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Un hermoso camino de mesa blanco adornaba la larga mesa donde cabían al menos unas siete personas, estabamos sentados en un banco de madera de aproximadamente un metro y medio de alto

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Un hermoso camino de mesa blanco adornaba la larga mesa donde cabían al menos unas siete personas, estabamos sentados en un banco de madera de aproximadamente un metro y medio de alto. Micrófonos negros encima de la mesa, y detrás de nosotros una enorme lona con las letras y el logo de «𝘛𝘰𝘬𝘪𝘰 𝘏𝘰𝘵𝘦𝘭».
Cientos de paparazzis tomaban fotos de nosotros, no sabía a donde mirar, los flashes de las cámaras se asemejaban a
las luces parpadeantes que ponían en las fiestas o discotecas, las cuales siempre me mareaban.

-¿Tienes alguna influencia en la moda?- preguntó un paparazzi.
- Me encanta la manera en que viste Amy Lee, esa mujer es increíble- respondí.

Movía de arriba a abajo el anillo negro que adornaba mi dedo anular, como si eso pudiera sacarme los nervios de encima.
- ¿Ese es mi anillo?- preguntó Bill.
- No lo sé, estaba en la mesita de la habitación, y estaba lindo, no pensaba dejarlo- repuse.
- Entonces si es el mio.
- Si quieres te lo devuelvo- y comenzé a quitarmelo.
- No, no, está bien.

Se acercó más a mi, sentí el calor que emanaba, descongelando un poco mi carne fría por el clima de la ciudad, haciendo un mejor trabajo que la chamarra gruesa que yo llevaba.
Desvié mi mirada. Una sonrisa triunfal se apoderó de los labios de Bill.
- ¡Bill!- llamó una fan- tengo una pregunta ¿Cómo es tu chica ideal?
El pelinegro rió con nerviosismo.
- En realidad no tengo un tipo de "chica ideal"... simplemente me enamoro y ya- respondió, mirandome descaradamente. Estaba segura de que el manager hubiera aplaudido esa actuación.

Las preguntas seguían, la mayoría dirigidas a Bill, Tom y a mi. Llevé un mechón cabello detrás de mi oreja, repetí esta acción muchas veces, mirando a la nada.
Una mirada pesada sobre mi espalda me obligó a darme la vuelta, el manager me miraba desde unos metros a la distancia, Bill y yo lo apodamos "La mirada", que era cuando el manager se sentía inconforme con algo, hacía la cara de una madre cuando le dice a su hijo «En la casa hablamos».

Señaló las manos de Bill y las mias, lo miré confundida. Le di un codazo a Bill para que el también volteara. El manager entrelazó sus dos manos, después miró a Bill y a mi.
Me volteé de nuevo hacia los paparazzis,
la mirada de Bill gritaba por todos lados«¿Estás bien con esto?», dije que si con la cabeza.
Uní mi mano con la del pelinegro y las apoyamos en la mesa. Posé mi mirada en las manos de Bill, pintadas con esmalte negro y sus siempre característicos anillos.
- Ya no jugaste con el anillo- observó George sentado a mi lado derecho, miró las manos entrelazadas de Bill y de mi, después sonrió. Sabía a que se refería con aquella observación.

- ¡Georg! ¿Qué se siente estar en una banda con gemelos?- preguntó alguien.
- Es complicado. Cuando se pelean no hay forma humana de separarlos. Una vez Gustav y yo intentamos tranquilizarlos, salió mal- dijo Georg. Gustav rió.
- Supongo que tomaré nota- dije respecto al comentario de Georg.
- Alice ¿hay alguien que te guste?- preguntó un chico rubio.
- Si Roger Taylor de los años setentas y ochentas cuenta... entonces si- respondí con una pizca de broma.
Gustav se rió de mi respuesta. Reí con el.

𝖩𝗎𝗌𝗍 𝗆𝖾 𝖺𝗇𝖽 𝗒𝗈𝗎 || 𝖡𝗂𝗅𝗅 𝖪𝖺𝗎𝗅𝗂𝗍𝗓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora