replicó con un suspiro. —Resulta molesto para mí también, no te preocupes, estoy seguro de que pasará pronto. Soy un adolescente, tengo un flechazo nuevo cada semana. Una vez tuve uno con un sacerdote que había sido muy amable conmigo, traté de convencerme de que estaba trágicamente enamorado de él, pero entonces vi una película con Gong Yoo como protagonista y olvidé todo mi épico amor por el sacerdote.

—Eso es tranquilizador —dijo Jeno secamente; pero lo era, no quería que Renjun se enamorara de él, no quería que sufriese.

Aquel sentimiento de protección no era precisamente algo nuevo, se había sentido así por el chico (aunque había que reconocerlo, no a ese grado) incluso en su primer encuentro. Cuando había visto la emoción y anhelo en los ojos de Renjun cuando le preguntó a Jeno si podría tener su propia casa si aceptaba el trabajo, desde su primer encuentro, Jeno se había sentido entrañado por el muchacho, quien podía ser engreído y desvergonzado en cierto momento y tímido y vulnerable el siguiente. Quería proteger al niño, incluso de sí mismo... Tal vez especialmente de sí mismo.

—A pesar de que amé chupar tu pene —Continuó Renjun con melancolía.

Jeno suspiró.

—¿Tienes algún filtro?

Renjun sonrió.

—¿Filtro, qué es eso?

Nada que necesites, pensó Jeno, mirando el rostro sonriente del chico.

Tal vez eso era por lo que Renjun le agradaba tanto, era algo fresco y auténtico en un mundo que era cualquier cosa menos eso.

【𝖚┃ 𝖕┃ 𝖉 】||ɴᴏʀᴇɴ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora