El uniforme del reformatorio era bastante incómodo y desagradable. Consistía en una camiseta blanca de mangas cortas y un mono de un gris gastado, como si anteriormente hubiese sido usado por muchísimas personas aunque claro, lo veo normal. ¿Cuánta gente habrá estado en este lugar? ¿Cuántos se habrán vuelto locos bajo estos mismos ropajes? ¿Cuántos habrán llorado noche tras noche y se habrá secado con una de las mangas de este uniforme que visto yo ahora? Este lugar tiene que estar lleno de historia, cada una de las personas que ha estado aquí encerrada, cada niño pequeño psicópata que mató a toda su familia o, cada sociópata con aspiraciones de pirómano. Todo aquí dentro parece tan viejo y tan nuevo a su vez, tanta vieja historia mezclada con la que aún ha de ser escrita y yo, pienso ser parte de la historia de este lugar y una parte fundamental, mi nombre de aquí no se va a olvidar, de eso estoy segura.
El hombre este, Adam, comienza a guiarnos por los pasillos. Ya ha dejado a dos de las chicas en diferentes habitaciones. Esto parece totalmente un laberinto lleno de puertas y puertas, tras ellas a penas se escucha ruido alguno. Sinceramente me esperaba esto algo más ruidoso, menos aburrido y monótono. Pero seguro que no todos los días es así, tiene que haber ruido, quejas, gritos, llantos, amargura. Es lo propio de un sitio como este ¿no?
- Lamento que tu compañera vaya a ser quien es pero a las otras dos las colocamos con pacientes normales – dice Adam mientras se para.
Miro hacia la puerta grisácea con leves tonos negros y verdes por todas partes. Tras ella, se escucha a alguien tarareando una canción. Me muero de ganas por saber que me espera tras esa puerta así que, me coloco al lado del chico a la espera de que Adam abra esa puerta donde encontraría el mejor receso o el peor de los infiernos.
Tras él abrir la puerta, entro desesperada por ver a mi compañera. Ella no ha dejado de tatarear la misma siniestra melodía, cosa que resulta terrorífico e interesante. Me pregunto la razón por la cual ella está aquí, ¿qué habrá hecho tan malo?
La puerta se cierra tras de mí y escucho los pasos de Adam y del chico corriendo tras él bastante rápido. Ahora que algunos rayos de sol que se cuelan por la ventana, iluminan a la otra chica, puedo ver que mientras tatarea se va moviendo hacia adelante y hacia atrás sin parar, como si estuviera poseída o, como si aún no se hiciera la idea de ello. Recuerdo que, cuando mi abuelita querida murió, la noche que me enteré, me la pasé sentada en el suelo, con la espalda chocando una y otra vez con la pared que estaba detrás. Sinceramente, mi abuela nunca hubiese aceptado a la mujer que soy ahora aunque, estoy segura que si ella siguiera aquí, no lo sería. Ella era fuerte, poderosa y cariñosa. Y por mala suerte, yo sólo heredé lo de poderosa porque, la fuerza la creo. No nací siendo fuerte, tuve que buscar razones para serlo, razones para luchar. Sin embargo, sí que nací con el cariño y con la capacidad de amar pero, ¿sabes estas veces cuando dices que la persona que ha muerto recientemente en tu vida se ha llevado una parte de ti? A mí me paso. Mi abuela, cuando murió, se llevó mi corazón. Me convirtió en la bruja que soy ahora, no literalmente claro.
La chica para en seco en el momento que elijo sentarme en una de las camas. Ella se encontraba en medio de la habitación así que, no tenía forma de saber cuál era la cama que ella había seleccionado previamente.
- Esa es mi cama. Fuera de ahí. No te la mereces – susurró.
Daba la sensación de que la voz la iba a traicionar en cualquier momento. Como si se fuera a apagar la única luz que brillaba en ella, el último atisbo de esperanza. Supongo que lleva una gran historia a sus espaldas, algo la ha tenido que volver así. Algo la ha hecho vulnerable y sólo quiero descubrirlo.
Al no levantarme, la chica me mira. Entonces veo que su pelo es de un color rubio apagado con las raíces más oscuras, está teñida. Veo que sus rasgos son finos. Seguramente, antes de venir al reformatorio era una chica guapísima pero, pasar mucho tiempo aquí te tiene que afectar. Te debe trastornar y, no sólo en un modo psicológico. Tu cuerpo se agota más rápidamente que tu mente. Es más deteriorable.
- Te he dicho que te levantes de ahí y te muevas hacia dónde no molestes.
Levanto las manos en señal de paz para luego levantarme. Aunque me esté muriendo de ganas por pelearme ya con alguien y que mi ira salga de mí, no me llegue a corroer tanto. Controlo mis impulsos. Me coloco en la cama y la miro desde allí. Ella está en un completo silencio y sin articular ni un solo movimiento, como si fuera una muñeca sin pilas.
- ¿Qué has hecho para acabar en este sitio? – la escucho decir, aunque parece estar hablando consigo misma más que conmigo.
- Venganza – digo sin dar muchos detalles.
Ahora que lo pienso, la idea de decir que he sido violada, no me hace tanta gracia. No me importa decir que he matado a alguien pero me cuesta decir el por qué. Me avergüenza, pero sé que lo tendré que decir. Una no se puede quedar embarazada del aire.
- ¿Qué te hicieron? ¿Qué te han hecho?
Sigo pensando que está hablando con ella misma. Como si estuviese reflexionando en voz alta. Apostaría cualquier cosa a que lleva bastante tiempo sin compañera de celda. Aun así, no me importa seguir hablando. Tengo que integrarme en algún grupo y, por ahora, hacerme amiga de ella parece rentable. Si lleva aquí tanto tiempo como parece, tiene que tener algo para sobrevivir. Este lugar se trata de sobrevivir.
- Me forzaron a hacer algo que no quería. Después uno de ellos simplemente decidió correr hacia mi cuchillo, unas once veces creo que dijo juez – dije con una sonrisa quitándole importancia al asunto –. ¿Y tú? ¿Qué hiciste?
Una risa psicópata comenzó a brotar de los labios de la chica. No sabía que le podía hacer tanta gracia o qué no se la hacía pero, fuese lo que fuese, no tenía buena pinta.
- No lo sé. No sé nada. No sé cómo llegué aquí, ni quién es mi familia – dice ella mientras aprieta los puños sobre sus piernas –. Me han dicho mi nombre y que soy ninfómana, pero ni siquiera sé que es eso – dice con una risa ahogada de desesperación.
- Una ninfómana es una adicta al sexo cariño – le digo como si se tratase de una niña pequeña.
En el fondo, me despierta algo de pena. No saber quién eres tiene que resultar horrible pero, poder empezar de cero, una oportunidad para empezar de nuevo. Haría lo que fuera, a ser sincera, para olvidar la noche en la que me violaron, me daría igual recordar como maté a ese chico, no me arrepiento pero poder olvidar el por qué lo maté, haría cualquier cosa.

ESTÁS LEYENDO
SCREAMING
JugendliteraturMe perdí en mi mente. No sabía dónde estaba o hacia dónde me movía. Caminaba descalza pero era incapaz de sentir el frío o el calor bajo mis pies. No entendía que estaba pasando. Hasta que, en un momento de lucidez pensé que era un sueño, para mi de...