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- «𝘈𝘭𝘭 𝘐 𝘸𝘢𝘯𝘵𝘦𝘥 𝘵𝘰 𝘴𝘢𝘺 𝘸𝘢𝘴 𝘐 𝘭𝘰𝘷𝘦 𝘺𝘰𝘶 𝘢𝘯𝘥 𝘐'𝘮 𝘯𝘰𝘵 𝘢𝘧𝘳𝘢𝘪𝘥»- canté mientras daba vueltas con los brazos abiertos por mi hanitación- «𝘊𝘢𝘯 𝘺𝘰𝘶 𝘩𝘦𝘢𝘳 𝘮𝘦? 𝘊𝘢𝘯 𝘺𝘰𝘶 𝘧𝘦𝘦𝘭 𝘮𝘦 𝘪𝘯 𝘺𝘰𝘶𝘳 𝘢𝘳�...

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- «𝘈𝘭𝘭 𝘐 𝘸𝘢𝘯𝘵𝘦𝘥 𝘵𝘰 𝘴𝘢𝘺 𝘸𝘢𝘴 𝘐 𝘭𝘰𝘷𝘦 𝘺𝘰𝘶 𝘢𝘯𝘥 𝘐'𝘮 𝘯𝘰𝘵 𝘢𝘧𝘳𝘢𝘪𝘥»- canté mientras daba vueltas con los brazos abiertos por mi hanitación- «𝘊𝘢𝘯 𝘺𝘰𝘶 𝘩𝘦𝘢𝘳 𝘮𝘦? 𝘊𝘢𝘯 𝘺𝘰𝘶 𝘧𝘦𝘦𝘭 𝘮𝘦 𝘪𝘯 𝘺𝘰𝘶𝘳 𝘢𝘳𝘮𝘴?- canturreé la canción de Evanescence "My last Breathe" a todo volúmen, amaba estar sola en casa, ponía la música tan alto como las bocinas me lo permitían, mi mamá jamás me hubiera dejado tener música a ese volumen- «𝘏𝘰𝘭𝘥𝘪𝘯𝘨 𝘮𝘺 𝘭𝘢𝘴𝘵 𝘣𝘳𝘦𝘢𝘵𝘩𝘦, 𝘴𝘢𝘧𝘦 𝘪𝘯𝘴𝘪𝘥𝘦 𝘮𝘺-» -interrumpí mi canto cuando sentí el impacto de la puerta de mi cuarto contra mi nariz, hechando mi cabeza hacia atrás.

- ¡Mamá! ¡¿Qué te he dicho de tocar la puerta antes de entrar?!- reclamé con los ojos cerrados por el dolor, sobandome la nariz.

Al abrir los ojos me sorprendí al ver quién fue el responsable del golpe.
𝘉𝘪𝘭𝘭.

-Perdón, perdón, perdón- abrió los ojos como platos y se tapó la boca al ver mi nariz.
- ¿Qué haces aquí?- cuestioné, bajé el volumen de la música para oirlo mejor.
- Yo también estoy felíz de verte.
- Que gracioso- lo miré entrecerrando los ojos- Ya mejor pásate, no me gusta que estés afuera- abrí por completo la puerta para dejar pasar a Bill, mientras yo aún sostenía con mi mano mi nariz.
- De verdad lo siento ¿Estás bien?- preguntó Bill hechando un mechón de mi cabello que cubría mi cara.
- Siento húmeda mi mano- dije referente a la mano que seguía en mi nariz.
- ¿Puedo ver?- asentí.

Retiré mi mano con cuidado, la miré percatandome de que estaba manchada de gotas de sangre.

- Dios, ¡de verdad perdóname!, no quería dejarte así- se disculpó con un tono de voz arrepentido, sentí como si mi corazón se comprimiera al oirlo de esa manera.
- No te preocupes, solo toca la puerta la próxima vez...
- En realidad estuve tocando como por tres minutos, pero con el volumen tan alto nunca te percataste, y mejor abrí la puerta... y bueno, pasó esto- bajó su mirada hacia sus manos, para evitar la verguenza.

- Déjame ayudarte- dijo.
Lo miré confundida.
- ¿A qué?
- A quitarte la sangre, limpiarte la herida, ponerte algo para que sane. No sé, algo.
- Bill, no es necesario, yo puedo hacerlo.
- No, yo ocasioné esto, yo lo reparo.
- Eres testarudo, ¿sabes?
- Solo con lo que me interesa- sonrió. ¿𝘖𝘺𝘦𝘳𝘰𝘯 𝘭𝘰 𝘮𝘪𝘴𝘮𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘺𝘰?
- Ni siquiera sabes donde quedan los medicamentos.
- Bueno, entonces dime.



Bill revolvía todas las cajas de la pequeña cesta en mi baño, mientras yo esperaba sentada en mi cama, viendo lo atractivo que se veía con esa cara de preocupación.
Apagó la luz del baño y volvió caminando hacia mi cama, se sentó a mi lado.

- Nunca he hecho esto antes, así que no me juzgues- dijo.

Con un pedazo se papel removió la sangre primero de mi nariz y luego la de mi mano, sujetando esta por la muñeca muy delicadamente.
Luego lavó la herida con suma delicadeza, el panorama me ponía nerviosa, el estaba solo unos centimetros de mi, extremadamente cerca, mi corazón comenzó a latir con desesperación. Lo miré, el pelinegro tenía clavada la mirada en mi herida, con los brazos extendidos hacia mi, con una mano levantaba mi mentón mientras que con la otra remojaba un pedazo de algodón en el agua para después pasarlo por la herida, limpiandola como si fuera lo más frágil del mundo, como si con solo hacer un movimiento en falso se haría añicos.

𝖩𝗎𝗌𝗍 𝗆𝖾 𝖺𝗇𝖽 𝗒𝗈𝗎 || 𝖡𝗂𝗅𝗅 𝖪𝖺𝗎𝗅𝗂𝗍𝗓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora